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¿El final de Tiger?

Fernando de Buen



Cuando en 1996 surgió Tiger Woods —un muchacho de apenas 20 años con un impresionante currículo amateur—, jamás imaginamos que podría llegar el día en el que este excepcional californiano decidiera abandonar el golf, debido a que su cuerpo decidió dejar de aguantarle el ritmo, a pesar de las seis cirugías a las que se ha sometido en los últimos años.

Después de todo, son casi dos décadas de forzar esta extraordinaria máquina humana, con extenuantes rutinas de ejercicio diarias, cientos y cientos de swings cada día en entrenamientos y torneos, donde rodillas, caderas, espalda, cuello, brazos y manos se han esforzado al máximo para fabricar a quien muchos consideran todavía como el mejor golfista de todos los tiempos.

En una extraordinaria entrevista para Time, Lorne Rubinstein le pregunta si tiene una fecha propuesta para recuperarse, como en años anteriores, Tiger, a unos días de cumplir los 40 años, responde que en esta ocasión no la tiene. «En ésta no puedo —responde Woods—. No hay calendario. Y es algo difícil de digerir, porque siempre me ha gustado establecer objetivos. Ahora tengo que repensarlo y decirme: “OK, mi objetivo es no hacer nada hoy”. Para un tipo al que le gusta trabajar, es un concepto difícil de entender… aun si no regreso y no vuelvo a jugar, de todos modos quiero tener una vida de calidad con mis hijos. Comencé a perder eso en las otras cirugías».

La causa de la duda acerca de su probable retiro, tiene que ver con su última dolencia. «Con una vértebra, tú sabes. Con un nervio, simplemente no sabes —afirma Tiger—. He hablado con Peyton (Manning) acerca de lo que está viviendo con sus problemas en el cuello. Es duro para los atletas cuando simplemente no sabes. Lo más importante es que tengo una vida con mis hijos. Eso es más importante que el golf. Es lo que he reconocido ahora».

«¿Es eso más importante que ganar un torneo de golf?», pregunta la entrevistadora. «Absolutamente —responde Woods—. No hay duda. Mis hijos son más importantes que cualquier otra cosa en el mundo».

En meses anteriores, era común escuchar a Tiger decir que su meta era romper todos los récords posibles; los 82 triunfos de San Snead en el PGA Tour (él suma 79), los 18 majors de Jack Nicklaus (14 en su palmarés) o los 18 torneos —11 consecutivos— que en 1945 ganó Byron Nelson (Woods logró nueve triunfos en 2000).  Ahora empieza a aceptar que podría no mejorar sus estadísticas, pero empieza a conformarse con lo logrado hasta ahora. «He conseguido mucho más en el juego de lo que jamás pensé —reflexiona—. Y para estar en mis treinta, y ¿haber hecho tanto? Nunca lo hubiera previsto».

¿Si Tiger se retirara, estaría conforme con los resultados obtenidos hasta ahora?
«Ponlo de esta manera —afirma quien ha liderado el ranking mundial durante 683 semanas acumuladas—. No es que yo quiera que suceda y no es lo que estoy planeando que suceda, pero si sucede, sucede. Me he reconciliado con ello. Es más importante para mí estar con mis hijos. No sé cómo pude haber vivido sin poder participar en las vidas de mis hijos. Eso para mí es especial. Ahora sé lo que mi papá sentía cuando salíamos a jugar nueve hoyos en la oscuridad».

Acerca de los récords de Jack Nicklaus y la posibilidad de no poder romper sus 18 victorias en torneos de grand slam, a causa de un retiro forzado, Tiger respondió: «No quiero que ello suceda. Sin ninguna duda. No quiero. Con todo mi corazón, no quiero dejar de jugar golf. Pero por otra parte, la vida de mis hijos es mucho más importante para mí. Ahora, si puedo hacer ambas, es un mundo ideal. Es ganar-ganar. Si solo puedo hacer una, no sería el golf, serían mis hijos. Aún es ganar-ganar.»

Pero siguiendo el tema del Oso Dorado, Woods afirma que hay una interpretación errónea en sus objetivos de superarlo. «No se trata de los majors. OK. Hay uno por allí. Se trata de la primera vez que el rompió el 40, la primera que rompió el 80, el primer torneo que ganó, la primera vez que ganó el Amateur estatal, la primera vez que ganó el U. S. Amateur y la primera vez que ganó el U. S. Open. Eso es. Esa es la lista. Toda está relacionada con las edades. Para mí eso fue importante. Este tipo es el mejor allá afuera y el mejor de todos los tiempos. Si yo podía romper la edad de sus logros, entonces tendría una oportunidad de ser el mejor».

«¿Rompiste la mayoría de ellos?» Pregunta Rubenstein. «Los rompí todos. Los rompí todos» contestó Woods, sin pensar —quizá— que nunca ganó el California Amateur Championship.

Así están las cosas. Quien fuera el ejemplo a seguir de todos los jóvenes que hoy dominan la escena mundial del golf, deambula hoy alrededor del lugar 400 del ranking mundial. Está a punto de cumplir los 40, intenta reponerse de una dolorosa lesión en un nervio de la espalda y, quizá gracias a ese problema de salud y el obligatorio descanso que se requiere para una total curación, se ha reencontrado con sus hijos y encauzado su felicidad a estar con ellos y   verlos crecer. Difícil imaginar, bajo estas circunstancias, que sus deseos por volver a competir al impresionante nivel que lo hizo por décadas, tengan la fuerza que tuvieran la década pasada.

Lo que Tiger no puede admitir y nosotros, sus millones de admiradores tampoco, es que regrese solo para cobrar millonadas de dólares, a cambio de lucir su historia en vez de su capacidad. Si no está listo para volver a jugar y ser competitivo, lo mejor será —ahora sí— que anuncie su retiro.

De cualquier manera, su nombre amerita letras de platino en cualquier compendio histórico de golf.

fdebuen@par7.mx