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El hoyo en uno, ¿talento o suerte?

Fernando de Buen



Hoyo en uno de Gene Sarazen en el British Open de 1973.

Sucedió hace ya muchos años. Me encontraba en la mesa de salida del hoyo 8 de mi Club de Golf Vallescondido, cuando llegó mi turno de tirar. La distancia a la bandera era de aproximadamente 145 yardas y decidí utilizar un hierro 9. El golpe fue suave, pero sólido y la trayectoria estaba perfectamente alineada con la bandera; todos los que estábamos allí vimos una muy buena posibilidad de ser testigos de mi primer hoyo en uno; la bola botó 1 metro detrás de la bandera y, tras el segundo bote, regresó hacia el hoyo, rodeó la orilla, giró casi 90° con un buen porcentaje de su masa en la parte interna de la copa y salió dramáticamente, para reposar a unos 40 cm de distancia.

Al ver la escena y el resultado final, mi primer pensamiento no fue acerca de lo bueno que había sido el golpe, si no lo extremadamente difícil que sería repetir algo semejante pero, en esa ocasión viendo a mi bola desaparecer en las profundidades del hoyo.

Yo conocía las estadísticas: para un jugador amateur, las posibilidades de lograr esta proeza son, aproximadamente, de 1 en 12,500, de acuerdo con lo que señala la National Hole in One Association (NHOA). Me sentía feliz por haber logrado lo más cercano a ese sueño, pero realmente frustrado, pues imaginaba que, de alguna forma, el ciclo de probabilidades se reiniciaba y tendría que intentarlo unas 12,500 veces más para conseguirlo.

¿Cómo habrá sido mi sorpresa, cuando 14 días después, en el mismo hoyo, aproximadamente con la misma distancia y, basándome en la memoria de lo que había pasado dos semanas atrás, utilicé el mismo hierro, para ver mi bola finalmente desaparecer? En esta ocasión, mi bola picó también 1 metro atrás pero, a diferencia de la otra, con unos 60° de desviación al lado derecho del hoyo; el backspin la hizo regresar en una línea demasiado afortunada y un par de segundos después se cumplió mi sueño: ¡ya tenía mi hole in one!

Pasaron aproximadamente 20 años para que esa primera bola tocara el hoyo, y solo dos semanas más para embocarla con mi golpe de salida. ¿Qué probabilidades tenía yo bajo tales circunstancias? Probablemente una en decenas o cientos de miles, pero eso deja de ser un factor, cuando la suerte está de nuestro lado. Aproximadamente seis años después llegó el segundo y último de mi vida como golfista. ¿Hice 12,500 intentos entre uno y otro?, difícilmente la décima parte de esa cantidad. Mi hándicap en ambas historias era entre 12 y 14.

¿Suerte o talento?

Las estadísticas son abrumadoras a favor de la primera opción. Datos de la NHOA nos mencionan lo siguiente: las posibilidades de que un golfista profesional consiga un hoyo en uno son de 1 en 2500; un jugador de bajo hándicap lo logrará cada 5 mil intentos; las posibilidades de que dos amateurs consigan uno el mismo día y en el mismo hoyo, son de 1 en 26 millones; finalmente, las probabilidades de que dos jugadores de un mismo foursome de amateurs logre esta hazaña en la misma ronda, son de 1 en 1.3 millones.

Dentro del anecdotario del golf profesional, esta Asociación nos recuerda algunos eventos cuyas posibilidades rozan en lo astronómico. En 1971 el jugador John Hudson consiguió dos hoyos en uno consecutivos —en par 3 y par 4— en Norwich, Inglaterra. Las posibilidades: 1 en 50 millones. Dos veteranos, el legendario Gene Sarazen y David Russell, embocaron su golpe de salida en el hoyo 8, en el Open Championship de 1973, celebrado en el campo de Troon. Sarazen tenía 71 años. Probabilidades estimadas: 1 en 73 millones.

Uno de los eventos más increíbles en la historia del golf profesional, sucedió en el U. S. Open de 1989, en el campo de Oak Hill C. C. Cuatro jugadores, Nick Price, Doug Weaver, Jerry Pate y Mark Wiebe, lograron un hoyo en uno en la misma ronda y en el mismo hoyo, el 6, a 167 yardas de distancia. Aun tratándose entonces de algunos de los mejores golfistas del planeta, las posibilidades de que esto vuelva a suceder son de 1 en 1.6 millones.

Dicho lo anterior, ¿Quién es el profesional más suertudo del planeta? Su nombre es Mancil Davis, quien tiene registrados 51 hoyos en uno, 10 doble-águilas (albatros), ocho hole in one en un mismo año y uno más que logró desde 379 yardas. Podrían pasar siglos para que alguien supere este currículo.

Uno de los milagros golfísticos más cercanos de los que me he enterado, fue el sucedido a mi hermano Carlos, hace ya muchos ayeres. Después de tomar sus primeras clases de golf, el profesional del club decidió que su siguiente lección sería en el campo; seis hoyos después, en el 15 de Vallescondido, el abogado vio cómo su bola picó en green y se dirigió decididamente hacia el hoyo hasta esfumarse. ¿Hacer un hole in one en la primera ronda de tu vida? No tengo ni idea de qué digan las estadísticas, pero los números deben ser increíblemente grandes.

Para finalizar este departamento estadístico, la Asociación menciona que hay aproximadamente 150 mil hoyos en uno cada año, de un estimado de 490 millones de rondas de golf.

En concreto, el hoyo en uno es un churro monumental, pero a la vez, uno de los momentos más excitantes que nos puede ofrecer la práctica del golf. Al menos en mi experiencia personal, muy pocas cosas he disfrutado tanto en el campo, como haber logrado dos de ellos, con la inmensa fortuna —adicional— de haber estado rodeado de grandes amigos.

No me pregunten lo que sucedió aquellas dos inolvidables tardes en el Hoyo 19. ¡Fue apoteósico!

fdebuen@par7.mx