Ernie, ¿cuál flan?

Fernando de Buen

Ernie Els

Hace apenas unos días, cuando la lluvia caía a cántaros sobre el campo de Merion, en Ardmore, Pennsylvania, algunos expertos se atrevieron a afirmar de que el campo sede del U. S. Open —ablandado por la humedad excesiva, provocando fairway y greens lentos— sería presa fácil de los mejores golfistas del orbe. Nada más lejos de la realidad.

Primero, debemos pensar que los greens, si bien se ablandaron ligeramente, resistieron lo suficiente como para sostener velocidades mayores a 12 en el stimpmeter. Por otra parte, con el fin de equilibrar las posibles ventajas que ofrecía la corta longitud del campo par 70, los señores de la USGA decidieron dejar crecer el rough en forma casi grosera, forzando a los jugadores que allí caían, a sacrificar un golpe para salir del área.

La semana pasada, en este mismo medio citamos a Ernie Els, quien mencionó sobre el tema: «Tendremos un campo blando esta semana, toda la semana. Eso significa que si estás en tu juego, tendrás muchas oportunidades de putts para birdie. Verás más birdies que nunca en un U. S. Open». El doble campeón de este torneo (1994, 97) dio por descartado que el agua afectaría a las diversas superficies mucho más de lo que realmente sucedió.

Lo cierto es que el campo fue un implacable rival para los jugadores y terminó imponiéndose a ellos, a pesar de que la lluvia siguió cayendo a tal grado, que el jueves solo se llevó a cabo una parte de la jornada. Muy lejos quedaron los pronósticos que vislumbraban la posibilidad de tener números rojos de dos dígitos y las innumerables oportunidades de birdie que mencionó el Big Easy quien, por cierto, tuvo una excelente actuación, empatando el cuarto lugar.

Los números no dejan lugar a dudas. No sólo no hubo cifras con un signo menos a la izquierda en el resultado final de la edición 113 del Abierto estadounidense, pues el torneo fue brillantemente ganado por el inglés Justin Rose, con 1 sobre par.

Además de lo anterior, citaré algunas interesantes estadísticas, que evidencian cuál fue el verdadero grado de dificultad de este antiguo diseño de Hugh Wilson, quien más que un arquitecto de campos de golf, era un socio más del club. Veamos estos números:

No se registraron birdies en el hoyo 18 —par 4 de 521 yardas— durante las rondas tercera y cuarta del torneo. Durante las dos primeras se marcaron un total de 11. Su promedio de golpes fue de 4.7068, lo que no sólo significó que fuera el más difícil de todo recorrido, sino además, el hoyo más complicado de la actual temporada del PGA Tour; en el caso de los majors, es ya el de mayor diferencia con relación al par, desde el Open británico de 2008 celebrado en Royal Birkdale, cuyo hoyo 6 —par 4 de 499 yardas— promedió 4.764. Después del 18, le siguieron en dificultad el 5, 15, 6 y 14.

Fue tan difícil este hoyo 18, que solo el 24.7% de las ocasiones en las que se jugó, su green fue alcanzado en dos golpes (regulación); el hoyo 5 (par 4 de 504 yardas) no se quedó muy lejos, resultando en un 25.2%.

Solo tres hoyos registraron promedios totales bajo par en el campeonato; fueron el hoyo 1 (par 4, 340 a 360 yardas), con 3.9869; el 10 (par 4, 280 a 313), con 3.9057 y el hoyo 13 (par 3, 98 a 123), con 2.8140. El promedio del recorrido durante el torneo fue de 74.5526, poco más de cuatro y medio golpes arriba del par del campo.

Y, a todo esto, ¿qué fue de los dos mejores jugadores sobre la faz de este planeta? Tiger Woods, número 1, terminó con 13 sobre par (73, 70, 76, 74), empatado en el lugar 32, el resultado más alto con relación al par en toda su carrera profesional. Su más cercano perseguidor, Rory McIlroy, tampoco podrá presumir mucho sobre su actuación en este torneo, pues registró tarjetas de 73, 70, 75 y 76, para finalizar con 14 sobre par, compartiendo el sitio 41.

Ahora bien, el certamen, fiel a las expectativas que creó, fue espectacular de principio a fin y, con escasos cinco hoyos por jugar, habían al menos cuatro jugadores con posibilidades de triunfo. La alegría de tener un campeón como Justin Rose —con más que suficientes merecimientos para ello—, contrastó con la tristeza de ver a un Phil Mickelson frustrado, con el nada grato palmarés de seis segundos lugares en este torneo, que no ha podido ganar.

fdebuen@par7.mx