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IGPM realizó su octavo torneo en el CCCM

Poder de convocatoria

Fernando de Buen




Marina Villasana y Rosalba Papacostas casi flotan sobre el piso del salón de eventos del Club Campestre de la Ciudad de México, sede de la octava edición del ProAm IGPM, torneo que desde hace ya siete años recauda fondos para apoyar a nuestras profesionales en su camino al golf de paga. Se desplazan por toda la superficie para atender a la crema y nata del deporte mexicano, del golf federado, del golf profesional, y a los muchos invitados especiales.

Su labor a través de Impulsando al Golf Profesional Mexicano ha sido mágica y, partiendo prácticamente de la nada, han logrado amalgamar el apoyo de iniciativa privada y gobierno para reunir fondos y destinarlos a cubrir algunos de los muchos gastos que demanda una gira profesional en el extranjero, como el Symetra Tour o el LPGA Tour.

Este año estuvo lleno de nombres que hemos oído antes. Muchos siguen haciendo historia como el matador de toros Enrique Ponce, mientras que otros ya la hicieron, como los futbolistas Luis García, Alberto García Aspe, Hugo Enrique Kiesse y Jorge Campos. De esos nombres famosos, uno queda inevitablemente por encima, al tratarse —como bien dijo Pablo Carrillo en su turno al bat—de la iniciadora de una virtuosa generación de golfistas y el ejemplo a seguir para cada una de las que comienza su camino en las lides sobre fairways y greens: Lorena Ochoa.

Jugadores y jugadoras profesionales también pusieron su granito de arena para engrandecer el escenario. De México, Estados Unidos y América Latina viajaron para sonreírle al proyecto cariñosamente, Lorena Ochoa, Natalie Gulbis, Mariajo Uribe, Paz Echeverría, Sebastián Vázquez, Rodolfo Cazaubón, Fabiola Arriaga, Alex Quiroz, Francisco Salazar, Anníbal Canales, Paola Pavón, Ana Menéndez, Oscar Serna, Margarita Ramos, el colombiano Oscar Álvarez —campeón del Abierto Mexicano—, Roberto Díaz, Julián Valenciana, Manuel Inman, Juan Diego Fernández, Jorge Rodríguez, Mauricio Azcue, Lilí Álvarez, Sandra Angulo, Horacio Morales, Armando Favela, Paola Moreno y José de Jesús Camarón Rodríguez.

Asistió la Federación Mexicana de Golf, con su presidente Pablo Suinaga al frente. También el cantante Kalimba, a quien no sabría dónde colocar.

Patrocinadores, representantes de los medios, fotógrafos, reporteros y, por supuesto, los participantes del torneo, completaron una comunidad que por algunas horas se unió en torno de un objetivo y un sueño: apoyar y esperar que pronto, de ese grupo de jóvenes surja la nueva Lorena.

—No me trates mal a mis niñas—, me pide Marina, en velada súplica por la forma en la que hemos calificado el desempeño de sus protegidas en Par 7. —Son profesionales y no debemos ser condescendientes al juzgar su actuación—, le respondo con una sonrisa que intenta atemperar el momentáneo espacio de tensión. —Si juegan fatal, debemos decir que jugaron fatal, si juegan maravillosamente, les haremos un monumento—, continúo con mi réplica. Sabiendo que yo no podría ceder en nuestro criterio editorial, ella me regala una mirada amable y una sonrisa encantadora, como diciéndome: «A ver si la próxima vez que quieras criticar su desempeño, recuerdas esta sonrisa y te arrepientes.» Mi amiga usa su arrolladora simpatía como un arma para desafiar a mi objetividad.

En concreto, todos quienes año con año asistimos a este evento único, nos sorprendemos de la capacidad de convocatoria de Marina y Rosalba, quienes a través de IGPM y con la coordinación de la exjugadora LPGA, Violeta Retamoza —quien perteneció a las primeras generaciones de golfistas del programa—, organizan un gran torneo, donde cada equipo se forma por un(a) profesional y cuatro amateurs.

¿Quién ganó? Quien haya ganado el torneo es lo de menos. Ganaron las siete jugadoras que en 2015 serán apoyadas con un muy importante porcentaje de los gastos que se deben erogar para competir en un circuito profesional en el extranjero; gana el deporte mexicano, que debería replicar este esquema en otras disciplinas, a las que les hacen falta medios económicos para participar en torneos de excelencia; gana el golf mexicano por ser punta de lanza en este método de apoyo; ganan reconocimiento —aunque no lo buscan— Marina y Rosalba por su admirable labor, y ganamos todos, porque es un placer ser parte de este movimiento.

Por eso, esta semana, Par 7 online sale un día después. ¿Acaso no vale la pena?

fdebuen@par7.mx