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De regreso a Fairmont Mayakoba

Fernando de Buen



Tras días de profundo cansancio por la cobertura de Par 7 al OHL Classic en la Riviera Maya, llegamos al Fairmont Mayakoba, con el fin de darnos un merecido descanso y conocer las novedades de este impresionante resort 5 Diamantes (AAA), que prácticamente rodea al campo El Camaleón, sede del torneo del PGA Tour.

Situado en un terreno de 97 hectáreas de bosques tropicales atravesados por canales de agua cristalina, el Fairmont es parte del complejo Mayakobá, de la empresa OHL. Cuenta con 400  habitaciones y suites, algunas de ellas ubicadas frente a la playa, otras a la orilla de los encantadores canales, y otras más en el edificio principal.

Nos hospedamos en una Signature Casita, a la orilla de un canal, rodeados de exuberante vegetación. Resultó ser una amplia habitación con una gran terraza y un vasto cuarto de baño con tina separada y habitáculos independientes para ducha e inodoro, dando por resultado un conjunto muy cómodo.



Hubiésemos querido hacer una descripción basada en nuestro calendario de actividades, pero en obvio de espacio tenemos que resumir, mencionando solamente las características principales de cada uno de los sitios que visitamos.

Probablemente piensen, queridos lectores, que estamos abaratando los adjetivos, pero es estrictamente justo mencionar que la atención recibida durante toda nuestra estancia, en todas y cada una de las áreas del Fairmont, fue simplemente excepcional.

La playa
Si bien se encuentra lejos del lobby del hotel —probablemente a 1 km—, se puede acceder a la playa en alguno de los muchos transportes que constantemente recorren el circuito, optar por alguna de las decenas de bicicletas BMW distribuidas en las áreas de circulación, o simplemente cubrir la distancia en una sana y muy grata caminata, a través de senderos perfectamente pavimentados y rodeados de los manglares que allí habitan desde tiempos inmemoriales.



Las arenas casi blancas del Caribe se replican aquí. Ello, aunado a un generoso espacio de sombrillas y camastros, siempre con toallas limpias y un menú adecuado para el lugar.

La sorpresiva gastronomía
«Sorpresiva» es un término que se adapta maravillosamente a la propuesta del afamado chef mexicano Richard Sandoval —uno de los más afamados chefs del planeta, con restaurantes desde Nueva York hasta Dubái—, quien hace algunos meses se hizo cargo de los menús de los cuatro restaurantes del complejo, espacios que, por cierto, se han sometido a una total remodelación, logrando un ambiente idóneo para los placeres del buen comer, además de vistas espectaculares.



La cocina de Sandoval no reconoce fronteras, pero tampoco limitaciones y se atreve a crear nuevas versiones de tradicionales platillos mexicanos, mezclándolos con toda clase de ingredientes provenientes de cualquier parte del mundo, dando por resultado propuestas con claro origen autóctono, pero sorprendentemente fusionadas con componentes de allende nuestras tierras y mares.

Los cuatro restaurantes son en sí mismos, expresiones diferentes del universo culinario.

El Puerto


Bajo un concepto latino-asiático, Sandoval fusiona sabores tradicionales y contemporáneos, convirtiendo a cada integrante de su menú en una propuesta ecléctica. De su carta sobresale el Bacalao Negro glaseado en chipotle y miso, un platillo cuyos ingredientes, al mezclarse en boca, crean una fiesta de pirotecnia que raya en la excelsitud. Sin duda, un pescado que quedará en la memoria de lo mejor que hayamos probado en nuestras vidas. Acompañan a los alimentos una carta de vinos de América Latina, sake japonés y poco más de 100 tequilas diferentes.

Ideal para cenas y, si el clima lo permite, nuestra elección sería la terraza.

La Laguna



Es el más mexicano de los restaurantes del Fairmont, pero siempre dejando un espacio al ingrediente que distingue al platillo tradicional, al que convierte en una propuesta contemporánea. Cuenta con un generoso espacio interior que aloja, aparte del restaurante, a una tequilería abundante en etiquetas de derivados de agave azul, más algunos mezcales. Quedarán para la memoria el Guacamole con chicharrón y tocino crujiente preparado en la mesa, la Sopa de tortilla y las Enchiladas de cangrejo y camarón, los tres con sabores que van algo más allá del propio antojo.



Brisas Coastal Latin Grill



Brisas
es también un espacio mixto, con áreas cerradas y abiertas. La abierta, más popular por la cercanía con la playa —tan solo unos metros arriba de la alba arena— es la que le hace honor al nombre del local, pues el permanente fluido eólico hace las veces de un aire acondicionado natural. Si pudiéramos calificarlo de tal forma —sin pretender desmerecer en absoluto la calidad y preparación de los platillos—, diríamos que es el menú más sencillo entre las cuatro opciones gastronómicas. Aquí el chef Sandoval se centra en mariscos frescos y finos cortes de carne, con originales salsas y muy variadas especias. De nuestra experiencia destacaron los tacos de camarón, arrachera y langosta —sugerencia del día— y, en forma muy especial, el Pozole de mariscos, un pozole rojo con una afortunada mezcla de productos de la tierra —granos de elote, chorizo, maíz pozolero, ensalada de rábano y limón— y del mar —calamar, camarón y callo de hacha. ¡Una delicia!

Lobby Lounge

Como suele suceder con los lobby-bar de la gran mayoría de hoteles, el de Fairmont es también un espacio para fomentar la convivencia, pero eso sí, con una vista excepcional, pues se encuentra en el punto más alto del hotel, frente a la laguna donde inician los canales del complejo. Al fondo, por supuesto, las líneas turquesas del Mar Caribe. De acuerdo con su espíritu, el Lobby es ideal para tomar una copa antes de la cena, o bien para disfrutar una velada muy grata, acompañando cocteles de todos tipos, con selecciones de entremeses, tacos inspirados en Asia o rollos de sushi. Esta última fue nuestra opción y nos fue muy bien, con los rollos Volcán —salmón, cangrejo picante, pepino y alioli de ajonjolí-chile chipotle— y Langosta.

Willow Stream Spa

El momento esperado. Recibimos un tratamiento denominado Alimento de los Dioses, consistente en un baño de cacao —casi chocolate— mezclado con esencias, que al ser untado en el cuerpo por las expertas manos de nuestras masajistas, daban esa sensación de confort y un calor sabroso que se templaba casi al contacto con el cuerpo. Después de la remoción de tan antojable mezcla, vino un masaje que nos relajó por completo. El resultado, una tarde memorable en manos expertas, con la sensación de una epidermis renovada y agradecida.

Fairmont y la ecología
Resulta imposible imaginar un complejo de estas características, lleno de vegetación y especies animales terrestres y marinas, sin un programa que rija todas las operaciones conservacionistas. Dicho plan se llama «Sustainability Partnership Program», que busca equilibrar las prioridades económicas, ambientales y sociales, minimizando los impactos de las operaciones regulares del desarrollo. Durante su construcción fueron reubicadas 10 mil plantas y, desde entonces, se ha promovido el mantenimiento de un hábitat ideal para la proliferación de las más de 330 especies, entre las que mencionamos tortugas, águilas pescadoras, garzas, peces, coatíes, cocodrilos e incluso venados.



También está vigente un programa permanente de ahorro de energía, que le ha permitido al desarrollo economizar casi 200 mil KWh y reducir las emisiones de CO2 en 83 toneladas anuales. Eso, entre otros programas de ahorro, como los del agua, a través de equipos de bajo consumo del líquido.

Conclusiones
Fairmont Mayakoba es un sitio muy placentero, ideal para el descanso, pero también para el fomento de actividades deportivas, según sean las intenciones de los visitante. Habitaciones amplias y pletóricas de amenidades, una gastronomía de altísimo nivel y creatividad, una atención que nos hace sentir únicos en el mundo, y la oportunidad de desempeñar casi cualquier cosa que nos venga a la mente, desde el golf en El Camaleón — diseñado por Greg Norman cuyo mantenimiento es reconocido como el mejor del país—, hasta la posibilidad de practicar un sinnúmero de actividades deportivas.



Un verdadero placer para viajar en pareja o en familia.

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