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Golfista y caddie: seis días juntos, una victoria

Fernando de Buen


Scott Satjinac y Seung-Yul Noh.

Lo sucedido la semana pasada en el Zurich Classic of New Orleans, es uno de esos casos extraños en el que todas las piezas encajan en el camino al éxito. El jugador Seung-Yul Noh contrató a un nuevo caddie —Scott Sajtinac— el pasado lunes y seis días después celebraban juntos en el hoyo 72 del torneo, la primera victoria del joven coreano.

La relación entre ellos es algo antigua, pero hasta antes de esta experiencia, había resultado infructuosa. Noh ya le había pedido a Scott que trabajará para él, pero en todas las ocasiones anteriores, estaba siendo empleado por alguien más.

Desde que ingresó al tour en 2011, con 19 años de edad, el oriental había pasado ya por un sinnúmero de caddies. Cuando se le preguntó acerca de la cantidad, solo sonrió y dijo: «Han sido muchos».

Finalmente, llegó la oportunidad de unir esfuerzos y, sin duda, les redituó con creces.

El primer muro que enfrentaron fue, desde luego, el idioma. Si bien el nacido en Gangwon, Corea del Sur, habla un poco de inglés, no domina le lengua lo suficiente como para hacerse entender a la perfección. Sin embargo, eso no ha sido un problema, de acuerdo con su caddie. «La lengua vernácula del golf es bastante universal, por lo que él entiende todo perfectamente. Hasta el momento no hay un solo problema al respecto», mencionó Sajtinac.

Al término del torneo no quedó mucho por decir. Ambos alabaron hasta el límite el buen trabajo del otro y lo bien que se sintieron juntos, por lo que es predecible que ese fue el inicio de una larga relación caddie-jugador. Y bien, ¿qué se necesita para que una relación así fructifique?

Desde luego, un conocimiento pleno entre las partes, con mucho mayor énfasis en la profundidad con la que el caddie debe conocer a su patrón. Sabrá reconocer desde antes de una ronda el estado de ánimo del jugador y tratará de mantenerlo con una actitud positiva antes y durante todo el recorrido. Reconocerá perfectamente cada parte del campo, visualizará cada posible golpe y se asegurará de no cometer un solo error en las mediciones y en las respuestas a las preguntas del ejecutante. Es de toral importancia que conozca los rangos de distancia para cada herramienta en la bolsa de golf y la forma en la que los elementos climáticos pueden influir en cada golpe.

Como he mencionado en ocasiones anteriores, cada caddie profesional tendría que haber estudiado la carrera de psicología, con el fin de reconocer los signos que muestran o previenen un cambio en el estado de ánimo del jugador, tales como nerviosismo, estrés, inseguridad o pérdida de la concentración, para reencausarlo hacia el objetivo principal, que no es otro que ayudarlo a jugar una ronda relajada, pero bajo una profunda concentración.

Para ello, es importante también que el caddie descubra el momento ideal para distraer al jugador, preguntándole sobre tópicos relacionados con su deporte favorito u otras aficiones, como podrían serlo la música, los automóviles, amigos, familia, etc. En ocasiones, una desviación en la atención puede evitar un ataque de pánico.

A final de cuentas, no hay forma de que un jugador sea exitoso, si la mancuerna con su caddie no funciona a la perfección. Cualquier signo de desconfianza suele dar al traste con un torneo, pues ésta es generadora de culpabilidades.

Hay casos que ejemplifican relaciones extraordinarias entre ambas partes, y podría mencionar —sin abusar demasiado de la memoria— tres de ellas que ya pasaron a la historia: la de Tom Watson y Bruce Edwards, hasta el día de la muerte del segundo, por causa de la esclerosis lateral amiotrófica; la de Tiger Woods con Steve Williams —asociación que terminó después de compartir 72 triunfos (13 majors), cuando Tiger decidió cambiar todo a su alrededor— y, la de Phil Mickelson y su acompañante toda la vida, Jim Bones Mackay, quizá la más sólida relación entre un jugador y su caddie en las últimas décadas.

Es por eso que un golfista profesional jamás cambiará a su caddie por un carro de golf.

fdebuen@par7.mx