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El golf, mina de diamantes para el sector turismo

Fernando de Buen




El pasado 20 marzo tuve el gusto de entrevistar al licenciado Gerardo Llanes, director de mercadotecnia del Consejo de Promoción Turística de México —CPTM—, acerca del interés por fomentar la visita de golfistas mexicanos a nuestros destinos, en lugar de elegir opciones en el extranjero.

Dentro de los temas que tratamos en el citado intercambio, hubo un detalle que llamó fuertemente mi atención: la comparación entre la derrama que deja un turista extranjero promedio, y la que deja un golfista extranjero promedio, tras sus respectivos periplos (la entrevista completa aparecerá en la edición de abril de nuestras revista impresa Par 7, pasión por el golf).

A grosso modo, Gerardo me comentó que un turista promedio gastaba en cada viaje a México aproximadamente 900 dólares; en cambio, el viajero golfista dejaba en promedio casi 3500 billetes verdes. ¡Casi el cuádruple!

Con estos números, me dejó muy en claro que el turismo golfístico siempre será prioritario para el mercado mexicano.

Ahora bien, otra de mis dudas tenía que ver con la orientación de la inversión publicitaria del CPTM y los propios destinos, quienes asignan un porcentaje sensiblemente mayor a sus promociones en Estados Unidos y Canadá, que en nuestro país.

Puedo entender que el golfista extranjero represente un mayor interés para quienes ofrecen servicios turísticos relacionados con la práctica de este deporte, pues con la impresionante derrama, me queda claro que prácticamente todos los ofertantes se llevan una interesante tajada de la visita. Sin embargo, le comenté a Llanes que me pareció paradójico que el esfuerzo promocional se fuera mayoritariamente al extranjero, cuando es claro que el nivel económico de nuestros golfistas supera en gran medida al de nuestros ilustres visitantes.
En su respuesta, mi interlocutor me hizo ver que la importancia no estaba en el promedio per cápita, sino en el enorme diferencial que representaba el volumen de golfistas entre ambas opciones.

Aunque sería absurdo cuestionar una afirmación tan obvia, me pareció importante hacer una pequeña investigación al respecto, con números que me encantaría compartirles a continuación.

El número de golfistas que practican en México ha sido y sigue siendo un enorme misterio, porque no existe un estudio formal que nos permita conocer una cantidad aproximada a la realidad. Lo que sí sabemos es que hay poco más de 200 campos de golf en el territorio nacional —204 de acuerdo con la Federación Mexicana de Golf—, de los cuales 121 están afiliados a esta organización. Aunque desconozco el dato en la actualidad, con base en información de hace algunos años, el número de familias inscritas en la FMG debe ser algo superior a 20 mil. Haciendo una matemática sencilla y considerando cuatro golfistas por familia, la suma de afiliados podría llegar a 80 mil. Si le sumamos la cantidad de golfistas no-afiliados y aquellos que no cuentan todavía con membresía de un campo de golf, el resultado podría ser el doble, pero veo muy poco probable que sea mayor a esto.

Ahora bien, ¿cuántas personas practican golf en los Estados Unidos? De acuerdo con un estudio llevado a cabo por la National Golf Foundation, en 2009 había un total de 28.6 millones de golfistas en tierras del Tío Sam. Este número llegó a los 30 millones en 2005 y a 29.5 en 2007, pero también las crisis pegan allende el Río Bravo.

¿Y cuánto pueden gastar 28.6 millones de golfistas en un año? El cálculo, de acuerdo con Golf 20/20, en 2011 la industria alrededor de este deporte tuvo un valor de 68,809 millones de dólares, más del doble que las ventas de petróleo en Arabia Saudita. El impacto total en la economía de los Estados Unidos en ese año, fue de 167.8 mil millones. En el Sumario Ejecutivo del The 2011 Golf Economy Report, editado por Golf 20/20 (ver PDF),  se menciona que la rebanada dedicada a servicios turísticos de este inmenso pastel, ascendió a 20,555 millones de dólares (p. 4). Se estima que el número de viajes relacionados con el golf llevados a cabo en el mismo año fue de aproximadamente 115.9 millones (p. 14).

Poniéndole un tipo de cambio (muy) barato de 15 pesos por dólar, estaríamos hablando de 308,325 millones de pesos, gastados por turistas estadounidenses en viajes con motivos golfísticos.

Si gracias a su promoción y su muy apetitosa oferta de campos de golf en playas y la incomparable hotelería que la acompaña, México consiguiera el 3% de esa cantidad, la captación por este rubro alcanzaría los 9,250 millones de pesos. Nada mal para un deporte que por décadas fue históricamente despreciado como una fuente de ingresos turísticos. Por supuesto, podría ser más, mucho más.

En concreto, la decisión del CPTM de dedicar una gran parte de su inversión a tratar de captar el interés de golfistas de los Estados Unidos y Canadá, es lógica, atinada e inteligente.

A pesar de lo anterior, hemos sido testigos por años de que un simple rumor sobre inseguridad, una crisis económica o el temor a un casi imposible contagio por una enfermedad, han dado al traste por meses o años con la oferta turística mexicana. Por ello —más que por ninguna otra cosa—, es muy importante no perder de vista a los golfistas mexicanos, quienes ya estamos curados de espantos y, cuando se trata del golf, nos gusta pasarla realmente bien, aunque ello represente una inversión —que no gasto— adicional.

Si después de esto, les quedó la curiosidad por saber cuánto representa la economía del golf en México, es muy probable que al igual que yo,  se quedarán con las ganas de conocer la respuesta, pues hasta donde sé, no existe tal estudio (si alguien conoce alguno, le agradecería muchísimo que me indica la fuente).

Mientras tanto, por el bien de nuestra economía, el país debe seguir invirtiendo en infraestructura y promoción para incrementar la oferta golfística, y generar una mayor derrama de divisas extranjeras.

fdebuen@par7.mx