Q-School: Entre el arcoiris y la olla

Fernando de Buen

Vernon, Coghlan
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Esta semana inicia en diversas ciudades de los Estados Unidos la última edición de la Q-School, la durísima serie de torneos por los cuales deben pasar, con nivel de excelencia, todos aquellos que aspiren a formar parte del PGA Tour. A partir del año próximo, el camino será mucho más complicado.

Para quienes militaron en la gira grande que el año anterior, esta serie de torneos representan el posible encuentro con una tabla para flotar tras un naufragio. Para quienes no han llegado a ella es, ni más ni menos, buscar la olla de oro al final del arcoiris.

Es de todos conocido que la pertenencia al PGA Tour significa la posibilidad de generar en poco tiempo, los ingresos necesarios como para asegurar un futuro sin penurias económicas. De los 257 jugadores que participaron en uno o más torneos durante la temporada 2012, 97 de ellos obtuvieron ingresos superiores al millón de dólares, el número 150 de la lista, el colombiano Camilo Villegas, obtuvo poco más de 460 mil. El mejor de todos ellos el norirlandés Rory McIlroy, superó los 8 millones de dólares, poco más de 500 mil de promedio por torneo. Sin que se trate de una regla de oro, es factible considerar que los ingresos de cada jugador se duplican a través de patrocinios.

Esto, sin olvidar lo más importante: ganarse la vida a través de la práctica de la actividad más hermosa del mundo.

Ahora bien, la búsqueda de la áurea olla es todo menos un paseo por el parque. Para quienes ya han participado en anteriores ocasiones o pertenecen a una gira profesional aprobada por el PGA Tour, se trata de competir en tres torneos, los dos primeros de cuatro rondas cada uno y, el definitivo, de seis jornadas consecutivas. En la primera etapa habrá 13 torneos con un promedio de 100 jugadores cada una, de los cuales entre 20 y 25 pasan a la siguiente etapa; en la segunda habrá seis competencias con un número similar de calificados. En la final, los sobrevivientes competirán contra aquellos jugadores del PGA Tour que terminaron entre los números 126 y 150, durante la temporada, quienes terminaron entre los lugares 26 y 40 del Web.Com Tour, más algunos otros que califican en forma directa a esta etapa, gracias a su desempeño en otros rubros. Se competirá a través de 108 hoyos, por conseguir una de las 25 tarjetas que otorga la organización para su siguiente temporada.

Si de dineros hablamos, tampoco se trata de una bicoca. La cuota de inscripción para la primera etapa es de US$4500, 4 mil por la segunda y 3 mil si se accede al torneo final.
Así las cosas, la búsqueda de una tarjeta con plenos privilegios en el PGA Tour, parece tan onerosa y complicada como la del tesoro de un galeón hundido en mares caribeños.

A pesar de las dificultades que esto conlleva, da gusto ver en la lista de inscritos los nombres de grandes golfistas mexicanos, como lo son Óscar Fraustro, Óscar Serna, Héctor Díaz Ceballos, Armando Favela o Manuel Inman, a la que seguramente se les unirán otros en los próximos días.

Ojalá que algunos de ellos nos den la gratísima noticia de su ingreso al circuito más demandante del orbe. Desde la salida de Esteban Toledo —el gran cachanilla— no hemos visto a jugadores mexicanos como miembros regulares del Tour.

De no lograrlo en esta oportunidad, tendrán que recorrer un camino aún más largo a partir de 2013, pues el criterio para seleccionar a quienes formarán parte como nuevos miembros del PGA Tour, dependerá de una serie de tres torneos al final de la temporada —Web.com Tour Finals—, donde se mezclarán los mejores 75 del Web.com Tour con aquellos que ocuparon los sitios del 125 al 200 del PGA Tour. Los mejores 25 conseguirán su credencial. Los otros 25 se determinarán con base en los ingresos de la temporada.

La Q-School será ahora el criterio para calificar al Web.com Tour.

Es un largo camino, pero allí sigue la olla con monedas de oro. El arcoiris se esfumará al término de este año y, con él, la posibilidad de acceder en forma directa a esta fuente inagotable de ingresos potenciales. A partir del año próximo el camino será más largo, más intrincado y más difícil.

Por ello, la mejor de las suertes a nuestros compatriotas.

fdebuen@par7.mx