Mi primera afirmación, a unos días de que inicie la 11ª edición de la Presidents Cup, es que el equipo Internacional —todos menos Europa— debe ganar el torneo, con el fin de generar una mejor expectativa de esta competencia, ya que la historia le ha dado ocho triunfos a los Estados Unidos, por uno de los internacionales y un empate, en la polémica edición de 2003.
Mi segunda afirmación es que no veo cómo el combinado del resto del mundo pueda vencer a los sobrinos del tío Sam.
Es cierto que los Internacionales serán locales en esta edición, lo que ayuda, pero no tanto como le sucede a sus adversarios cuando son anfitriones. El capitán Nick Price tiene a dos jugadores coreanos en el equipo, y a quien les abrió las puertas al golf internacional, K. J. Choi, quien es el vicecapitán del equipo. Esto, sumado a la increíble pasión que han demostrado los de aquel país por el golf, colocando a decenas de jugadoras entre las mejores del mundo, y no pocos varones y ya están logrando éxitos importantes en esta disciplina, será una indudable ventaja para los de casa, pero la suya es solo una de ocho banderas que estarán representadas en la escuadra.
Con los muy desfavorables resultados recientes en la Copa Ryder, los norteamericanos no buscan vengarse de los europeos —que para ello falta un año— sino conservar su supremacía sobre los restomundistas, manteniendo elevado el ánimo, tal como lo dejaron sus contrapartes femeninas en la reciente Copa Solheim, superando milagrosamente a las europeas en los individuales del domingo.
Ante la abrumadora ventaja de los estadounidenses, continuar con la hegemonía provocaría aburrimiento en los seguidores de este deporte, aun cuando se trata de una competencia increíblemente apasionante. Nunca podremos comparar la emoción que nos brinda un partido de futbol en vivo, con aquel cuyo resultado ya conocemos, por bueno que haya sido el encuentro. El triunfo internacional le daría una dosis de frescura al campeonato, generando una expectativa que no había tenido desde 2003, el año de un empate decidido por los capitanes Jack Nicklaus y Gary Player, aún y cuando el reglamento no lo permitía.
Pero desear ganar es una cosa, y otra muy diferente que ello suceda. Aunque tradicionalmente las estadísticas y posiciones dentro del ranking mundial suelen favorecer a los yanquis, como ha sucedido en la gran mayoría de sus recientes derrotas en la Ryder, han sido superados por jugadores que ocupan sitios menos importantes en las listas.
Desde inicios del 2014 y con más fuerza en este año, los de barras y estrellas han recuperado algunas de las más importantes posiciones en la clasificación del orbe y, por si fuera poco, han respondido en forma extraordinaria en torneos como la Ryder, aún en su participación como novatos.
Al ver las predicciones de los editorialistas relacionados con las giras del PGA Tour, me sorprende que de los 11 que predijeron el resultado, seis hayan favorecido a los EEUU y cinco a los anfitriones. Yo habría pensado que todos ellos le darían su voto a los visitantes. Citó a Mike McAllister, quien menciona que dentro de los 30 mejores del mundo están los 12 que forman el equipo de su país, por solo cinco de los internacionales. De los 30 puntos a repartir, Mike pronostica un triunfo de 17 a 13.
Ese es, precisamente el punto clave. ¿Cómo podríamos vislumbrar un triunfo internacional con una diferencia tan abismal en la calidad de los contendientes? La respuesta está en la Ryder Cup. Los europeos han sabido sustituir su déficit como jugadores, con un superávit como equipo, y les ha funcionado maravillosamente. Debemos recordar que en los Estados Unidos siempre ha imperado un sentido individualista sobre el colectivo, y el precio que han pagado contra los europeos, es un puñado de dolorosísimas derrotas.
Pero, a final de cuentas, Europa es una comunidad con pasaportes que solo sirven para demostrar quién es quién, pues las fronteras están abiertas a los países que la integran; el resto del mundo, en cambio, carece de una bandera común, y las costumbres entre sus integrantes, son tan diversas como las distancias que separan a sus respectivas naciones. En pocas palabras, es mucho más difícil integrarlos como equipo.
Como consecuencia de lo anterior, la ventaja que tienen los europeos de funcionar como un mismo país —misma bandera— no la tienen los Internacionales, lo que representa una desventaja seria, cuando se es inferior en el papel. Por eso considero que los norteamericanos deben vencer en esta justa.
¿Qué podría hacerles ganar a los Internacionales? Yo creo que sus jugadores orientales son capaces de marcar la posible diferencia a su favor, pues su temperamento les da más resistencia a la presión que los occidentales. Hideki Matsuyama (Japón), Thongchai Jaidee (Tailandia), Danny Lee (Australia-Corea) y Sangmoon Bae (Corea), podrían inclinar la balanza a favor de su conjunto.
El asunto es darnos un tiempo libre para ser testigos de este gran encuentro bienal, que independientemente de los resultados, siempre nos regalará grandes emociones.
Y tú, ¿a quién le vas?
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