El major de pacotilla

Fernando de Buen

Al igual que hace algunos años lo hiciera el Champions Tour con el torneo The Tradition, el LPGA Tour —en un acto que parece más producto de la desesperación por generar un poco más de atención del público aficionado, que un reconocimiento a un torneo cuyos merecimientos históricos y deportivos lo hicieron digno del título en cuestión— el Evian Masters es desde este año, por decreto, el quinto major del circuito femenil.

No es que yo esté en contra del torneo celebrado en el Evian Resort Golf Club, en la región de Évian-les-Bains, en la ribera del Lago Geneva, pero no veo por dónde ha adquirido un palmarés digno de tal consideración. Los hechos son que el torneo nació en 1994 como parte del Ladies European Tour (LET) y que pasó a formar parte del calendario de la LPGA desde el 2000. Históricamente ha sido el torneo del glamur y en el que las jugadoras estrenan sus mejores vestimentas, pero esto se trata de jugar golf y no de un desfile de modas.

Lo que parece más lógico es que, ante la pérdida progresiva de eventos del calendario —de 34 en 2008 a 29 en 2013—, los organizadores del Evian le habrán exigido al Comisionado del Tour, Michael Whan, que su torneo fuera considerado como un grande, o se verían forzados a cancelarlo, no sin antes recordarle que éste, junto con el U.S. Women’s Open, son los campeonatos que mayor bolsa reparten entre las jugadoras y, por tanto, el galo es el certamen que más dinero le deja al circuito femenil estadunidense.

Ahora bien, si los brillantes cerebros del Tour hubiesen canjeado otro de los grandes para darle el puesto al Evian, definitivamente hubieran presentado una imagen diferente; recordemos que el Du Maurier Classic —torneo canadiense que fue considerado como major hasta que las regulaciones de aquel país impidieron la publicidad de tabaco (Du Maurier es una marca de cigarrillos), y lo debieron sustituir por el British Women’s Open. Nadie se quejó, pues se mantuvo el límite de cuatro grandes por año. No olvidemos que son cuatro los grandes del PGA Tour entre 42 torneos del calendario —45 en 2013—, y ahora son cinco los del LPGA Tour… ¡entre 29 eventos! ¿Así o más absurdo?

Tal parece que la experiencia negativa que le dejó el Tradition al Champions Tour como el quinto grand slam del circuito de veteranos, de nada les sirvió a los directivos de la gira femenil. Gracias a la imposición del Tradition —torneo que nació en 1989 como major—, ahora un grande con méritos como el Senior Players Championship, ha perdido importancia; quedan como los principales el Senior PGA Championship —organizado por la PGA de América—, el Senior U.S. Open —de la USGA— y el Senior British Open, a cargo de la R&A. En pocas palabras, los majors más importantes en el Champions Tour, no son organizados por ellos mismos. Baste recordar que el PGA Tour no ha logrado —ni logrará, digo yo— colocar uno de sus torneos como major, por carecer del prestigio y la prosapia de los que se ganaron este título por historia y tradición.

Al parecer, el LPGA Tour está dando palos de ciego por reconquistar el interés del público, ante la increíble caída de popularidad, provocada en parte por la casi nula competencia que, en las últimas dos décadas, han dado las jugadoras estadunidenses, ya que ninguna de sus golfistas obtuvo el título de Jugadora del Año entre 1995 y 2011, y fue hasta 2012 cuando Stacy Lewis rompió dicho maleficio. Tampoco ha sido de gran ayuda para sus planes de mercadotecnia el hecho de que con la citada excepción de Lewis —cuyo reinado terminará este año para cederlo a la sudcoreana Inbee Park—, el golf femenil ha sido dominado ampliamente por jugadoras asiáticas que no se distinguen por su carisma o su atractivo físico, de acuerdo con los estándares de belleza de nuestros vecinos del norte y, por supuesto, con el debido respeto que me merecen las implicadas.

Definitivamente, el LPGA Tour no logrará sus objetivos inventando majors o vendiéndole el sagrado título al mejor postor.

Van de mal en peor.

fdebuen@par7.mx