El Open. Edición 141

Fernando de Buen

Muirfield

La última ocasión en la que el campo de Muirfield fue sede del Open Championship o Abierto Británico, como suele llamarse de este lado del charco, fue en el año 2002. Revisando mis apuntes, me encontré con este artículo que describe casi en su totalidad, lo que en esta ocasión quería escribir sobre el torneo más importante del mundo. Los dejo, queridos lectores, con un poco de historia del campeonato más antiguo que se conoce en el golf, sin dejar de pasar por la importante historia que compete al campo sede y sus fundadores. Ojalá lo disfruten.

Tratar de visualizar al Abierto Británico como un ente separado de la propia historia del golf, sería un acto aventurado, ya que aparte de ser el torneo nacional más antiguo del mundo, es también el de más prosapia. Es como seguir una línea recta que comienza en la fundación —en 1403— de la primera sociedad de golfistas en la historia, Los Caballeros Golfistas de Leith, que después se convertiría en la Honorable Compañía de Golfistas de Edimburgo; este proceso continúa diez años después con los «22 Nobles Hombres y Caballeros del Reino de Fife», quienes fundaron la Sociedad de Golfistas de Saint Andrews, que la historia convertiría —gracias a la venia del rey Guillermo IV— en la tradicional R&A (Royal & Ancient Golf Club of Saint Andrews), a partir del año de 1834; la natural evolución del juego, provocó la organización de competencias, primero entre los propios miembros de las diversas sociedades de jugadores, después se convertirían en torneos entre clubes o regiones y desembocarían finalmente en eventos de carácter nacional.

Fue así como el 17 de octubre de 1860, en el campo de doce hoyos de Prestwick, iniciaría la primera de tres rondas del evento que hoy se considera como el primer Abierto Británico de la historia. Fue el coronel y conde de Eglinton, James Fairlie, quien convenció a los socios de Prestwick, de recabar los fondos para la compra de un sui generis cinturón de piel roja con una enorme hebilla de plata y otras decoraciones, que sería otorgado al mejor de los ocho participantes que compitieron en dicho torneo. Las invitaciones fueron entregadas apenas unos días antes, en los clubes de más prestigio, con la finalidad de que cada uno de ellos enviara a tres de sus mejores caddies al torneo. A decir de los resultados, es obvio que tal convocatoria no obtuvo el efecto deseado, pero el tiempo —juez implacable— finalmente le otorgaría el prestigio que ahora ostenta. Así pues, estos ocho participantes se convirtieron en forma automática, en los primeros profesionales de la historia del golf.

El primer campeón del Abierto, fue Willie Park, de Musselburgh, quien venció al viejo Tom Morris por dos golpes, con una puntuación final de 174. Al siguiente año, el torneo se declaró como «abierto todo el mundo», aunque el número de participantes sólo creció a doce. Fue el viejo Tom quien se llevó los honores, dando inicio a la más poderosa dinastía de golfistas de la historia, ya que desde ese año hasta 1872, los dos Tom, padre e hijo, vencieron en cuatro ocasiones cada uno. El joven, al lograr tres triunfos consecutivos entre 1868 y 1870, se hizo acreedor de por vida, del original trofeo (¿Quién no recuerda el famosísimo daguerrotipo en el que este extraordinario jugador, posa luciendo la mencionada prenda?).

Hasta ese año, el torneo siempre había sido jugado en Prestwick, pero ante la necesidad de recabar fondos para un nuevo trofeo, tanto los de Edimburgo, como los de Saint Andrews, fueron invitados a participar en la organización del torneo. Fue precisamente en 1871, cuando surgió la famosa jarra de clarete, actual presea permanente del Open. Dos años más tarde, en 1873, fue cuando Willie Park —al vencer nuevamente— obtuvo el primer premio en metálico, consistente en 10 libras esterlinas. En 1894, el campo de Royal St. George, en Sandwich, Kent, fue el primero en hospedar un Abierto Británico fuera de tierras escocesas; tres años más tarde, el Royal Liverpool, de Cheshire, le haría los honores al evento.

Gracias a la expansión del golf más allá de Escocia, su tierra natal, entre 1894 y 1914, dos ingleses —Harry Vardon y J. H. Taylor— y un escocés —James Braid—, se repartieron el campeonato en 16 ocasiones, y en las otras cinco, alguno de ellos obtuvo el segundo lugar. Seis de esos triunfos correspondieron a Vardon, máximo ganador en la historia. A este trío de excepcionales golfistas, se le reconoció como el Gran Triunvirato.

Entre 1924 y 1933, sólo jugadores estadunidenses vencieron en el Abierto. Fueron los años de Bobby Jones, Gene Sarazen y Walter Hagen. Bobby logró tres triunfos, siendo el último de ellos, en 1930, el que formó parte de su Grand Slam y propició su retiro oficial del golf. Entre 1949 y durante un periodo de diez años, el sudafricano Peter Thompson logró cuatro victorias; su quinta y última, llegó hasta 1965. Aparte de él, Braid y Taylor, el único que ha logrado cinco victorias en el Open, es Tom Watson, entre 1975 y 1983.

Del último cuarto de siglo, aparte de Watson, destacan otros dos jugadores, cada uno con tres victorias: el inglés Nick Faldo y el español Severiano Ballesteros, este último —gracias a las características de su juego— le dio al torneo un sabor muy especial. Faldo, por su parte, pudo haber ganado una cuarta edición, cuando cerró con un magnífico 67, en Royal St George’s, pero no tomó en cuenta que en el campo participaba también un inspiradísimo Greg Norman, que con 64 golpes en dicha ronda, se quedó con la victoria.

Podríamos cerrar el capítulo de esta muy breve historia, con dos momentos que se mantienen con mucha fuerza en la memoria de los aficionados a este torneo: el primero de ellos, el de 1999, en Carnoustie, cuando el francés Jean van de Velde, tiró por la borda su victoria, tras ejecutar un espeluznante siete en el hoyo final y cederla —tras el desempate de rigor— a Paul Lawrie, con cuyo triunfo, dio por terminada una larguísima espera de 68 años para que un escocés ganara este torneo en su país. El segundo y que bien pudo marcar el momento más glorioso de la historia del deporte, fue el celebrado en 2009 en Turnberry, cuando Tom Watson, de casi 60 años de edad, estuvo a un putt de ganar su sexto Open igualando el récord de Harry Vardon. Desafortunadamente falló y fue vencido minutos después por un inspirado Stewart Cink en desempate.

Este año, la edición 141 del Abierto Británico se jugará del 18 al 21 de julio, en el campo de Muirfield, sede actual de la Honorable Compañía de Golfistas de Edimburgo, esa venerable anciana de escasos 610 años de edad y una de las más célebres testigos del pasado glorioso de este deporte.

Por lo que más quiera, no se lo pierda.

fdebuen@par7.mx