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El Masters: brevísimo anecdotario

Fernando de Buen


Como dirían los clásicos: «No hay plazo que no se cumpla», y el de la celebración del Masters de 2014 ha llegado. Un torneo excepcional en toda la extensión de la palabra, y digo «excepcional» porque cumple sobradamente con todas las características que hacen a un torneo grande.

Al igual que los otros eventos del grand slam —U. S. Open, Open Championship y PGA Championship—, el de Maestros tiene un gran anecdotario que data, inclusive, de antes de su primera edición.

Cuando terminaron la construcción de Augusta National, en 1932 —el club fue abierto en diciembre de ese año, pero formalmente inaugurado en enero del siguiente— ante los estragos que todavía se sentían por la crisis económica del 29, Bobby Jones y Clifford Roberts quisieron llevar el Abierto de los Estados Unidos a su campo de golf, para la edición de 1934. La USGA se negó a aceptar su propuesta, por lo que decidieron, entonces, organizar su propio torneo, aprovechando las influencias de Jones para atraer a los mejores golfistas de la época.

Así lo hicieron y, en 1934 nació el Augusta National Invitation Tournament. Vale la pena aclarar que a Roberts le gustaba, desde el inicio el nombre de Masters Tournament, pero a Bobby le pareció un nombre demasiado pretencioso, a pesar de contar con el mejor field del mundo. Fue en 1939 cuando finalmente Jones aceptó el nombre que hoy distingue al primer grande del año.

Las noticias del de triunfo de Horton Smith en la edición inaugural sonaron fuerte, pero las del año siguiente corrieron como reguero de pólvora, gracias a un golpe que sigue siendo considerando como el más significativo en la historia de los torneos majors. Fue en el hoyo 15, par 5, durante la ronda final, cuando Gene Sarazen ejecutó su segundo tiro, con una madera 4 desde 235 yardas, que terminó dentro del hoyo; ¡doble-águila!. Con esa hazaña, Gene descontó los tres golpes que lo separaban del líder Craig Wood, quien minutos antes había cerrado con birdie en el 18, para una suma de 282 golpes. Concluyeron empatados y, al día siguiente, en un desempate a 36 hoyos, Sarezen ganaría el torneo. Al tiro que hizo famosa a esta edición se le reconoce como: «El golpe escuchado alrededor del mundo».

Mucho hemos oído acerca del famosísimo Amen Corner, conformado por los hoyos 11, 12 y 13 de este campo de golf, pero también del 15 de Sarazen, el 16 —par 3—, donde Tiger Woods ejecutó su histórico chip en 2005 para ganar su cuarto Masters, o el mismo 18, donde se han definido muchas historias de gloria y decepción. Pues bien, en la primera edición del torneo las vueltas estaban invertidas, y el hoyo 10 se jugaba como 1 y viceversa. Fue a finales de 1934, cuando el campo comenzó a jugarse en la forma que hoy lo conocemos. ¡Qué diferente sería la historia si no hubiese sucedido este cambio!

Durante la semana del torneo, todo el mundo se somete a un código inviolable de conducta. Los socios tienen que presentarse enfundados en el blazer verde que los distingue como tales, no se permite el uso de teléfonos celulares, cámaras u otros dispositivos electrónicos, ni para el público ni para los jugadores. Está prohibido pedir autógrafos. La vestimenta para los competidores debe ser impecable, quedando prohibido que estos la utilicen de modo inadecuado, como podría serlo una gorra volteada. Los caddies solo pueden salir al campo enfundados en uniformes oficiales, el overol blanco y la gorra color verde. Incluso los comentaristas se arriesgan a perder su trabajo si dicen algo que no sea del agrado de los señores de Augusta. En 1966, Jack Whitaker fue removido por referirse a la galería del torneo como una «mob scene», frase que, más allá de su significado literal «escena multitudinaria», hace referencia a una multitud que se sale de control (de acuerdo con el Learner’s Dictionary), mientras que Gary McCord sufrió las mismas consecuencias por decir que los greens de Augusta eran alisados con «cera para depilar».

¿Boletos en taquilla? Ni en el más guajiro de los sueños de un fanático podría estar el viajar a Augusta, pensando que podría conseguir boletos para ingresar como espectador. Hace ya medio siglo que no existe la venta en taquilla, y los muy pocos boletos disponibles, se venden a interesados previamente registrados, tras una selección aleatoria. Si alguno de ustedes, queridos lectores, está interesado en asistir a este torneo, las únicas formas de lograrlo serían a través de la invitación de un patrocinador, o bien, adquiriéndolos a través de una agencia.

Finalmente, el recuerdo de uno de los momentos memorables de la historia del golf: en 1986, a la edad de 46 años, Jack Nicklaus salda la segunda vuelta en 30 golpes y firmar tarjeta de 65, para ganar el sexto Masters de su carrera, convirtiéndose en el más longevo ganador de este torneo, el de más campeonatos conseguidos y el de mayor lapso entre su primero y último triunfos, entre 1963 y 1986.

Inicia este jueves el Torneo de Maestros, el major del glamour, de la espectacularidad y de la exclusividad. Podría no ser el más importante en términos deportivos, pero sí es el más codiciado por los participantes. Comienza la primavera, comienza el Masters, viene lo mejor del golf.

¡Imposible perdérselo!

fdebuen@par7.mx