El Premio Laureus al equipo europeo Copa Ryder 2012

Honor al golf

Fernando de Buen

El equipo euopeo Copa Ryder 2012.

Durante varias horas pensé que el tema obligado sería el regreso del Abierto Mexicano a la Ciudad de México y el retorno a su sede más representativa, el Club de Golf México, para celebrar su edición 55. En realidad, no hay mucho más que decir, excepto que, felizmente, a pesar de un clima infame, regresó también el público al más importante torneo nacional de nuestro país.

La verdad es que en vez de pensar que nuestro Abierto se ha degradado, por pasar de la segunda a la tercera gira bajo el paraguas del PGA Tour, debemos entender que el PGA Tour Latinoamérica cuenta con torneos de enorme prestigio, como lo son el Open argentino —con más de un siglo de historia—, el de Colombia, Perú, Panamá, Brasil o Chile.

Como ha sucedido en los últimos años, sólo el tiempo juzgará si el enésimo renacimiento de nuestro querido torneo se habrá encontrado con su posición ideal en el ámbito golfístico internacional. Ahora bien, entrando al tema al que se refiere el título de este artículo, hubo una noticia que, como es costumbre, no llegó a las principales notas deportivas, por tratarse de un reconocimiento que no involucra a deportistas mexicanos o al futbol.

Se trata de la entrega de un reconocimiento —el Premio Laureus de Deportes— que, en la categoría de Equipo, fue otorgado a la escuadra europea que el año pasado ganó la Copa Ryder en forma extraordinaria a los Estados Unidos, en la ciudad de Medinah, Illinois.

¿De qué tamaño es este premio? Baste decir que el equipo dirigido por José María Olazábal venció en una votación al equipo chino de tenis de mesa, al equipo de baloncesto Miami Heat, al equipo de fórmula Uno Red Bull, a la selección española de fútbol y a la de Estados Unidos de basquetbol, quienes tuvieron una excepcional actuación en los Juegos Olímpicos de Londres.

Antes de seguir adelante, es importante aclarar que este premio es, probablemente, el más importante reconocimiento deportivo que se otorga a nivel internacional. Está respaldado por algunas de las más importantes marcas del planeta, como lo son Daimler, Richemont, Mercedes-Benz, IWC Schaffhausen y Vodafone.

El panel preliminar que elige a los seis mejores candidatos en cada una de las categorías —las principales son Deportista femenina del año, Deportista masculino del año, Equipo del año, Revelación del año y Regreso del año—, está formado por editores deportivos escritores y conductores de más de 80 diferentes países, lo que confirma su carácter democrático. La votación definitiva corre a cargo de hasta 46 de los más grandes deportistas —mujeres y hombres— de todos los tiempos. Lo que más llama la atención es que, aún sin saber a qué países pertenecen los votantes, es seguro que a muy pocos de ellos les podría importar más el golf que un buen número de deportes.

La primera conclusión a la que cualquier persona podría llegar, es que la hazaña deportiva que representó la histórica remontada dominical de los del viejo continente en los partidos individuales —pasando de un 10 a 6 en contra, aún 14 1/2 a 13 1/2 a favor— es, a juicio de grandes expertos de todo el orbe, más trascendente que los propios logros de los equipos que compitieron por tan ansiada presea. Lo que también resulta muy emocionante, es que se haya tratado, precisamente, de un evento como la Ryder, el mejor ejemplo posible de lo que una competencia deportiva debe ser, en términos de pasión, de amor por el triunfo y, sobre todo, de un respeto irrestricto por el espíritu del juego y de los contrincantes.

Ya en años anteriores, el golf había formado parte de estos premios nacidos en el año 2000. En ese año y al siguiente, Tiger Woods se llevó los honores; en 2003, en la categoría de Logros de por vida, el premio quedó en manos del sudafricano Gary Player. Al año siguiente fue galardonada la mejor golfista de las últimas décadas, Annika Sörenstam.

Honrar al golf no es solo reconocer que nuestro deporte compite en popularidad con aquellos que tienen mucha mayor difusión a nivel internacional, sino que es también el único cuyos protagonistas no requieren de un juez ni del reconocimiento del público y comentaristas para aceptar sus errores y aplicarse el castigo correspondiente; de los muy pocos que sobreponen siempre al honor y el deportivismo, que al deseo por la victoria.

fdebuen@par7.mx