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La seguridad en los campos de golf

Fernando de Buen



Hace unos días, en un club del Valle de México ocurrió un accidente que tuvo consecuencias fatales. Sin más información que la que se suele recibir por las vías extraoficiales, me enteré del fallecimiento de un jugador, como consecuencia del estallamiento de vísceras y fracturas múltiples, al caer al lecho de un río y ser aplastado por el carro de golf que manejaba.

Por respeto a los amigos y familiares del fallecido —a quienes extiendo mis sinceras condolencias—, no entraré en detalles, pero sí considero de utilidad compartir algunas recomendaciones de seguridad, que resultan esenciales durante una ronda de golf, con el fin de prevenir accidentes, que pueden ir desde un rasguño, hasta la muerte.

Empezando con el tema de los carros, cada vez es más común considerar a estos medios de transporte como auténticos juguetes, que pueden ser utilizados de las formas más irresponsables, pensando que por su limitada velocidad resulta casi imposible que ocurra un accidente. Nada más falso; un choque contra un árbol por distracción, pasar por encima de una piedra, dar una derrapada en el pasto húmedo o la caída del chofer o un pasajero por una curva pronunciada, pueden tener como consecuencia mucho más que un simple golpe.

Algunas reglas a seguir cuando se utiliza un vehículo en el campo de golf son las siguientes: siempre detenerse por completo, mientras un jugador ejecuta su golpe; es imperativo observar el vuelo de la bola y no se debe manejar, mientras ésta está en movimiento; nunca se debe abordar un carro que no esté totalmente detenido, pues un tropezón en el intento puede ser funesto; aunque todos sabemos que no debe haber más de dos personas en un carro, es muy común que circule con tres personas, exponiendo peligrosamente a quien va sentado en la orilla. Es común que algunos jugadores gustan de convertir el carro en un antro ambulante, con la música a volúmenes imperdonables (lo que, por cierto, está prohibido por las Reglas); el volumen de la música puede provocar que no oigamos un grito de advertencia, si una bola viene hacia nosotros. Otra cosa esencial: el alcohol es tan peligroso en estos vehículos como en cualquier otro; moderación, que maneje el caddie, o mejor todos abajo y a caminar.

Otra de las reglas de seguridad es la de no adelantarse al jugador que golpeará su bola. En golfistas mortales, como quien esto escribe, resulta casi imposible seguir esta recomendación al pie de la letra, pues en más de una ocasión, nos adelantamos un poco para buscar nuestra bola escondida en un profundo rough, mientras que alguien atrás golpeará la suya. No es tan grave adelantarse un poco, siempre y cuando nos mantengamos en un ángulo que casi imposibilite que la bola salga en nuestra dirección, aun y como consecuencia de un horrible shank. Es esencial en estos casos, detener cualquier distracción para voltear a ver la ejecución del golpe. También es importante estar parado sobre una superficie plana y no resbalosa, para facilitar una maniobra evasiva, en caso necesario.

Parece también de película cómica, pero los rebotes de las bolas en objetos sólidos, como árboles, rocas, equipos de mantenimiento o las propias banquetas de caminos o puentes, han cobrado víctimas en mil formas diferentes, incluyendo al propio jugador. Recuerdo en una ocasión a un muy buen amigo, quien me pidió alivio de la caja de control de un aspersor en el campo, que se encontraba frente a su bola, a una distancia razonable. Le dije que simulara un swing completo y, que si llegaba a rozar alguna parte del mismo, tendría el alivio solicitado. Cuando hizo el swing, vimos que había, al menos, 30 cm. de distancia entre la cabeza del palo y el punto más cercano de la caja, por lo que le dije que no podía tomar alivio. Algo frustrado, mi amigo ejecutó su golpe y, efectivamente, el swing no se acercó a la mencionada caja metálica, pero el golpe no tomó la trayectoria esperada y, tras rebotar en la obstrucción, la bola regresó a toda velocidad e impactó a mi amigo en la zona más dolorosa del cuerpo humano.

Cuando lo vi caer al piso con un intenso rictus de dolor y las manos sumergidas en la entrepierna, sentí una pena terrible; él insistió que no era mi culpa, pero, aun sabiéndolo, la cruda moral me duró mucho tiempo. El susto fue impresionante y afortunadamente, no hubo nada que lamentar.

Debemos tener especial cuidado en nunca meternos en la trayectoria de un swing, porque el impacto de una masa metálica —en ocasiones a más de 150 kph— puede ser un arma letal. También, por supuesto, el propio ejecutante debe cerciorarse antes de golpear, que nadie esté cerca del recorrido de la cabeza del palo.

Una estadística que no podemos soslayar, es que el 5% de las muertes registradas por tormentas eléctricas suceden en campos de golf, por lo que debemos tomar precauciones extra y buscar inmediato refugio, hasta que la tormenta cese por completo.

Para terminar, seamos responsables con el consumo de alcohol. Los efluvios de Baco aflojan el cuerpo, pero también la mente, invitándola a un comportamiento más irresponsable.

Sin existir una amplia bibliografía sobre esta cuestión, se dice que el golf causa 4 mil muertes por año, por accidentes dentro del campo. Muchas más que deportes considerados como de alto riesgo.

Aunque no queramos creerlo, el golf es uno de los deportes más peligrosos del mundo. Debemos gozar de su práctica, pero respetando siempre su potencial peligrosidad.

fdebuen@par7.mx