Para nuestra casa editorial, seguir los resultados del golf nacional e internacional es, aparte de un gusto, una obligación inevitable, en aras de presentarles a todos ustedes un resumen adecuado cada siete días. Los mismos siete que le han dado nombre a nuestra publicación desde su origen.
Ver los nombres de Gaby, María, Abraham, Carlos, Bobby, Camarón, Álvaro, Isidro y los demás mexicanos que compiten en giras internacionales, ascender a través de las tablas de posiciones, siempre provoca una emoción especial, particularmente para quienes vivimos los muchos años en los que no hubo profesionales mexicanos en estos circuitos, o los de huecos que solo podíamos llenar con Lorena o Esteban.
El contar con tantas opciones en la actualidad, es un reflejo de que el nivel de nuestro golf ha mejorado notablemente en la última década y, si bien no tenemos a un número 1 del mundo como lo fue Lorena durante tres años, contamos con una decena o más de potenciales ganadores en giras de primer y segundo nivel.
A medida que va avanzando cada semana de competencias, lo que más nos motiva es la posición de mexicanas y mexicanos en sus respectivos torneos. Cuando las cosas van bien, prácticamente seguimos hoyo por hoyo el torneo y, si surgen posibilidades de triunfo aprovechamos las redes sociales (nuestras cuentas de Facebook y de Twitter) para irles informando acerca de lo que pasa en tiempo real en el campo de golf.
De la misma forma, pero en contrario, hay semanas donde los resultados son tan pobres que lejos de motivarnos a escribir con gusto sobre el desempeño de nuestros representantes, se convierten en cargas emocionales desfavorables que, querámoslo o no, disminuyen el ánimo de nuestro equipo editorial en su esfuerzo por informarles.
El día de hoy, lunes, tras una semana que no nos reportó buenos resultados en las competencias donde participaron mexicanos, hemos amanecido con el ánimo achicopalado. Como podrán ver en las descripciones de los diferentes torneos, los pocos que pasaron el corte terminaron muy abajo en el resultado final, y los demás, simplemente no llegaron al fin de semana.
Si a eso le sumamos que ya llevamos no dos, sino varios años sin buenas noticias en este país terriblemente manejado en lo político, económico y social, enfermo física y emocionalmente, dividido y polarizado como nunca desde la Revolución, corrompido hasta el tuétano y con nulas posibilidades de un cambio de timón por parte de quienes lo administran, el resultado es triste, rayando en lo deprimente.
En Par 7 online, a menos de un año de cumplir nuestro primer decenio, tratamos de aprovechar al máximo la posibilidad que nos da la tecnología de internet para analizar los hábitos de lectura de quienes nos halagan interactuando con el semanario, para reconocer, por una parte, cuáles son las notas que despiertan mucho interés, cuáles no lo hacen y cuáles debemos mantener por la obligación de informar, más allá de que gusten o no; afortunadamente, el aprendizaje a través de estos años nos ha permitido centralizar nuestro contenido en las cosas que más agradan a todos ustedes.
Debo decir que los análisis de las últimas semanas no están reflejando el mejor de los ánimos entre nuestros golfistas. Por primera vez en muchos años, se ha pronunciado la curva de deserciones en nuestros suscriptores y, aunque seguimos manteniendo una línea positiva en el crecimiento de nuestra base de datos, es inevitable pensar que algunos de quienes han retirado su suscripción, lo han hecho al verse obligados a abandonar su club de golf por motivos económicos. A pesar de las medidas paliativas que cada una de estas instituciones ha ofrecido a sus socios con el fin de mantenerlos vigentes, es un hecho que varios golfistas han tenido que congelar, rentar o vender su acción, o cancelar su membresía. No hay duda de que esta crisis no mide estratos sociales, económicos o laborales; de una forma u otra, a todos nos pega.
Tampoco podemos desestimar que, los meses que acumulamos sin competencias por motivo de la pandemia, también desanimaron a quienes gustan de revisar los resultados nacionales e internacionales cada semana.
El aliciente es que, mientras el encierro siga siendo la mejor recomendación, al menos las competencias golfísticas empiezan a retomar su nivel y sus transmisiones nos regalan las mismas emociones que nos han dado siempre. Los clubes han reabierto sus campos y los golfistas comienzan su regreso poco a poco a los fairways, aunque extrañan —extrañamos— irremediablemente las reuniones divertidas, escandalosas e incomparables del añorado Hoyo 19 de cada club.
Ante tales circunstancias, no nos queda más que pedirles a nuestros profesionales de gira que nos regalen grandes resultados, que reactiven nuestra adrenalina, que nos dejen celebrar con ellos sus buenas actuaciones y gritar sus triunfos, que cada una de sus victorias siempre la hacemos un poco nuestra, aunque ningún mérito tengamos para ello.
Sigámonos cuidando y un abrazo a todos.