«Ya estamos en Marzo y no hay noticia alguna de si habrá Gira de Profesionales de Golf para este año.., es una pena que las Empresas no apoyen y apuesten por el golf mexicano aún cuando ya hay 2 mexicanos en el PGA Tour y varios más en Giras muy competitivas como el web.com Tour.., la misma Gira Mexicana lo es!!, y es de donde la gran mayoría de nosotros empezamos y después salimos para jugar en Giras Internacionales.., es nuestra plataforma!!, hay muchos Profesionales grandes jugadores y amateurs muy talentosos con ganas de triunfar dentro y fuera de México, que lo que quieren es competir!!, la competencia es lo que nos da el buen nivel!!.., apoyen y crean más en el Golf Profesional Mexicano!!, no hay mejor inversión que en el Deporte!!, hay más allá que el Fútbol Soccer.., gracias...»
Alex Quiroz, jugador PGAM, vía Facebook.
Las palabras de mi buen amigo Alejandro Quiroz —aun sin escucharlas— tienen el tono de una voz desesperada, al ver cómo el escaparate que le ha dado un periodo virtuoso al golf profesional mexicano, se cierra lentamente, poniéndole fin a más de un decenio de grandes esfuerzos, que sirvió para levantar el nivel de nuestros pros a alturas que habría parecido imposible imaginar hace apenas una década y media.
La gira profesional mexicana no tiene patrocinadores y muere lentamente de inanición. Queda entre el golf amateur y los circuitos internacionales de paga, un enorme espacio casi imposible de saltar, aun y cuando algunos superdotados, como Carlos Ortiz, lo hayan logrado. El circuito mexicano resultaba el paso natural de grandes amateurs —jugadores de clubes y caddies— hacia la esperanzadora posibilidad de hacer de su capacidad para vencer a campos y adversarios en el golf, un modo digno de vida. Además, con la enorme ventaja de hacerlo en terreno propio, con gastos aceptables y brindando un gran espectáculo a los visitantes de los clubes donde se celebraba cada etapa.
El camino a través de cada hoyo jugado, la forma de afrontar la ronda, el sinsabor de no haber pasado el corte, gozar los primeros dineros en el bolsillo como producto de aquello que más apasiona, saludar desde muy temprano a los amigos de la profesión, el saber que se tiene la capacidad para provocar el aplauso tras el golpe atinado, o la felicitación tras un recorrido con números rojos…, llenar cada una de las páginas con la experiencia de lo vivido.
La experiencia…
La indispensable experiencia que nos hace madurar, la que nos hace replantear la metodología, la que nos hace discernir entre la seguridad y el riesgo, la que nos hace crecer y volvernos mejores; la que vence a la técnica depurada o a la mente capacitada o a los últimos modelos en herramientas de juego. ¿Cómo llegar tan lejos sin valernos de ella?
Hoy parece que quien se interese en esta opción profesional, tendrá que saltar de secundaria a la universidad, sin pasar por la preparatoria.
¿Dónde estarán los patrocinadores? No los culpo si están con la cabeza en un agujero a la manera de esas avestruces imaginarias de las caricaturas. La situación que este gobierno tricolor ha provocado, con estancamiento económico, devaluación galopante —tan propia de sexenios priistas—, corrupción aderezada con impunidad —platillo exquisito de quien la practica— y una mezquindad y cinismo insoportables, no invitan de manera alguna a la inversión.
Sin embargo, parecen olvidar que quienes practican el golf, son los que más pueden resistir a este tsunami que quiere arrastrar a la clase media a la pauperización total. Son los hombres de empresa, los profesionistas exitosos, los que tienen una reserva para soportar estos vientos nefastos, los que arriesgan y apuestan al futuro,… los que pagan impuestos para sostener al país y a los vividores que se sirven del presupuesto.
Recordemos lo que pasó hace poco menos de una década, con el surgimiento de Lorena Ochoa. Los patrocinadores le apostaron fuerte desde su llegada y obtuvieron beneficios increíbles, a pesar de que la tapatía era un producto que se vendía demasiado caro, al menos antes de llegar al pináculo del golf mundial femenil. Con Lorena se reactivó la afición al golf, y el número de interesados en este deporte se multiplicó en forma exponencial. Para cada anunciante, invertir en el golf a mediados de la década pasada fue una historia de éxito.
Quizá no ven lo que está pasando en la actualidad; no se dan cuenta de que una nota sobre un buen desempeño de Oscar Fraustro o Carlos Ortiz en el PGA Tour se vuelve viral en nuestro universo cibernético. Que el éxito de cualquier profesional mexicano —hombre o mujer— es el éxito de todos, pues somos únicos en eso de ponernos la camiseta del triunfo; si no, pregúntenle a las televisoras.
Es indispensable que los patrocinadores revivan lo sucedido desde 2004 en adelante con Ochoa. Deben apostar apoyando a nuestros golfistas, pero también a las giras que los forjaron. No se puede esperar que surja una estrella del futbol, sin contar con una cancha de práctica. La gira profesional mexicana es la cancha de nuestros golfistas y el gran laboratorio donde surgen los nuevos valores del golf de paga y emigran a metas más ambiciosas y exigentes.
No podemos dejar que muera nuestra gira. Es imperativo rescatarla y apoyarla con todo para evitar que vuelva a desfallecer.
fdebuen@par7.mx
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