El golf es alegría, es convivencia, es compartir con los amigos algunos de los mejores momentos de la vida. El golf es, por tanto, una celebración a la propia vida. Ese fue el motivo del torneo Honoring Salvador Gómez Barrera, celebrado el día de ayer, lunes 16 de diciembre, en el hermosísimo campo del Club de Golf Vallescondido.
Salvador se encuentra actualmente luchando por salir avante en la ronda más difícil de su existencia, aquella en la que está en juego la supervivencia. Su salud está enfrentando un reto significativo, pero ello no se nota por esa luz y entereza increíbles que caracterizan a este golfista de siempre.
Chava no solo es un personaje que ha escrito líneas importantes en la historia del golf mexicano —como vicepresidente y presidente de la Asociación de Golf del Valle de México—, así como fundador de una de las más importantes empresas del país en el rubro de organización de torneos —Golf Total—, entre muchas otras actividades relacionadas con este deporte, sino que además ha sido un organizador incansable que siempre se ha hecho acompañar de una carpeta de actividades que han ayudado a que cada viaje, cada convivencia y cada nueva idea relacionada con el deporte que tanto ama, resulten en eventos llevados a cabo a la perfección.
En otra de sus facetas, Salvador ha sido y sigue siendo un maestro que reparte y comparte conocimientos con la humildad y el desinterés de quien no le pone precio a su experiencia, cuando se trata de ofrecerla en beneficio de una agrupación o comunidad.
A través de las últimas décadas, la suerte le ha deparado a Gómez Barrera buenos y malos momentos, tanto en aspectos de salud como materiales; sin embargo, nunca ha permitido que las dificultades sobrepasen su optimismo, y sólo quienes lo conocemos a fondo hemos podido reconocer tales vicisitudes inmersas en su contagiosa alegría.
Esta crisis no ha sido la excepción y Salvador sigue sonriendo, dándonos un ejemplo de vitalidad, de fortaleza y de amor a la vida. Es por ello —por su contagiosa felicidad— que me he atrevido a escribir estas líneas, que mucho lograrían si llegasen, apenas, a reflejar un mínimo de lo que mi querido amigo ha ejemplificado a través de sus poco más de siete décadas de existencia.
La presencia de casi toda la familia en el Club de Atizapán, encabezada por la adorable Carmelita —compañera de Salvador por más de cinco décadas—, sus hijos Mary Carmen, Salvador, Gabriel y Daniel —amigos queridos todos—, yernos, nueras y buena parte del resto de su abundante descendencia, le dieron al convivio un carácter de increíble emotividad. Tampoco faltamos los muchos, muchísimos amigos que fuimos invitados y aprovechamos la oportunidad para rendirle este inolvidable homenaje.
El torneo continuará año con año y será una muy grata manera de seguir honrando a este inagotable promotor, que lleva a los pilares del espíritu del golf —honestidad, amistad, alegría, convivencia y competencia— como los propios cimientos de su existencia.
Ojalá que otras organizaciones a las que regaló incontables horas de esfuerzo, le hagan un espacio y le brinden también un merecido reconocimiento.
Querido Salvador:
Gracias mil por tu enseñanza y tu guía a través de los avatares del golf y los años que pudimos convivir trabajando juntos, tanto en el Comité de Golf de Vallescondido, que ambos tuvimos el honor de presidir —tú siempre como el maestro y yo como el discípulo—, como en tus años a cargo de la AGVM, invitándome a formar parte de tu Consejo.
Gracias también por tantos viajes de golf —todos bajo tu impecable organización—, por tu desinteresado apoyo como miembro del Comité Editorial de las publicaciones Par 7 desde sus inicios, y por tantas y tantas rondas de golf que compartimos.
Eventualmente, todos llegaremos al hoyo 18 de nuestra existencia, pero la vida es un campo de golf sin mapas, así que no sabemos siquiera en que hoyo estamos jugando. Tu bola, Chavita, está hoy semienterrada en un hazard, pero tú y yo sabemos que en tu chistera hay trucos de sobra para dar el golpe mágico, ponerla en green, sacar el par y continuar al siguiente desafío. Confío en que así lo harás y que nos quedan aún muchísimas oportunidades de cruzar bastones.
Te quiero, amigo Salvador.
fdebuen@par7.mx
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