Lo mejor del año

La Copa Ryder: ¡espectacular!

Par 7. Redacción

Como suele suceder en todos los años alrededor del golf, hay momentos que quedan para la posteridad, y el 2012 no es la excepción a la regla, pues nos ofreció golpes espectaculares, debacles inesperadas y triunfos que se antojaban imposibles. Entre estos últimos destaca sin duda la jornada dominical de la pasada Copa Ryder, donde el equipo europeo remontó un déficit de cuatro puntos en los partidos individuales, para terminar decretando un nuevo triunfo y dejar dicha jornada como una de las más espectaculares en la historia de este longevo torneo.

Sin duda, lo mejor de 2012.

Si bien la conformación de los equipos daba como favoritos a los europeos por su posición en el ranking mundial, el fungir como anfitriones del torneo —Medinah Country Club, en Illinois— emparejaba a los de Estados Unidos. Los capitanes, José María Olazábal, por los europeos, y Davis Love III, por los de casa, sabían que la competencia estaría muy pareja y que la estrategia sería definitiva para determinar al ganador.

Día 1. La Copa se pinta de rojo
Desde el comienzo de las competencias del viernes, las estadísticas quedaron fuera del programa y empezaron a surgir resultados que no necesariamente coincidían con los momios, y la jornada matutina —bajo el sistema de golpes alternos— reportó un empate a 2 puntos por bando.

Por la tarde se celebraron los partidos a bola baja (fourball) con un dominio arrollador del equipo estadounidense y, de no ser por un punto rescatado por los europeos en el octavo partido, los de casa se habrían llevado los cuatro puntos.
Al término del primer día de competencias, Estados Unidos ya contaba con una ventaja de 5 puntos a 3.

Día 2. Jornada de barras y estrellas
La aplanadora roja no se detuvo en los partidos del sábado. Los foursomes volvieron a quedar en manos de los locales, quienes ganaron tres de los cuatro partidos. En la sesión vespertina, los anfitriones ganaron los dos primeros partidos y llegaron a colocarse con una ventaja abrumadora de 10 puntos a 4. De no ser por una recuperación tardía de los del viejo continente, el resultado habría sido deplorable en su contra. En el partido 16 —último de la jornada— destacó la actuación del inglés Ian Poulter, quien desde el hoyo 14 hasta el 18, ligó un concierto de cinco birdies con los que primero empató el encuentro y después superó a sus oponentes.

A pesar de la gran desventaja, 10 a 6, Europa no perdía la esperanza de una reacción en los individuales del domingo, competencias que, por cierto, generalmente han favorecido a los norteamericanos.

Día 3. El milagro de Severiano
El espíritu de Severiano Ballesteros —irremplazable símbolo de la fuerza europea— se hizo presente en los terrenos cercanos a Chicago. Su compañero de mil batallas, Olazábal, mencionó la fe inquebrantable de su paisano, misma que ayudó en innumerables ocasiones al equipo a recuperar puntos que parecían completamente perdidos.

Con lealtad al espíritu del español fallecido un año atrás, los europeos salieron al campo este domingo por la mañana, dispuestos a darlo todo por la bandera azul con el círculo de estrellas.

A medida que los jugadores fueron avanzando en sus respectivas rondas, los tableros dejaban atrás el impactante rojo de los días anteriores, dejando surgir al azul de los visitantes. Sin que necesariamente coincidieran con el horario de salida, los cuatro primeros puntos favorecieron a Europa, dando lugar a un muy sorpresivo empate. A pesar de ello, en los ocho partidos que aún se jugaban, se veía poco probable que los comunitarios mantuvieron su paso arrollador.

Llegó el primer punto para los Estados Unidos y un breve respiro, que pocos minutos después se apagó, debido a una extraordinaria reacción del inglés Justin Rose, quien se sobrepuso a la desventaja a la que lo había sometido Phil Mickelson y terminó venciéndolo con un espectacular birdie en el hoyo final.

Cuando concluyeron los dos siguientes partidos con una victoria por bando, el marcador era de 12 puntos por escuadra. Con cuatro encuentros pendientes por definir, los pronósticos eran reservados. El primero en concluir fue el de Jim Furyk contra Sergio García, un emocionante duelo que se decidió en el hoyo final, cuando el gran veterano local fallo un putt desde 8 pies para ceder el punto. Fue la primera ocasión en este domingo, donde pudimos ver a los rojos en desventaja contra los azules; el marcador: 12 a 13.
Apenas unos minutos después, uno de los mejores novatos estadounidenses —con dos victorias en el PGA Tour durante el año— Jason Dufner, daba cuenta del sueco Peter Hanson para empatar el marcador a 13 puntos.

Con dos encuentros aún en la cancha, los europeos sabían que un solo punto les aseguraría el empate y, por tanto, retener la famosa Copa, pero tanto el partido de Steve Stricker contra Martin Kaymer, como el de Tiger Woods contra Francesco Molinari, se veían muy parejos y con pronósticos reservados.

Haber embocado un putt para par desde 8 pies en el hoyo final, por parte de Stricker, quien venía 1 abajo, puso una inmensa presión sobre el alemán, quien era por mucho, la carta más débil de los visitantes. No obstante, con nervios de acero golpeó su putt desde 6 pies, consiguiendo el par que le aseguraba la victoria y el punto del milagro.

Europa se había repuesto de una desventaja que se antojaba definitiva en su contra y, con 14 puntos aseguraba la retención de la Copa Ryder. Quedaban en la cancha Tiger y Molinari, en un partido cuya trascendencia se limitaba a conocer el marcador final. Tras fallar un putt desde un metro y medio para par en el hoyo final, Tiger —en un gesto de gentil deportivismo— concedió el putt de su oponente, cuya bola se encontraba a una distancia similar. La concesión significó un empate, el único de los 28 encuentros y la ventaja definitiva para los europeos, por 14 ½ a 13 ½.

De esa forma terminaba la más emocionante Copa Ryder de la historia moderna. Fue una verdadera fiesta de golf y un ejemplo de que nuestro deporte es, por mucho, el más noble de cuantos se practican en el planeta.