La derrota de los Estados Unidos contra su similar de Europa en la pasada Copa Ryder, celebrada en 2014 en Gleneagles, Escocia, destapó la caja de Pandora, pues los europeos habían ganado por tercera vez consecutiva y por octava en las últimas 10 ediciones. Un Phil Mickelson evidentemente molesto con el capitán derrotado Tom Watson, durante la conferencia de prensa posterior al torneo, habría de exigir una revisión a conciencia del sistema de clasificación a este campeonato. El año próximo, en el campo de Hazeltine, en Minnesota, veremos si funcionó esta rebelión.
Pero la derrota que les infligió la escuadra europea —magníficamente comandada por el capitán Paul McGinley— no es la única del horizonte de aquel país. Además, en fecha reciente también los equipos femeniles en la Solheim Cup, y amateurs en la Walker Cup, han sufrido dolorosas derrotas.
En la Copa Walker —evento que data de 1922 —a pesar de un abrumador dominio de los norteamericanos, con 35 victorias por solo nueve derrotas y un empate, desde 1989, los británicos han emparejado las cosas y cada equipo ha ganado en siete ocasiones. Apenas el pasado domingo en Royal Lytham & St Annes, Inglaterra, los de casa vencieron a los visitantes por 16½ a 9½.
En la Solheim, la más joven de las tres competiciones —data de 1990—, las mejores profesionales de los Estados Unidos se enfrentan contra sus similares del viejo continente, y esta misma semana, en el campo de St. Leon-Rot, en Baden-Württemberg, Alemania, se jugará por decimocuarta ocasión. A pesar del histórico dominio de las sobrinas del Tío Sam, las dos más recientes y cuatro de las últimas siete ediciones, han quedado en manos europeas.
Si nos remitimos a las últimas tres celebraciones de cada una de estas competencias, los Estados Unidos han acumulado dos victorias por siete derrotas.
El único evento de este tipo en el cual mantienen una abrumadora supremacía es la Presidents Cup, donde los americanos han ganado ocho de las 10 ediciones, con una victoria internacional y un empate. En escasos 20 días se llevará la decimoprimera edición de este torneo, en Corea del Sur.
Aquí ya no se trata de culpar a un capitán o al otro, pues casi todos están siendo derrotados. Si los de barras y estrellas desean recuperar su histórica hegemonía, tendrán que cambiar su metodología en la forma de enfrentar estos torneos… ¡y esperar que el resto del mundo no reaccione!
Al igual que en el ranking mundial, el dominio absoluto de los representantes estadounidenses, ya no es ni la sombra de lo que solía ser; solo quedan polvos de aquellos lodos.
Si bien el irlandés Rory McIlroy acaba de recuperar el número 1 de la clasificación internacional —debido el método de clasificación—, su diferencia con sus más cercanos seguidores, Jordan Spieth y Jason Day —estadounidense y australiano, respectivamente— es tan pequeña, que cualquiera de los tres podría amanecer en primer lugar al término del BMW Championship, tercer torneo de la Copa Fedex que se juega esta semana. En la lista de los 10 mejores del mundo, hay cinco Estados Unidos —lugares 2°, 4°, 5°, 7° y 9°— un norirlandés (1°), un australiano (3°) un sueco (6°), un inglés (8°) y un español (10°).
En el golf femenil el asunto es mucho más dramático. Las jugadoras de Corea del Sur están dando una lección sin precedentes en la historia de este deporte, a sus contrapartes de los Estados Unidos. Mientras que cinco jugadoras dela nación oriental —más una neozelandesa que también nació allí— ocupan puestos dentro del top-ten del ranking mundial femenil, solo dos yanquis se ubican en este selecto grupo. Aún con las dimensiones de ese país asiático, un total de 156 de sus jugadoras ocupan un espacio dentro de las 500 mejores del mundo.
En la actual temporada del LPGA Tour, se han jugado 24 torneos, con 12 victorias de jugadoras coreanas, cuatro más que fueron ganados por una nativa de Corea con nacionalidad neozelandesa, y uno más por una australiana descendiente de coreanos. Solo cuatro jugadores de Estados Unidos han ganado en la temporada.
Con un sinnúmero de jugadoras orientales que dominan la escena mundial del golf, y la enorme desventaja de su difícil reconocimiento por el público occidental, el circuito estadounidense está sufriendo de una seria pérdida de identidad; para resolver el problema, ya una buena parte del calendario se celebra en naciones orientales, evidentemente, con mayor éxito que los que se organizan en casa.
¿Así o más complicado?
Al parecer, nuestros vecinos se durmieron en sus laureles, mientras que a su circo le crecieron los enanos. Si bien, nadie pone en duda de que sigue siendo el país más poderoso del planeta en lo que golf se refiere, en el área femenil ya perdió por completo su dominio, mientras que en el varonil, la Europa comunitaria por una parte, y Australia y Sudáfrica por la otra, le han puesto ya demasiados baches en el camino.
En conclusión, la hegemonía yanqui ha terminado y, al igual que la del planeta, la geografía del golf mundial está cambiando en forma importante, y es muy poco probable que regrese a lo que fue hasta hace 20 años.
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