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PGA Tour: dudosas políticas antidopaje

Fernando de Buen



Dustin Johnson

Es un hecho indiscutible que el PGA Tour intenta demostrar por cualquier medio, que el golf profesional está prácticamente limpio de jugadores que recurren al dopaje para mejorar su desempeño en el circuito profesional.

Sin embargo, surgen casos como el de Dustin Johnson, estadounidense de 30 años, que acaba de destrozar su muy valiosa imagen pública, al darse a conocer que por tercera ocasión dio positivo en el consumo de drogas. El pasado jueves 31 por la tarde, Golf.com reportó que Johnson había sido suspendido durante seis meses, al fallar por tercera ocasión a un examen antidoping. Una fuente no oficial declaró después que había pruebas anteriores que demostraban que el extraordinario golfista había consumido mariguana en 2009 y cocaína dos años después.

En el campo de la especulación, se me ocurre que después de una reunión secreta con las autoridades del PGA Tour —donde se enteró de los resultados de esta prueba—, el propio Dustin aceptó la invitación a separarse del circuito en forma repentina, dejando torneos como el WGC-Bridgestone Invitational, el PGA Championship, los Playoffs de la Copa Fedex y la Copa Ryder. Ni más ni menos.

En su declaración a los medios, Johnson escribió: «Dejo el golf profesional en forma inmediata. Voy a utilizar este tiempo para buscar ayuda profesional y solventar los problemas personales que tengo… Ahora me tomaré un tiempo para mejorar mi salud mental y física».

Lejos de aceptar la falta de su jugador, la organización solo atinó a decir: «Con respecto a los reportes de los medios acerca de que Dustin Johnson ha sido suspendido por el PGA Tour, el presente es para aclarar que el señor Johnson se ha retirado en forma voluntaria y no se encuentra bajo suspensión por el PGA Tour».

Si es cierto que no hay tal castigo, ¿qué le impediría al ganador de 4.2 millones de dólares en esta temporada el presentarse a jugar los Playoffs de la Copa Fedex? ¿Acaso lo permitirían sus propios compañeros?

Al igual que yo, ustedes se preguntarán ¿por qué esta respetable institución niega lo que es evidente para todo el mundo? La respuesta está en la política de respeto para con sus jugadores, cuando dan positivo por drogas que el Tour denomina como recreativas. Si uno de los miembros es descubierto por consumo de mariguana, cocaína o similar, la organización separa al jugador y lo veta por un tiempo determinado, pero la decisión no será divulgada al público en general. Tampoco confirmará la noticia, ni siquiera si el afectado la hace pública.

Si, en cambio, se le descubre a un jugador que consumió drogas con el fin de mejorar su desempeño en el campo de golf, éste es suspendido de acuerdo con las políticas que marca para tal efecto el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS por sus siglas en inglés), órgano encargado de revisar y en su caso, sancionar los casos de dopaje relacionados con el Comité Olímpico internacional. Lo que es un hecho indiscutible, es que el consumo de mariguana o cocaína, o cualquier otra droga recreativa, está seriamente penado por el TAS y la suspensión debe existir, aunque se guarde en secreto. Si no se sometiera a este reglamento, el golf sería suspendido de inmediato como disciplina olímpica.

Más que una política de respeto a sus asociados, tal actitud parece una forma de encubrimiento, nada me impide especular —de nuevo— que hay evidencia de que el consumo de tales sustancias entre sus profesionales, resulta mucho mayor de lo que podríamos imaginar.

La línea que divide a estas dos conductas en el PGA Tour parece disolverse en los hechos señalados. Dustin Johnson ha sido imagen del circuito durante casi cuatro años, y tal parece que la organización prefiere que la noticia se disipe con el tiempo, a simplemente aceptar los hechos y confirmar la suspensión, utilizando el caso para demostrarle al público —sobre todo al infantil y juvenil— que no apoya el consumo de drogas de ningún tipo.

Los golfistas profesionales, como cualquier otro deportista famoso, deben tener un desempeño ejemplar dentro y fuera de su terreno de juego. Deben ser un modelo a seguir para cada uno de sus seguidores, sin importar si están en medio de la temporada o en un periodo vacacional. A ninguno de estos profesionales le ha resultado saludable ser descubierto por consumo de drogas, por violencia intrafamiliar o, hasta por una falta al reglamento de tránsito.

Si bien el máximo circuito profesional de golf en los Estados Unidos se ha ganado la fama de ser la organización deportiva en el mundo que más dinero ha donado a causas benéficas, bien podría exigirles por contrato a sus jugadores que se olviden del consumo de estas sustancias, para que también ellos sean ejemplares al representar al Tour. No olvidemos que cada uno de quienes participan en sus torneos gana carretadas de dinero, y no sería descabellado demandarles que se abstengan de consumir drogas, so pena de una suspensión pública.

Lejos de abrillantar su imagen con estas conductas, el PGA Tour se opaca en aras de encubrir a sus miembros.

Una política absurda, por decir lo menos.

fdebuen@par7.mx