. ..

 

El golf es olímpico. ¿Alguna duda?

Fernando de Buen



Los medallistas: Henrik Stenson, Justin Rose y Matt Kuchar.

Los Juegos hablaron por sí solos.

La imagen lo dice todo. Tres rostros sonrientes, felices, orgullosos de haber representado a su país y entregarle una medalla olímpica; el inglés Justin Rose la de oro, flanqueado por el sueco Henrik Stenson —plata— y el estadounidense Matt Kuchar, bronce.

Atrás quedaron quienes menospreciaron la competencia y utilizaron al virus de Zika como excusa, quienes realmente le tuvieron miedo al contagio y quienes lo usaron como parapeto para esconder que su verdadera razón era un probable dopaje o la falta de interés por no haber premios en efectivo.

Muy poco importó que los tres mejores golfistas de la actualidad renunciaran a la competencia en Río de Janeiro. Menos aún que fueron más de 20 los jugadores que decidieron no asistir a Brasil. Lo único seguro es que, al ver la calidad del torneo, el trepidante final y la entrega de medallas al país, muchos de ellos se habrán arrepentido de su ausencia.

«Obviamente, cuando el himno nacional se escucha, es un momento de mucho orgullo —comentó Justin Rose—. Siento que de eso se tratan los Olímpicos. Así como te representas a ti mismo, aquí es más la representación de tu país y creo que eso es algo grande. Es un momento de mucho, mucho orgullo, cuando puedes compartirlo con la gente allá en casa».

Las idioteces de Rory
Para el otrora número 1 del mundo, el norirlandés Rory McIlroy, el golf olímpico no es importante. Cuando fue cuestionado sobre qué deportes vería, simplemente contestó: «Probablemente eventos como los de pista y campo, natación, clavados, las cosas que importan». Quizá, cuando se entere que los boletos del golf olímpico se agotaron, le dará al deporte que lo hizo multimillonario la importancia que merece. Mientras tanto, seguirá ocupando con dólares el espacio que antes ocupaban sus neuronas.

En cambio, Bubba Watson, a pesar de no haber tenido la actuación que de él se esperaba, quedó profundamente emocionado. «Este es el más grande evento deportivo del que he formado parte. Es una emoción para toda la vida —comentó el zurdo—. El Masters, tengo el Masters para el resto de mi vida, por es solo golf. No hay otra competencia alrededor. Así, cuando hablas de un evento deportivo, este es un sueño hecho realidad».

Cuando uno piensa en los nombres de Rose, Stenson y Kuchar, los de los ausentes dejan de ser necesarios, pues los 60 participantes le dieron a la justa olímpica el realce que necesitaba para que nuestro deporte asegure su presencia en el evento cuatrienal más allá de 2020, superando su periodo de prueba. Además, no tengo ninguna duda de que en Tokio estarán los mejores del mundo, incluyendo aquellos que decidieron no participar en Río.

Me queda claro que el golf cumplió con las expectativas que le permitieron regresar al circuito olímpico. Es obvio que para muchos no tienen la emoción que brinda una carrera en atletismo, una relampagueante jugada de basquetbol o un triple salto mortal en alguna prueba gimnástica, pero está comprobado que varios millones de telespectadores siguieron la trasmisión durante muchas más horas, que las que les destinarían a más de la mitad de las disciplinas presentes en la competencia. Además, los Juegos Olímpicos no se basan en las emociones, sino en una demostración de capacidad para un deporte que tiene seguidores alrededor del mundo.

¿Acaso el dressage, el tiro con pistola de aire, las pruebas de vela, el rugby, el hockey sobre pasto o el remo tienen más aficionados que el golf? De ninguna manera. ¿Se juega en más países que el golf? No creo que haya dos deportes en las competencias olímpicas que se jueguen en más naciones que el golf y, probablemente, solo el futbol lo supere.

En conclusión, el regreso del golf a los Juegos Olímpicos, después de más de un siglo de ausencia, quedará en los anales del deporte mundial como una de las mejores decisiones de los últimos años. Mi única queja, que no lo hayan decidido 50 o 60 años atrás.

fdebuen@par7.mx