De regreso a Los Cabos

Fernando de Buen

Esteban Toledo en Cabo Real (foto: Par 7).

El reciente triunfo de Esteban Toledo, no solo nos llenó de orgullo al poner por primera vez en la historia el nombre de un mexicano en la lista de triunfadores del Champions Tour, sino porque también significó que su tarjeta condicionada dejara de serlo —ya es miembro con plenos privilegios— y ascendiera al top-ten del circuito de veteranos del PGA Tour. Ahora también fue una magnífica excusa para encontrarnos en Los Cabos —el Fideicomiso que lo patrocina desde hace apenas unos meses— y acompañarlo a recorrer uno de los más espectaculares campos de la zona; por supuesto, fue una gran oportunidad para abrazarlo, felicitarlo y agradecerle por la alegría que nos causó su magnífico triunfo.

Un paraíso para los golfistas
Conocí la ciudad de Los Cabos hace poco más de 35 años. Fue la conclusión de un viaje con amigos y hermanos en dos autos a Puerto Vallarta, donde tomamos el ferry, después de dormir en sillones de una sala abierta del hotel Camino Real y pasar una noche gélida en altamar y sin camarotes. Así eran nuestros viajes, donde el amor por la aventura era inversamente proporcional al dinero con el que contábamos. Llegar a puerto y observar el famoso arco fue el amanecer más agradecible de nuestras vidas.

Regresé en varias ocasiones —incluidas las primeras noches de mi luna de miel— y pude atestiguar en viajes subsecuentes cómo su evolución la fue convirtiendo en uno de los más importantes destinos golfísticos del planeta. Mis últimos periplos fueron por motivos editoriales; el primero de ellos para preparar los textos sobre dos campos de golf, Cabo Real y Eldorado y el otro, para escribir una parte de «Golf insignia en México», un elegante libro con descripciones sobre 18 de los más bellos campos de golf en el país, con espectaculares fotografías de Michael Calderwood, uno de los más sobresalientes fotógrafos de exteriores en el país.

Antes de ser lo que ahora es, Los Cabos era un destino al que solo acudían los fanáticos de la pesca, particularmente aquellos que buscaban los mejores marlines del mundo, fama que antecedió a esta región, antes de los primeros golpes que allí se dieron con un palo de golf.

En aquel libro sobre campos de golf resalté una particularidad que convirtió a este destino en un paraíso para los desarrolladores de campos de golf: la mezcla entre las vistas espectaculares del océano y el incomparable escenario del desierto, adicionado esto con un clima espectacular durante prácticamente todo el año. Al día de hoy, arquitectos de la talla de Tom Fazio, Jack Nicklaus, Robert Trent Jones Jr., Tom Weiskopf, Greg Norman o Davis Love III, entre muchos otros, han descubierto en los terrenos asignados los increíbles diseños que los dioses del golf reservaron para su lucimiento personal.

Esteban de nuevo cumplió su sueño
Poder felicitar a Esteban Toledo a unos días de su resonado triunfo en el Insperity Championship, del Champions Tour, ha sido mucho más que la simple felicitación a un viejo ídolo y un viejo amigo; fue de nuevo el ejemplo de que las cosas pueden hacerse realidad cuando se desean con todo y se trabaja con ahínco en ese sentido.

El antecedente no es del todo conocido. Cuando Esteban calificó por la vía de la Q-School, debió participar en un desempate donde los mejores obtuvieron su tarjeta completa y otros, como él, debieron conformarse con una condicionada, solo para jugar algunos torneos; sin embargo, la suerte estuvo de su lado. Dos de los miembros permanentes pidieron una exención por problemas de salud por seis meses, lo que le permitió al cachanilla participar en todos los torneos durante el primer semestre. Su única esperanza para hacer permanente el estatus temporal era ganar un torneo y, para ello, le quedaban tres oportunidades: dos torneos oficiales, más uno por invitación del patrocinador.

Ya lo logró.

El encuentro fue en el bello Sheraton Hacienda del Mar, uno de los resorts en la zona de Cabo del Sol, el complejo de dos campos de golf —uno de Nicklaus y otro de Weiskopf— donde el del Oso Dorado ha sido considerado por años dentro de las listas de los mejores del mundo y ayudado a colocar a Los Cabos en los mapas mundiales del golf. Como dato adicional, acerca de este diseño, el propio Nickalus comentó: «…cuenta con los tres hoyos finales más espectaculares del golf».

Al día siguiente acompañamos a Esteban a jugar una ronda de celebración en Cabo Real, el campo que Robert Trent Jones Jr. diseñó en la región, y que sigue siendo considerado entre los mejores en esta reñida competencia de diseños portentosos.

Un Esteban feliz y relajado, se hizo acompañar por sus caddie Larry Dittman y por su representante Arturo Cervantes, un viejo amigo personal con quien compartí muchas rondas en nuestro querido Vallescondido. La ronda importó muy poco, pero el mexicalense dejó ver un excelente estado físico y el golf de gran nivel que lo tiene colocado entre los mejores jugadores del Tour de veteranos de los Estados Unidos.

Esa tarde comimos en Hacienda del Mar, convivio al que se nos unió Rubén Reachi, Secretario de Turismo del Estado, y Eduardo Segura, director del Fideicomiso de Los Cabos. Tras la comida —con la participación de Reachi— jugaron nueve hoyos en Cabo del Sol.
Desafortunadamente no pude estar presente en los eventos vespertinos, pues sufrí de un incalificable ataque de vértigo, que me mantuvo el resto del viaje —poco más de 24 horas— encerrado en mi cuarto a oscuras, con mareos terribles y cosas peores de las que no vale la pena hablar. Lo que sí es importante, es mencionar el trato excepcional que recibí por parte de nuestros anfitriones, tanto por parte del Fideicomiso —gracias mil, Patricia Bonilla y Eduardo Segura—, como del resort; y a mis colegas de prensa, todos ellos al tanto de mi recuperación —ya casi total a una semana del infeliz inicio. De verdad, gracias a todos.
Concluyo en forma muy simple: Los Cabos es un paraíso incomparable para jugar golf y disfrutar de los resorts que compiten contra los mejores del país. Esteban Toledo reinició su historia y nos volvió a regalar grandes alegrías; a su historia de éxitos le quedan aún muchas páginas.

fdebuen@par7.mx