El impresionante Rory

Fernando de Buen

Rory McIlroy Kolon

Rory McIlroy


Hace unas semanas, para ser precisos en la edición del pasado 13 agosto (ir a la nota), escribí una editorial titulada Rory por culpa de Tiger, donde mencioné que el joven norirlandés pertenece a una generación que vieron en Eldrick Tont Woods la mejor fuente de inspiración para alcanzar la excelencia. Mencioné también que para el mejor jugador del presente siglo, en el pecado llevaría la penitencia.

Me explico:

Desde 1997 hasta hace poco más de dos años, entender que Tiger Woods era el mejor jugador sobre la faz del planeta, implicaba que el resto de los golfistas profesionales no estaba ni lejanamente a su nivel. En tres ocasiones había bajado su calidad de juego y resurgido para ser siempre mejor que antes. La única diferencia —y ello explica que a pesar de mejorar su golf ganaba menos torneos— es que al paso de los años, quienes competían contra él comprendieron que para vencerlo, tenían que trabajar como él o aún más, pues es lógico pensar que muy pocos han gozado de las cualidades innatas de este prodigio.

Ello aumentó en forma radical el nivel de competencia de las principales giras profesionales del mundo, y sólo bastó que el máximo deportista del orbe en la primera década del presente siglo cayera una vez más de su pedestal, para que otros demostraran que ya estaban listos para competirle.

Así llegaron el inglés Lee Westwood y el alemán Martin Kaymer, quienes apenas alcanzaron a probar la sensación de sentarse en el trono que Woods ocupó durante 623 semanas. A ellos los sustituyó otro inglés, Luke Donald, sin duda, uno de los jugadores más completos de la actualidad y quien ha logrado sumar con idas y vueltas, más de un año en el número 1 del ranking internacional. El único jugador que ha podido desplazar a Luke de su sitio, es este joven de pelo rizado y 23 años de edad, quien no sólo ha demostrado tener todas las cualidades que se requieren para estar en el más alto nivel, sino que además goza de la personalidad y el carisma necesarios, para volverse —como Woods en su tiempo— un imán de enorme atractivo, tanto para las portadas de revistas deportivas como de otros rubros. Por si ello fuera poco, el actual líder de la máxima clasificación se ha vuelto también un atractivo social, al tener un romance formal con la sobresaliente y bella tenista danesa Caroline Wozniacki, quien también ya probó las delicias de ser la mejor del planeta.

Dicho lo anterior, por primera vez en década y media, Tiger Woods se está encontrando con la horma de su zapato. No hay duda de que su juego ha vuelto al más alto nivel y, aún así, en más de una ocasión se ha visto opacado por la calidad del sencillo norirlandés. No hay mejor ejemplo que el torneo terminado esta tarde —el Deutsche Bank Championship—, donde Tiger 4.0 alcanzó 18 bajo par en un campo complicado, pero aún así fue derrotado por McIlroy por dos golpes de ventaja.

A todo esto, ¿por qué Rory McIlroy es diferente al resto de los líderes que han sobresalido en el ámbito golfístico durante los últimos años? A mi juicio, las razones son varias: primera, es un jugador hecho en Europa, forjado bajo condiciones de campo y clima muy diferentes a las de los Estados Unidos y, que a pesar de no alcanzar todavía su primer año como jugador de tiempo completo en el PGA Tour, ya está totalmente adaptado a los retos que ofrece nuestro vecino país, en términos de campo, clima y ambiente; segunda, demostró un enorme carácter ganando el Abierto de los Estados Unidos por ocho golpes, apenas unas semanas después de su estrepitoso fracaso en la ronda final del Masters de Augusta National; tercera, porque la velocidad a la que ha madurado como profesional lo separa del resto de jóvenes de su generación; cuarta, porque ya tiene los majors en sus alforjas y; finalmente, porque su juego tiene todos los ingredientes necesarios que se requieren para ser un triunfador: poder traducido en distancia, precisión en el juego medio y corto, gran adaptación a cualquier tipo de campo, efectividad sobre el green y, sobre todo, el atrevimiento para correr los riesgos que separan al ganador nato del que se conforma con un top-ten.

Es muy temprano para pensar que este nativo de Hollywood in County Down, Irlanda del Norte, podría pasar a la historia con las credenciales de quien inspiró a los golfistas de su generación, pues ello requiere mucho más que carácter y dedicación, pero es válido afirmar que, entre quienes tienen posibilidades de escribir su propio capítulo en el libro de oro del golf, Rory McIlroy es en la actualidad, el más sobresaliente.

fdebuen@par7.mx