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Editorial

La mejor sorpresa que pudieron recibir los integrantes del equipo europeo en la noche anterior al inicio de la Copa Ryder. Simplemente imperdible.

¿Puede la motivación ganar la Ryder?

Fernando de Buen

La noche anterior al inicio de la Copa Ryder, con el evidente nerviosismo por enfrentarse a un equipo de Estados Unidos con razones suficientes para haberse considerado a sí mismos como «el mejor de la historia», y obligados a defender la racha de triunfos del representativo en suelo europeo desde 1993, los jugadores del conjunto europeo y sus respectivos caddies recibieron una sorpresa consistente en un video que habría de cambiar completamente su perspectiva sobre la forma de confrontar este campeonato.

Dicho video, cuya duración es de poco menos de dos minutos y medio, está basado en los comentarios de tres ex capitanes del equipo, que resultaron triunfantes en sus respectivas oportunidades. Se trata de Brian Huggett, Sam Torrance y José María Olazábal.

La escena comienza con cada uno de ellos mirando a través de la ventana de su casa o club, durante una mañana. El primero en aparecer es Hugget, de 81 años, quien jugó en seis ocasiones y fue capitán en 1977, diciendo ante la cámara: «A medida que envejeces, las cosas te son arrebatadas y esa es parte de la vida. Aprendes a atesorar las oportunidades que has tenido y a reflejarte en aquellos momentos que te han definido, tanto buenos como malos».

En su oportunidad, Sam Torrance —quien embocó el putt del triunfo en 1985 y dirigió al equipo a la victoria de 2002— dice: «Esto es más que solo un juego. Lo vives, lo respiras y has trabajado duro para estar aquí. Y no solo se trata de participar. Se trata de ganar. Nada más».

Olazábal, capitán y guía en el Milagro de Medinah en 2012 —en el que los del viejo continente consiguieron los ocho y medio puntos de 12 posibles que necesitaban para ganar el campeonato, deja aflorar su sensibilidad al comentar entre lágrimas que: «Seve (Ballesteros) me enseñó que hay tiempos en los que necesitas buscar en las profundidades de tu alma para salir adelante. La honestidad lo es todo. Tú solo puedes sacar aquello que has metido, pero nunca debes rendirte».

Hay mucho más en estos 143 segundos extraordinarios, capaces de motivar, incluso, a quienes no son fanáticos del equipo europeo o del propio golf, pero no menciono más de ellos para no quitarles la sorpresa cuando lo vean (aunque lo más probable, es que, si ya estén en estas líneas, es seguro que los invadió la curiosidad y la consecuente emoción por ese pequeño documental). Solo diré que la frase final (aparece solo escrita) es clave en el mensaje a los protagonistas.

Más allá de lo que dice la ciencia acerca de la motivación, está claro que una guía bien orientada puede ser la clave que diferencie al triunfo del fracaso. Un excelente ejemplo para demostrar los efectos de un buen discurso, lo vemos en Winston Churchill, cuyos discursos fueron un arma letal en contra del invasor nazi durante la Segunda Guerra Mundial. «Iremos hasta el final. Pelearemos en Francia, pelearemos en mares y océanos, pelearemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire. Defenderemos nuestra isla, sea cual sea el costo, pelearemos en las playas, pelearemos en las pistas de aterrizaje, pelearemos en tierra firme, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en las colinas; no nos rendiremos nunca…» Ya todos sabemos el efecto que tuvieron esas palabras en el pueblo inglés y en la histórica defensa de su territorio.

En el mundo del golf, ¿sería posible concebir la carrera incomparable de Tiger Woods, sin la permanente motivación de su padre Earl? Seguramente no habría sido igual a lo que hasta ahora ha logrado.

Para quienes hemos jugado golf durante muchos años, está claro que no hay mejor motivación que la práctica del propio juego. Si nos fue bien en la ronda, estaremos esperanzados en regresar para hacerlo igual o aún mejor, pero, si nos ha ido mal, más allá de los corajes consecuentes, estaremos esperando con ansia el regreso para vengar la afrenta con el propio campo de golf.

Sin embargo, tanto en torneos profesionales como amateurs, hay jugadores que, más allá de sus cualidades en el deporte, tienen la capacidad para sobreponerse a cualquier circunstancia y darlo todo por conseguir la victoria. Allí están los casos del propio Tiger o Jordan Spieth, por mencionar a dos de este lado del charco, o bien, al increíble inglés Ian Poulter o el español Sergio García, quienes ya forman parte de la historia de la Copa Ryder por su excepcional capacidad para vencer individualmente o por parejas, a adversarios que en el papel lucen notablemente superiores a ellos.

Finalmente, la que ha sido una de las más importantes armas del representativo de Europa en la Copa Ryder: compañerismo. No importa cuán unidos se sientan los jugadores de Estados Unidos, nunca han podido igualar el ambiente de camaradería y solidaridad que impera en el campamento del equipo comunitario. Es increíble que siendo un continente, tengan más apego a la insignia que los representa, que los propios estadounidenses, quienes comparten patria, bandera e historia.

Mientras Europa esté más motivada que los Estados Unidos, poco importará el nivel de juego de los yanquis o su mejor posición en el ranking mundial; el espíritu y la comunión pesan más que un top-10 en cualquier lista.

fdebuen@par7.mx