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Ecos de la América’s Golf Cup

Fernando de Buen



Matt Kuchar

Finalmente, llegó a la fecha en la que se celebró la segunda edición de la Bridgestone América’s Golf Cup presentada por Value, torneo que pasó de la euforia —por la posibilidad de jugar a Tiger Woods por primera vez en la Ciudad de México— al desencanto, por la posterior cancelación de su participación. A final de cuentas, fue un buen torneo, donde pudimos ver un golf de muy buena calidad, y donde Matt Kuchar —quien haría pareja con Tiger— no solo conquistó al público mexicano con golpes extraordinarios, sino también con una enorme simpatía.

Hasta antes de la cancelación del exnúmero 1 del mundo, todo era optimismo y algarabía, con abundancia de patrocinadores y un público ávido por adquirir boletos —extremadamente caros debo decir— para ver de cerca al mejor golfista de las últimas décadas.

¿Incumplió Tiger?
Cuando hace algunas semanas el californiano anunció que se sometería a su enésima operación —la sexta para ser exactos, desde su inicio en el profesionalismo—, el evento se tambaleó, llegándose a mencionar inclusive, que podría posponerse, a lo que el PGA Tour Latinoamérica —titular del evento— se negó rotundamente, pues no se trata de un torneo organizado para un golfista, sino la participación de un golfista en un torneo. Había un contrato firmado por los organizadores con el Tour y más valía cumplirlo.

Ahora bien, la presencia de Tiger, aun cuando no jugaría el torneo, también obedece a la firma de un contrato con los organizadores. Como algunos de ustedes ya sabrán, queridos lectores, en ningún evento del PGA Tour o de sus giras afiliadas —Web.com Tour, PGA Tour Latinoamérica, PGA Tour Canadá o PGA Tour China— se permite el pago —appearance fee— a un jugador para que compita en un torneo. Lo que se hace para disfrazar una negociación de este tipo, es contratar al jugador para visitar un país, golpear algunos drives en algún punto reconocible o histórico, dar clínicas de golf y atender conferencias de prensa y eventos con patrocinadores e invitados especiales. Dicho lo anterior, Woods cumplió estrictamente con su contrato, a pesar de no haber participado en el torneo.

Por otra parte, hay un compromiso —supongo que no escrito todavía— de que Woods regrese a México el próximo año, para cumplir con su palabra y con un público mexicano que estaba ansioso por verlo. Ojalá no falle.

Ya sin Tiger
La desilusión fue total cuando nos enteramos que el Club Campestre de la Ciudad de México —que a través de su historia ha recibido a jugadores extraordinarios como Bobby Jones o Walter Hagen, por mencionar solo dos— no sería visitado por quien ha liderado el ranking mundial por 683 semanas durante su carrera.

La venta de boletos prácticamente se congeló, pero los organizadores se rehusaron a regalarlos para asegurar la presencia del público. A juzgar por la cantidad quienes asistieron durante los cuatro días, me atrevería a mencionar que solamente se presentaron socios del Club anfitrión, invitados de los patrocinadores y algunos extras. Con precios que van desde los $800 más comisión, para los primeros días, y de $1100 más comisión para el fin de semana, no creo que se haya vendido un solo boleto.

Con el fin de promover la presencia de una mayor cantidad de público, le comenté a Diego Díaz —el cerebro argentino de la organización del campeonato— que el público de la Ciudad de México no está acostumbrado a pagar para asistir a torneos profesionales, y que incluso en Abiertos Mexicanos, con más de una veintena de jugadores activos del PGA Tour en el field, las entradas eran gratuitas y se obsequiaban entre los socios de los clubes de la región. Tiger habría sido la excepción, pero sin él, era simplemente un buen torneo, como muchos otros que se han celebrado en la capital mexicana. Mis palabras no tuvieron eco y el público no llegó.

Reconocimiento
Lo que vale la pena destacar de las empresas mexicanas que participaron el torneo, es que las dos principales, Bridgestone y Value se mantuvieron en pie, dando una muestra de respeto irrestricto a los compromisos contraídos, y respaldaron al evento hasta su conclusión. Eso es digno de respeto y admiración.

También es importante mencionar que por primera vez en décadas, una instancia no turística del gobierno apoya a un evento golfístico. Fue el caso del gobierno de la Ciudad de México —CDMX— quien a través del Instituto del Deporte del Distrito Federal, patrocinó el torneo y organizó una clínica de Tiger Woods en el Bosque de Chapultepec, abierta a todo el público. Finalmente, el golf empieza a desmitificarse como un deporte elitista al que no vale la pena apoyar. Esa es una gran noticia.

Lo bueno, el golf
De la competencia, definitivamente me quedo con el ejemplar comportamiento de Matt Kuchar, quien se presentó el torneo por mediación de Bridgestone, marca a la que representa. Lejos de mostrar inquietud o molestia por la cantidad de autógrafos que firmó o por verse rodeado permanentemente de público —especialmente niños—, un siempre sonriente Matt disfrutó de la gran acogida de nuestro público. Nosotros lo disfrutamos a él… y a su impecable calidad golfística.

Lo malo…
Es una lástima que un torneo tan bien organizado y con un muy alto nivel de golf, haya carecido de una mayor cantidad de público. Ojalá que los organizadores promuevan una mayor presencia del público, y tengan un plan alternativo, en caso de que falle Tiger de nuevo.

También fue triste no ver a una pareja mexicana peleando por el triunfo. Carlos Ortiz y Rodolfo Cazaubón se desinflaron tras la primera ronda, y Sebastián Vázquez y Juan Pablo Solís no pudieron empujar fuerte en la final, aunque fueron la única dupla que se coló al top-10. Ojalá que algunos de nuestros organizadores de torneos profesionales piensen en un evento de este tipo, para promover este formato de competencia.

Conclusiones
Definitivamente, fue un buen torneo, aunque sin Tiger el precio de los boletos era injustificable. No podemos olvidar que solo un jugador entre todos los participantes, estaba ubicado dentro de los 100 mejores del mundo la semana del torneo: Matt Kuchar, en el número 13. El siguiente en la lista fue el paraguayo Patricio Zanotti, en el lugar 102.
Ojalá que en 2016 tengamos de nuevo la sede y, ahora sí, veamos jugar a la leyenda.

fdebuen@par7.mx