Hay muchas ventanas desde donde se puede ver y juzgar la actuación de Tiger Woods en el Hero World Challenge, el torneo que marcó su regreso al golf de competencia, después de una ausencia que se extendió por casi 16 meses.
Tras observar su desempeño en el campo de golf, es obvio que el californiano no tiene la confianza lo llevó a ser el número 1 del mundo por 683 semanas, pero tampoco ha recuperado el estado mental que se requiere para jugar cada ronda de 18 hoyos al mismo nivel. Aunque la segunda vuelta en el campo de Albany, en las Bahamas, es más difícil que la primera, la diferencia en las cuatro tarjetas de Tiger es de 16 golpes menos en los primeros nueve hoyos, que en los segundos. También cometió errores de administración en su juego, permitiendo seis doble-bogeys en el torneo.
En entrevista posterior a su cuarta ronda, aceptó sentirse un poco «oxidado», pero a la vez sorprendido por haber podido jugar los 72 hoyos, sin dolores en las piernas o la espalda.
Pero más allá de haber terminado en el 15º lugar entre 17 participantes —renunció Justin Rose tras los primeros 18 hoyos—, todo parece indicar que Tiger está totalmente recuperado de sus lesiones, y muy emocionado por haber vuelto al golf de competencia.
La clave —pienso yo— son esos 24 birdies conseguidos en el torneo de su Fundación. Muchos de los golpes perdidos se debieron a la falta de ritmo o decisiones erróneas, y son faltas que irá minimizando conforme aumente su ritmo de participación en torneos. Obviamente, el resultado final de 4 bajo par habría sido inaceptable en sus mejores años, sobre todo si lo comparamos con los 10 golpes de diferencia que hubo entre él y el campeón Hideki Matsuyama. Sin embargo, algunas de las capacidades que lo han distinguido a través del tiempo siguen vigentes, como lo son su distancia, precisión y una precisa lectura de los greens.
Si lo que vimos durante el fin de semana es la muestra de lo que Tiger puede hacer, es factible imaginar que conforme vaya sumando rondas a su calendario, los resultados serán mucho mejores y, en algunos meses, lo podríamos ver pelear de nuevo por un campeonato.
Para los fanáticos de los números, basta mencionar que cuando inició el torneo, Tiger estaba ubicado en el lugar 898 del mundo y, este lunes, avanzó 248 posiciones, hasta el lugar 650. ¿Volveremos a verlo en el top-10 del mundo?
La ventana de la popularidad
Desde su triunfo en el Masters de 1997, Woods puso de cabeza al mundo del deporte, convirtiéndose eventualmente en el atleta más famoso del orbe, superando en ingresos anuales a todos, gracias a sus exorbitantes patrocinios. Ocupó más portadas de revista que ningún otro deportista en el mundo, despertando al golf de un letargo en el que se había metido desde los años de oro de Jack Nicklaus.
Tiger Woods es sinónimo de negocio y «negocio» es la palabra que resume el espíritu del PGA Tour. Esta característica me hace pensar mal acerca de la tardanza en la recuperación de su juego y, sin poderlo comprobar de manera alguna, sospecho que su renuncia a participar en dos torneos antes que en éste —el Safeway Classic y el de Turquía—, solo fue una medida mercadotécnica para atraer la atención de los medios especializados.
Si Tiger regresa y vuelve a ser el jugador competitivo que estamos acostumbrados a ver, nuestro deporte recuperaría, indudablemente, los más altos índices de popularidad pues, a diferencia de aquellos años en los que disfrutamos de su monopolio, hoy tiene en sus adversarios, a quienes se inspiraron en él para llegar al cénit, y serán sus más férreos adversarios en el regreso a la gloria. Eso promete una competencia sin precedentes en el golf del presente siglo.
La ventana de la incertidumbre
La interminable polémica acerca de quién es el mejor golfista de todos los tiempos, volvió a surgir con motivo del regreso del ex alumno de Stanford. Daniel Berger, miembro del PGA Tour, escribió en Twitter que estaba muy contento, porque el G.O.A T. (Greatest of all times) estaba de regreso, a lo que Gary Player contestó que no sabía que Jack Nicklaus jugaría esa misma semana.
Discusiones como esa, se dan en cada campo de golf y en cada Hoyo 19 de cada club. Si Tiger regresara a su mejor nivel, podría ganar tres torneos y alcanzar los históricos 82 triunfos en el PGA Tour de Sam Snead y, si llegase a ganar cuatro majors, alcanzaría los 18 de Jack. Entonces no quedaría duda de que el californiano es el más grande golfista de todos los tiempos. Mientras tanto, dejemos que la polémica continúe.
Conclusiones
Hace ya más de ocho años que Tiger Woods ganó el último de sus 14 grandes, el U.S. Open de 2008. Desde entonces, aunque ha seguido registrando triunfos —14 entre 2009 y 2015—, dicho lapso también incluye cuatro temporadas completas sin una sola victoria.
Sus 40 años de edad no representan ningún impedimento para que Tiger Woods vuelva a ganar; su estado físico, en cambio, sí podría truncar un regreso histórico, en cuyo caso, no le quedaría más remedio que la despedida. Otra cosa que podría dejarlo fuera de las competencias sería su propio retiro, en caso de que estando en plenitud de facultades físicas, su nivel de juego ya no diera lo suficiente como para volver a ganar.
Lo cierto, es que todos esperamos con ansia el regreso de Tiger a las competencias y, aun con los problemas que tuvo en el campo la semana pasada, la impresión que me deja es mucho más positiva que negativa.
Me quedo con esta reflexión: Tiger Woods tiene con qué volver a ganar. fdebuen@par7.mx |
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