Cuando uno llega a su club a las 7 de la mañana con el fin de jugar una ronda de golf, en medio un frío como el que últimamente nos ha atacado a quienes vivimos en la ciudad de México, siempre piensa en que debe llevar una o dos capas adicionales de ropa, sustituir la gorra de golfista por una contra el frío, y prepararse para un recorrido con un grado de dificultad mucho mayor que el que se podría enfrentar en un día común de verano. Sin embargo, más allá de la vestimenta, ¿acaso pensamos en todas las cuestiones que inciden en nuestro juego y su probable resultado, cuando jugamos bajo un clima gélido?
Veamos algunos tópicos.
Ropa
Antes de empezar a jugar, debemos decidir el tipo de ropa y accesorios que utilizaremos para jugar cómodamente en el frío. Es bueno recordar que cada capa de ropa provocará cambios en nuestro swing, y consecuentemente afectará al resultado de nuestros golpes. De unos años a la fecha han surgido prendas delgadas y ajustadas, que mantienen nuestro cuerpo en una temperatura agradable. Ese tipo de chamarras y no otras gruesas y acojinadas, son las adecuadas para jugar golf. Siempre será preferible utilizar una chamarra que tenga bolsas, con el fin de meter las manos en ellas entre golpe y golpe de nuestra ronda, con el fin de conservarlas tibias.
Otra de las mejores formas de atacar la sensación de frío, es cubriéndonos las orejas. Una gorra que puede encargarse de dicha función, mejorará notablemente nuestro confort bajo tales condiciones.
En el caso de los calcetines, se pueden utilizar los típicos de algodón, pero resultan mejores los de lana. Mientras mayor sea la compresión, menor la penetración del frío en los pies y pantorrillas. En estos casos es altamente recomendable usar calcetines largos o medias.
Equipo
No siempre pensamos en ello, pero el clima afecta el comportamiento de una bola de golf. Por sus componentes son de baja resiliencia y, mientras menor sea la temperatura, mayor será la compresión y, por tanto —a menos de que se trate de un golpe perfecto y a gran velocidad— la distancia del vuelo se reducirá notablemente. ¿Tú también guardas tus bolas de golf en la bolsa, y ésta se queda en la casi congelada bodega de bastones? ¡Mala decisión! La temperatura ideal para una bola de golf es de 26.6°C y, a medida que ésta desciende, el vuelo de tu bola tiende a reducirse. Es mejor mantenerlas en temperatura ambiente y cuando las guardes en la bolsa antes de una ronda, procura que el interior de su empaque no las afecte demasiado por este factor. Solo recuerda que está prohibido por las Reglas calentar una bola en forma artificial durante una ronda. También está comprobado que mientras más fría —y consecuentemente dura— esté una bola, más probable será que fallemos nuestros golpes, con el muy probable dolor en las manos que ello provoca. Una solución alterna es utilizar una bola de menor compresión, pues estas se ven menos afectadas por la temperatura exterior.
El frío suele estar asociado con la humedad y ésta es el mayor enemigo del guante de golf. Siempre es recomendable traer uno o dos guantes de repuesto y hacer el cambio cuando la parte interior del mismo se humedece.
Factores climáticos
A medida que arrecia el frío, el aire se vuelve más denso, afectando el vuelo de la bola. Esto no solo se traduce en una pérdida de la distancia, sino también en la potencialización de los efectos de draw o fade que se le impriman. Algunas pruebas realizadas con el famoso Iron Byron —el golfista mecánico con el que se prueban las bolas de golf en la USGA— resultaron que a una velocidad de impacto de 109 millas por hora, el vuelo de una bola aumenta 1.3 yardas por cada 10°F. Cuando la temperatura excede de los 37.7°C (100°F), golfistas capaces de impactar la bola a 120 mph, logran que ésta recorra 15 yardas más, que cuando la temperatura está en los 21.1°C (70°F).
Nosotros
Para nosotros los golfistas, por las condiciones ya expuestas, el frío es un factor que nos demanda una mayor concentración y una permanente atención a nuestras actividades, antes y durante la ronda de juego.
La rutina en el área de práctica nos exigirá un ejercicio físico más intenso, con el fin de estirar los músculos, generándonos un mayor calor interior. Esto representa dos ventajas: el incremento en el fluido que protegerá nuestros músculos durante la ronda, y el aumento de la flexibilidad, permitiéndonos lograr golpes de acuerdo con nuestras expectativas. También es recomendable que repitamos algunos de estos ejercicios entre golpe y golpe, con el fin de mantener nuestra temperatura corporal.
Pasar por alto esta rutina, podría hacer que los músculos se tensen durante la ronda, presagiando una debacle en nuestro juego y arriesgándonos a una lesión.
En el aspecto mental, no debemos soslayar que habrá durante nuestra jornada más factores que pueden provocar un mal golpe, por lo cual debemos incrementar la resistencia ante la frustración. No olvidemos que nuestros adversarios estarán pasando por las mismas penurias y, salvo caso excepcional, cometerán también un mayor número de errores.
La gran ventaja de nuestro querido México, es que podemos jugar golf prácticamente todo el año, con excepción de aquellos días con lluvias torrenciales que fuerzan el cierre del campo. El frío, si acaso, podría provocar una apertura tardía del mismo, pero muy rara vez impedirnos practicar nuestro deporte favorito.
Si piensas que el frío en este principio de año ya terminó, piénsalo dos veces. Si bien enero es el mes más gélido de cada calendario en estas latitudes, febrero y marzo suelen darnos grandes sorpresas.
Es mejor estar bien preparados para disfrutar al máximo del golf, aun bajo climas inconvenientes.
fdebuen@par7.mx |
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