Durante el Farmers Insurance Open, en Torrey Pines, Patrick Reed y Rory McIlroy se vieron involucrados en una situación de reglas similar y que causó controversia.
Tras un golpe hacia el rough, Patrick Reed encontró su bola y, dado que el terreno estaba blando, llamó a un oficial de Reglas para determinar si su bola estaba enterrada. Patrick marcó la bola y, tras levantarla, el árbitro determinó que, efectivamente, la bola estaba enterrada en su propio pique, por lo que recibió alivio sin castigo. A Rory le pasó algo similar, con la única diferencia que él no llamó a un árbitro, sino que avisó a uno de sus compañeros de juego que posiblemente su bola estaba enterrada, la marcó, determinó que la bola estaba por debajo del nivel del suelo y procedió a tomar alivio de acuerdo con lo que marca la Regla 16.3. Es importante recordar que, a partir de la modernización de las Reglas de Golf, vigentes a partir del 1 de enero de 2019, se otorga alivio cuando una bola está enterrada en el área general (el área del campo que cubre todo el campo excepto las otras cuatro áreas definidas: el área de salida del hoyo que se está jugando, todas las áreas de penalidad, todos los búnkeres y el green del hoyo que se está jugando); es decir, no hay diferencia entre rough y fairway para efectos de esta regla.
El problema surgió cuando, al revisar la cobertura televisiva se vio que, en ambas situaciones, la bola picó sobre el terreno y luego rebotó antes de quedar en reposo; sin embargo, en el momento en que los jugadores tomaron alivio, dicha información no era de su conocimiento. Existe la posibilidad que las bolas hayan ido a reposar en un pique hecho por otra bola o simplemente en una imperfección del terreno. De acuerdo con una declaración del PGA Tour, «…era razonable que ambos jugadores concluyeran, basado en el hecho de que no vieron la bola aterrizar y que el terreno estaba blando, que era apropiado proceder bajo la Regla que otorga alivio cuando una bola está enterrada. Ellos marcaron y levantaron la bola para evaluar la situación y determinar si la bola estaba enterrada”.
Aunque la decisión de los jugadores citados es, de hecho, un desafío a las leyes de la física, por la casi nula posibilidad de que una bola provoque una hendidura en la superficie tras rebotar, se les otorgó a ambos el beneficio de la duda, como marca el reglamento, en caso de no contar con pruebas irrefutables que señalen lo contrario.
*Presidenta del Comité Nacional de Reglas de la Federación Mexicana de Golf.