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El espíritu de la apuesta en el golf

Fernando de Buen



Para muchos, la apuesta en el golf es el equivalente a la sal en una comida de hospital, o al hielo en la bebida durante un día de calores terribles, como los que estamos sufriendo en el Valle de México.

Apuestas hay de todos tipos, estilos y sabores, pero los métodos más conocidos tienen dos características muy peculiares, que no se repiten en ningún otro deporte: la primera es que el sistema —tremendamente complicado, por cierto— permite al jugador que va perdiendo el partido, recuperarse casi por completo, si juega bien los últimos cuatro o cinco hoyos; la segunda, que el ganador del match le concede al derrotado un golpe de ventaja para la próxima ocasión en la que jueguen, lo que evita que pierda permanentemente.

Por otra parte, prácticamente en todos los casos de apuesta en el golf, se toma en consideración el hándicap de ambos jugadores, con el fin de otorgar ventajas al que tiene un menor nivel de juego y emparejar sus posibilidades con la contraparte.

En pocas palabras, el sistema de apuestas en el golf busca, más que ninguna otra cosa, ser un entretenimiento y no un medio para obtener jugosos ingresos o generar pérdidas sustanciosas.

¿Por qué funciona de esta forma? Muy simple. Generalmente, el golf de fin de semana se juega entre los mismos compañeros de foursome, y resultaría muy poco conveniente que existieran resquemores entre los miembros de un grupo determinado, donde uno aportó a la bancarrota al otro.

Sin tener una clara noción con respecto a la relación de los sistemas de apuesta en el golf desde el origen del juego, yo me atrevería a afirmar que el ponerle un precio al resultado de la competencia es tan antiguo como la competencia misma.

Las Reglas de Golf no impiden las apuestas y, de hecho, tampoco limitan específicamente su monto. En el documento «Política de la USGA en apuestas», se menciona lo siguiente (cito textual):

«No hay objeción en el caso de apuestas informales entre golfistas individuales o equipos de golfistas cuando no influya sobre la esencia del juego. No es práctico elaborar una definición exacta de las apuestas informales, pero algunas características que tipifican dichas apuestas serían:

• en general, los jugadores se conocen;
• participar en las apuestas es opcional y limitada a los jugadores;
• la única fuente de los premios económicos son los jugadores; y
• la cantidad de dinero involucrada generalmente no es excesiva.

Por lo tanto, las apuestas informales son permitidas siempre y cuando el
propósito primario sea disfrutar el juego y no las ganancias económicas.»

Poco más adelante podemos leer:

«No se autorizan otras formas de apuestas donde se requiere a los jugadores participar (Ej. bolsas obligatorias) o donde se pueden involucrar cantidades considerables de dinero (por ejemplo: “calcutas” en las cuales se subastan jugadores o equipos).

Por lo contrario, es difícil definir formas no permitidas de apuestas de forma precisa, pero sus características incluirían:

• Se permite la participación en las apuestas a no-jugadores; y
• La cantidad de dinero involucrada se considera generalmente excesiva.»

Como podemos notar, la intención de las apuestas en el golf es meramente recreativa, pero respeta los montos que cada grupo determine poner en juego en antelación a cada ronda. Sin ahondar en detalles, sería como permitir cualquier monto, siempre y cuando no se arriesgue en forma alguna el patrimonio de los jugadores.

¿Cuánto apostar?

Es un tema que debe resolver cada persona con su propia conciencia, pero con la intención de buscar un punto de referencia, diría yo que lo suficiente como para provocar un cierto dolor en la derrota o un sabroso placer en la victoria, pero siempre manteniendo los parámetros dentro de un presupuesto destinado para el caso y, donde un mal día de ninguna manera afecte a la economía personal o familiar.

La verdad sea dicha, apostar en una ronda de golf con los amigos —donde más allá del metálico se juegan desayunos, copas y lo que quiera uno imaginar— es realmente divertido. Muchos golfistas requieren de la apuesta como un ingrediente indispensable en el recorrido, y pueden dejar de experimentar el gozo del juego, si la adrenalina de las ventajas o desventajas no corre por sus venas.

En lo personal, yo disfruto mucho de poner en la mesa un monto que se ciña a lo que describí dos párrafos arriba, pero, si se trata de un torneo, rechazo cualquier tipo de acuerdo en ese sentido, con el fin de concentrarme únicamente en mi estrategia de juego, evitando cualquier tipo de distracción. Sigo pensando que el golf de competencia no necesita de ningún aliciente externo para disfrutarse al máximo.

La apuesta en el golf, para muchos, uno de los ingredientes más divertidos del juego.

¿Jugamos? ¿Cuántas me das?

fdebuen@par7.mx