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Corea se robó al golf femenil

Fernando de Buen


Se-ri Pak

Cuando leí la nota, no lo podía creer: el golf femenil estaba siendo secuestrado por una horda de jóvenes orientales, coreanas para ser más específico.

Tratándose de una institución de enorme tamaño, la extracción fue progresiva. El plan se inició en 1998, orquestado por una de las líderes históricas del movimiento, de nombre Se-ri Pak. Por supuesto, no representaban ningún peligro para el deporte de los fairways y greens.

Dos años después surgió Grace Park —paisana de la anterior y una verdadera princesa en carácter, gracia y personalidad— quien comenzó a ganar torneos en 2000. Ambas pasaron a retiro eventualmente y dejaron un muy grato recuerdo de su desempeño por el LPGA Tour, pero nada más.

No obstante, la semilla estaba sembrada y, escondidas bajo los techos de miles de viviendas en Seúl y otras ciudades de Corea del Sur, se orquestaba el más grande secuestro de una disciplina deportiva en la historia de la humanidad.

Conforme fueron pasando los años, con la discreción que es propia de su nacionalidad, una a una, las jugadoras de este país fueron llegando a los Estados Unidos, hasta que, en 1999, de 122 jugadoras no americanas —un grupo representado por 27 países—, 47 pertenecían a dicha nacionalidad.

Un buen ejemplo de la forma en la que las jugadoras norteamericanas cedieron su dominio, es que la última vez que una de ellas —Dottie Pepper— dominó el Tour en torneos ganados fue en 1996, pero compartió el honor con la inglesa Laura Davis y la australiana Karrie Webb, cada una con cuatro triunfos. Entre 2000 y 2009, 31 de los 40 campeonatos de grand slam, fueron ganados por jugadoras no estadounidenses. En cuanto a las coreanas, 19 de ellas ganaron 64 torneos del circuito en la década pasada.

En el decenio actual las cosas no han cambiado y el dominio coreano sigue siendo abrumador. En 2011 ganaron seis torneos de 23, seis de 27 en 2012, seis de 28 al año siguiente, en 2014 fueron 10 de 32 y, en 2015, ganaron casi la mitad de los campeonatos, 15 de 31. Sus triunfos en la presente década suman 43 de 141 eventos hasta 2015. De seguir la tendencia, serán entre 85 y 100 en las victorias de las jugadoras de dicho país entre 2011 y 2020.

Ahora bien, toda esta pléyade de triunfos no considera a la actual número 1 del mundo, la neozelandesa Lydia Ko quien, por no dejar, es nativa de Seúl. Si fuéramos un poco exigentes, añadiríamos sus 14 triunfos, y los de alguna otra extranjera, pero nativa del mismo país, y el resultado sería increíblemente abrumador.

¿2016? Las coreanas suman nueve triunfos en 27 torneos, pero si sumamos los de Ko, estaríamos hablando de 13, casi la mitad, como sucedió en 2015.

En el golf amateur, las cosas no son muy diferentes, y un buen ejemplo de ello es lo sucedido la semana pasada en la Riviera Maya, donde tres muchachitas coreanas —dos de ellas de 16 y 17 años— se robaron el Campeonato Mundial Amateur por Equipos —Copa Espirito Santo— ganando el torneo por 21 golpes al segundo lugar, y por 35 a nuestras mexicanas, que terminaron en décimo. Al día siguiente (ayer), en Francia, tres de sus paisanas dominaron el Evian Championship —supuesto quinto major del Tour— donde cinco connacionales ocuparon las seis primeras plazas.

En concreto, aquella inocente intromisión de la inolvidable Se-ri, se ha convertido en apenas dos décadas, en un completo secuestro del golf femenil en el orbe y, lejos de pensar que la liberación se dará pronto, se antoja más factible que llegue el día en el que la diferencia quedará marcada cuando una coreana no gane un torneo del LPGA Tour.

Las negociaciones para rescatar al juego están estancadas. Para recuperar al rehén, haría falta un ejército internacional de golfistas dispuestas —como las coreanas— a sacrificarlo todo por liberar a la disciplina de sus implacables captoras. ¿Habrá en el mundo occidental alguien dispuesta a dar el esfuerzo? Se antoja difícil, muy difícil.

¿Y qué podríamos hacer con nuestras jugadoras para que en masa alcancen este nivel? Muy sencillo: Mandarlas a Corea unos cuatro o cinco años. Quizá no la pasen maravillosamente, pero no tengo duda que regresarían con una calidad y fortaleza mentales, que difícilmente podríamos concebir en la actualidad en todo el continente americano. La última jugadora occidental de la que existe la certeza que pudo sostener ese temple por algunos años, pero no quiso seguir adelante, pues más allá de sus planes personales, ya estaba rodeada y abrumada por las hordas orientales y prefirió optar por el retiro, fue nuestra gran Lorena Ochoa, la inolvidable Lorena, quien dominó el golf mundial entre 2006 y 2009.

Ahora bien, ¿qué hacen las coreanas para alcanzar ese impresionante nivel? De eso trataremos en una próxima ocasión.

fdebuen@par7.mx