La Presidents Cup

Fernando de Buen

Esta semana, en el histórico campo de Muirfield Village, en Dublin, Ohio, se celebrará la 10ª edición de la Presidents Cup, torneo tipo Ryder Cup que confronta a los Estados Unidos contra una escuadra internacional, con excepción de jugadores europeos. Sin embargo, las cosas están muy lejos de verse tan parejas como en la añeja competencia contra los del viejo continente, pues en este campeonato los resultados favorecen a los de casa por siete victorias contra una derrota y un empate.

Aunque las estadísticas siguen favoreciendo al equipo estadounidense —comandado por segunda ocasión por el súper popular Fred Couples, ganador de la pasada edición—, el equipo que en esta ocasión presentan los internacionales —bajo el mando del zimbabuense Nick Price— luce poderoso y con una respetable posición en el ranking mundial.

¿Qué dicen las estadísticas?

De acuerdo con las cifras del PGA Tour, ocho norteamericanos están clasificados dentro de los mejores 20 en el All-Around Ranking, que abarca las áreas de promedio de puntuación, putt, águilas, birdies, salvamentos desde el búnker, greens en regulación, distancia con el driver y precisión en el drive. Ellos son: Tiger Woods, Steve Stricker, Jordan Spieth, Keegan Bradley, Brandt Snedeker, Webb Simpson, Phil Mickelson y Matt Kuchar. Los internacionales, por su parte, sólo cuentan con tres dentro de ese rango: Adam Scott, Jason Day y Brendon de Jonge. Ambos equipos cuentan con cinco jugadores dentro de los mejores 25 en greens en regulación, pero la distancia crece diametralmente en el departamento de juego corto, pues los de casa tienen a cinco jugadores dentro de los mejores 25 (Woods, Mickelson, Snedeker, Kuchar y Stricker), mientras que el mejor internacional, Jason Day, se encuentra la posición 29, seguido por Charl Schwartzel, en la 44.

En cuanto al ranking mundial se refiere, la diferencia se amplía, pues ocho integrantes del equipo de casa están ubicados dentro de los 20 mejores del mundo, mientras que los visitantes sólo tienen a Adam Scott, en el número 2, a Jason Day en el 16 y a Charl Schwartzel en el 19.

No podemos soslayar que muchos de los internacionales participan más activamente en otros tours, por lo que sus estadísticas pueden ser poco confiables. Como ejemplo, cuatro de ellos, Hideki Matsuyama, Branden Grace, Richard Stern y Louis Oosthuizen, no cumplieron con el mínimo de rondas requeridas para ser clasificados en el PGA Tour durante 2013.

Sumando lo anterior, como ha sucedido en las nueve ediciones anteriores —y ésta no es la excepción—, el equipo de los Estados Unidos luce mucho más poderoso, a pesar de que el Internacional puede alimentarse con golfistas provenientes de 148 diferentes naciones.

Independientemente de los números citados, lo que hace especialmente interesantes los torneos basados en competencias de juego por hoyos —match play—, es el ingrediente sicológico, que es capaz de desafiar las estadísticas, al grado de brindarnos increíbles sorpresas en cada competencia. Más que salir al campo pensando en jugar en forma impecable los 18 hoyos, aquí el asunto consiste solamente en hacerlo mejor que el o los contrarios, determinar con base en el estudio de la representación rival (individual o pareja), la forma de juego que más podría ponerlo bajo presión, aprovechar sus errores y saber cuándo arriesgarlo todo, pues lo peor que puede suceder es perder un hoyo y seguir adelante.

De acuerdo con el avance de la competencia, podrían suceder muchas cosas que pusieran a la lógica contra la pared, como podría ser una temprana ventaja de los Internacionales en los partidos por parejas, que les darían mayor confianza como para desafiar su aparente desventaja en las diversas clasificaciones, ayudándoles además a sobreponerse a un público que estará volcado a favor de los locales.

Si yo tuviera que mencionar a un favorito, sin duda sería el equipo estadounidense, pero tengo fe en que los rivales podrán darles una pelea digna y arrebatarles algunos puntos hoy  inimaginables. Con un poco de suerte —les hará falta— el  timing los podría favorecer y podrían llegar  a darnos una gratísima sorpresa. Más allá de estar en contra de los sobrinos del Tío Sam, mi interés estriba en que el resultado histórico ya no sea tan escandaloso como ha venido siendo.

Es por el bien del golf.

fdebuen@par7.mx