El inglés Lee Westwood, quien esta semana cumplirá 41 años, acaba de ganar un torneo del Tour Europeo en Malasia y siente que ha regresado al nivel que lo llevó a convertirse en el número 1 del ranking mundial, durante un lapso de 22 semanas. Tenía casi dos años sin ganar.
Su paisano Luke Donald, quien tendrá 41 años en diciembre, y quien ejerció dicha posición durante 56 semanas, tiene también cerca de dos años sin victorias; el pasado domingo estuvo a punto de ganar el RBC Heritage del PGA Tour, pero un tiro de Matt Kuchar, embocado desde el búnker en el hoyo final, se lo impidió. No obstante, mostró una calidad de juego excepcional.
Michelle Wie, la hawaiana de 24 años, con casi cuatro sin ganar un torneo, logró una brillante victoria en su tierra, para marcar su esperadísimo tercer triunfo en la LPGA.
Vijay Singh, quien ya cumplió los 51 años, ganó desde su debut hasta antes de cumplir 40 años, un total de 11 torneos; después de la cuarta década salió victorioso en 23 ocasiones, incluyendo nueve en 2004 y llegando a ocupar por 32 semanas el número 1 del ranking mundial.
Ernie Els, de 44 años, ha pasado temporadas enteras sin victorias, pero constantemente nos sorprende con un nuevo triunfo, y casi siempre, en eventos muy importantes. También accedió al tope de la clasificación durante nueve semanas.
¿Podríamos imaginar —valga el ejemplo— a un tenista que ha estado colocado entre los mejores del mundo durante una buena temporada, dejar de ganar durante dos o más años y volver con la misma fuerza para recuperar su posición? Suena imposible. Roger Federer, quien cuenta con 32 años de edad y cuya impresionante carrera parece agonizar, es un milagro de longevidad en el deporte otrora blanco.
En el golf, en cambio, se puede considerar que cualquier jugador menor de 40 años está en plenitud de facultades y, sin contar la experiencia, tiene prácticamente las mismas posibilidades de ganar que uno con la mitad de vida. Si los conocimientos adquiridos a través de los años en el más alto nivel de competencia entran en la ecuación, será entonces el jugador joven quien tenga la desventaja. En pocas palabras, gracias a los avances tecnológicos y al acondicionamiento físico, un golfista profesional puede mantenerse en el tope de su capacidad durante tres décadas o más.
Veamos el ranking mundial publicado este mismo lunes. Entre los 10 primeros lugares, hay un jugador de 43 años —Phil Mickelson—, dos de 38 —Tiger Woods y Henrik Stenson—, dos de 35 —Bubba Watson y Matt Kuchar—, uno de 34 —Sergio García—, uno de 33 —Adam Scott— y sólo tres se encuentran en la tercera década de su existencia: Jason Day (26), Rory McIlroy (24) y Jordan Spieth (20).
¿Qué nos dice esto?
Parece más simple de lo que uno podría imaginar. Para ser uno de los mejores golfistas del mundo —valgan las contadas excepciones— se requiere de una mezcla abundante de capacidad y experiencia. Solo eso. La edad parece una curva que empieza a decaer más allá de los 45 años. Sin embargo, con el paso del tiempo, este número se incrementará en proporción con los avances de la ciencia. No descartaría que en unos años más el Champions Tour aumentara la edad mínima para el ingreso de sus competidores, hoy establecida en los 50 años.
Un jugador como el español Miguel Ángel Jiménez —quien ganó en su primera oportunidad en el tour de veteranos de los Estados Unidos el pasado domingo— no se siente conforme con participar permanentemente en este circuito, porque lo que a él le interesa por el momento, es formar parte del equipo europeo de la Copa Ryder y convertirse en el jugador de mayor edad que haya participado en este evento, superando por cerca de medio año al británico Ted Ray, quien en 1927 compitió a los 50 años y dos meses. Jiménez se encuentra en el 9° en la lista europea y en 10º en la lista mundial de puntos Ryder Cup y es muy probable que por sus méritos y por su vasta experiencia en este torneo, se gane un lugar o, en todo caso, sea seleccionado por el capitán Paul McGinley. Mal haría si no lo hiciera.
En concreto, son tantos los años en los que un golfista puede destacar, que resulta inevitable que durante este lapso hayan altas y bajas. Antes de ascender al cenit del ranking mundial, Westwood —quien anteriormente había logrado colocarse entre los 20 mejores del mundo—descendió hasta cerca del lugar 400. A Stenson le pasó algo similar antes de llegar al top-ten.
Una más de las bellezas del golf. Las segundas oportunidades.
fdebuen@par7.mx
|
|