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Chambers Bay, sede del Abierto estadunidense

El U. S. Open a la manera del Open Championship

Fernando de Buen




Este jueves inicia el U. S. Open en el campo de Chambers Bay, a una hora de Seattle, en el pacífico noroeste de los Estados Unidos. Si en forma distraída encendemos nuestro televisor y nos encontramos con la trasmisión del torneo, es muy probable que nos invada la confusión y pensemos que estamos viendo el Open Championship, en alguna sede escocesa.

La verdad es que Chambers Bay es la primera sede del Abierto de los Estados Unidos que ofrece un campo tipo links, con profundas ondulaciones, cambios de elevación, espectaculares vistas al mar, decenas de miles de metros cuadrados de arena y, sobre todo, un campo de 7742 yardas que se jugará como par 70.

La pregunta que suele hacerse en estos casos es: tratándose de un diseño de campo afín a las tierras británicas, ¿no desfavorecería a los jugadores estadunidenses?

La respuesta la ha dado la USGA a través de los años: el campo se prepara con el fin de obligar a los jugadores a mostrar excelencia en todas y cada una de las áreas del juego, desde la mesa de salida hasta el green. El trazo se proyecta tradicionalmente para que el competidor utilice los 14 palos de golf y lo haga en formas diversas. No hay puntos débiles u hoyos de descanso; una zona de descenso franca y abierta para el golpe de salida, continuará irremediablemente con un segundo golpe a un green angosto y rodeado de peligros; encontrar un fairway complicado será recompensado con un tiro franco a green. Los golpes desviados serán castigados en forma directamente proporcional al tamaño del error. Mike Davis, director ejecutivo de la USGA y encargado de la preparación del campo, diseñó hace algunos años un sistema de rough gradual, donde el césped crece en la medida que se aleja del fairway; esto deja atrás la teoría del medio golpe de castigo, y salir de un área con hierbas que cubren las rodillas, puede significar la perdición del ejecutante.

Durante un seminario de reglas de golf celebrado en Houston hace ya muchos años, tuve el honor de conocer a Tom Meeks, uno de los más grandes expertos en reglas de golf en la historia y quien dedicó muchos años de su vida a preparar campos para este campeonato. Durante un descanso del curso impartido por él y otro experto, le solicité una entrevista (Par 7 impresa, n° 67, feb. 2004), de la cual retomo las siguientes preguntas:

«FB. Hablando del U.S. Open, ¿por qué tiene que ser el torneo más difícil de todos?
TM. Porque estamos tratando de encontrar al mejor jugador y la manera de hacerlo es imponiendo las condiciones más complicadas, sin dejar de ser justas y equitativas. Eso significa un campo firme y rápido. Si golpeas la bola desde el rough, esta no se detendrá porque el terreno esté suave. Los greens serán firmes —Tom golpea la mesa tres veces—, muy firmes, con lecturas del stimpmeter (método de medición para determinar la velocidad de los greens) que van desde 12 a 14 pies y banderas que suelen esconderse detrás de los bunkers.

Tú sabes, cuando probamos las cualidades de un jugador, estamos probando su paciencia. Para ganar el U. S. Open tienes que ser paciente. No vas a lograr par o birdie en cada hoyo, harás bogeys y doble–bogeys; el rough es denso y con 5 pulgadas de altura, de forma que si tu golpe de salida termina en el rough, tus posibilidades de lograr par se reducirán mucho.
FB. ¿Se trata de regresarle su dignidad al par de campo?

TM. Bien, como te dije antes, el torneo siempre ha tenido la filosofía de ser lo más difícil posible, sin dejar de ser justo. Mi trabajo es continuar con dicha filosofía.»

Recordemos que en aquellos tiempos, había un primer corte de rough y después un rough parejo, pero denso y extremadamente difícil.

Administración y paciencia son los dos ingredientes indispensables que deben ir de la mano de la excelencia en el uso de las herramientas del juego, para poder salir avante de un desafío de estas características. Se trata de 18 hoyos con altísimo grado de dificultad, donde cada golpe requiere de una planeación estratégica, y ocasionalmente se debe sacrificar distancia para asegurar la posición, o tirar lejos de la bandera en el golpe al green, asegurando un par, en vez de buscar un birdie que fácilmente podría convertirse en doble-bogey. El aspirante al triunfo debe estar consciente de que cometerá algunos errores durante los recorridos, y deberá mantener su resistencia a la frustración, evitando a toda costa que el golpe mal ejecutado afecte al siguiente.

En fin, este campo diseñado por Robert Trent Jones Jr. que aún no cumple los ocho años de edad —y en cuya construcción se movieron 1.5 millones de yardas cúbicas de tierra para adaptarlo al estilo escocés o irlandés—, a pesar de su juventud, ya fue sede en 2010 del U. S. Amateur y ahora recibirá a los mejores jugadores del mundo, para competir por el segundo grand slam del año.

¿Favoritos? Es muy difícil pronosticarlos bajo estas circunstancias pero, efectivamente, el trazado tipo links puede favorecer a los británicos. Los norirlandeses Rory McIlroy (2011), Graeme McDowell (2010) y el inglés Justin Rose (2013), ya han ganado este torneo y se sentirían como en casa al jugar en Chambers Bay. Ahora bien, hay jugadores que han mostrado excelencia en el país sede y resulta imposible descartarlos. Entre ellos están Jordan Spieth, Rickie Fowler o Dustin Johnson. El australiano Adam Scott suele jugar muy bien en links, debe estar también en esta lista.

Definitivamente, valdrá la pena reservar un generoso espacio de tiempo para sentarse frente al televisor y ser testigos de un evento que, sin duda, pasará a la posteridad.
Imposible perdérselo.

fdebuen@par7.mx