. ..

 

Réquiem por nuestro golf profesional

Fernando de Buen




Nuestro país deambula por la calle de la amargura —no la de San Ángel, que esa es una de tantas bellas avenidas del antiguo barrio de nuestra capital—, sino la del caos, la corrupción descarada, la devaluación permanente, la desesperanza, la pobreza intelectual de la clase política, la violencia desmedida, la falta de oportunidades de negocios, fallas vergonzosas en política internacional y, desafortunadamente, la de un pueblo conformista incapaz de ponerle un alto al abuso de nuestros gobernantes y congresistas.

Ante tales circunstancias, el golf no podía salvarse y apenas unos meses después de celebrar la feliz conclusión de dos giras profesionales, hoy nos encontramos con que ninguna de ellas ha organizado torneos en este triste 2016.

Ni la otrora Gira Negra Modelo, de Paco Lavat, ni el México Golf Tour, de Carlos Alazraki, encontraron los patrocinadores necesarios para la organización de sus respectivas giras. Desafortunadamente, ambas cancelaciones afectarán progresivamente a nuestro golf profesional y, más temprano que tarde comenzaremos a vivir las consecuencias de la falta de fogueo de nuestros mejores exponentes en torneos internacionales.

Décadas atrás, la prácticamente única fuente de golfistas profesionales que surgían en México, provenía de caddies con aptitudes especiales para la práctica del juego. Excepcionalmente, aparecía en el horizonte algún universitario o profesionista que probaba suerte en el golf de paga. Afortunadamente, desde hace unos años, a raíz de la expansión del golf infantil juvenil en México, algunos de nuestros mejores candidatos decidieron probar suerte en el profesionalismo, sin descuidar su preparación académica, formando un nuevo grupo de deportistas que han complementado sus ingresos por competencias, con la de su trabajo como profesionales de clubes, tanto en labores gerenciales como de enseñanza.

Con el surgimiento del PGA Tour Latinoamérica, como parte del programa de expansión del PGA Tour en el mundo, se abrieron oportunidades extraordinarias para llevar a nuestros golfistas a un mayor nivel de competencia, en torneos que los enfrentan a los mejores de América Latina, y más recientemente, a los de Estados Unidos que no han encontrado cupo en el PGA Tour o en el Web.com Tour.

Por supuesto, mejoró notablemente el nivel de desempeño de nuestros pros, quienes nos han brindado grandes satisfacciones. Solo por mencionar algunos, el triunfo de José de Jesús Camarón Rodríguez en la Orden al Mérito del Tour Canadiense hace ya algunos años, el ascenso de Carlos Ortiz y Abraham Ancer al PGA Tour o el primer lugar en ganancias obtenido por Rodolfo Cazaubón en la pasada temporada PGA Tour Latinoamérica. Con excepción de Ortiz y Ancer, los demás mexicanos que han destacado en el ámbito internacional, lo han conseguido en buena medida por su participación en los torneos profesionales de nuestro país.

Con un horizonte vacío al frente, las oportunidades de contar con más mexicanos en el circuito latinoamericano se ven cada vez más lejanas y, desafortunadamente, si consideramos los dos años que le quedan al actual gobierno, y al menos, dos o tres más que tarde el próximo en enmendar la plana y recuperar la confianza de inversionistas, probablemente tendríamos que esperar un lustro para el resurgimiento de nuestro golf profesional. Ojalá me equivoque.

Aparte de Esteban Toledo en el PGA Tour Champions, con tres triunfos y una consolidación plena, el resto de nuestros mejores varones no ha tenido un buen año. Ortiz y Ancer perdieron de su tarjeta del PGA Tour y tratarán de recuperarla próximamente, durante las Finales del Web.com Tour, donde se unirán a Roberto Díaz, buscando algunas de las 25 credenciales disponibles para la gira grande. De no conseguirlo, regresaremos a un PGA Tour sin mexicanos y a un Web.com Tour al que será cada vez más difícil alimentar con jugadores surgidos del PGA Tour Latinoamérica, que cada año tendrá a menos de los nuestros.

El tsunami de desatinos gubernamentales ya erosionó con fuerza a las frágiles costas del golf profesional de México.

¿Qué sigue?

fdebuen@par7.mx