Campeonato de la PGA,

homenaje al profesionalismo en el golf

Fernando de Buen

Keegan Bradley


No se puede entender la importancia del Campeonato de la PGA sin conocer su íntima relación con el origen y evolución del golf profesional en los Estados Unidos. A pesar de ser el menos popular de los cuatro grandes del calendario anual, representa mejor que ningún otro a quienes han decidido hacer del golf su modo de vida.

Una breve historia
Como en casi todos los deportes que han trascendido por siglos y generaron popularidad en su paso al siglo XX, el golf cobró importancia como deporte amateur, pues el profesionalismo no era bien visto, por ser contrario a los principios del olimpismo, rescatados por el Barón Pierre de Coubertin.

Fue por ello que —con excepción por lo sucedido en las islas británicas, donde el primer gran torneo conocido fue abierto, para amateurs y profesionales por igual— la jerarquía de los eventos para aficionados era mucho más alta que las organizadas para los golfistas de paga.

Fue hasta 1895 cuando se llevó la primera competencia profesional en los Estados Unidos, como un evento colateral del Campeonato Amateur de aquel país, organizado por una naciente USGA. El inglés Horace Rawlings se llevó los 150 dólares del primer lugar, de una bolsa total de $330.

Pero 1913 marcó un antes y un después en la evolución del deporte en aquel país. La presencia en el Abierto de los Estados Unidos de los británicos Harry Vardon y Ted Ray —probablemente los dos mejores golfistas del planeta en ese tiempo—, ya era un motivo para resaltar la importancia del evento, pero el que ambos hayan sido derrotados en ronda de desempate por un joven amateur de 20 años, Francis Ouimet, se convirtió en la noticia deportiva más importante de la época y todavía es considerada como una de las más grandes en la historia de nuestra vecina nación.

Evidentemente, por su dedicación a la práctica del juego y a la enseñanza como forma de vida y sustento, los profesionales se volvieron rápidamente mejores que los amateurs —contadísimas excepciones— y sus torneos cobraron año con año mayor importancia, hasta llegar a superarlos en prestigio.

En enero de 1916, cerca de 30 golfistas profesionales iniciaron las reuniones para formalizar el establecimiento de una organización profesional. En dicho grupo destacaban dos personajes, Walter Hagen —el golfista profesional por antonomasia— y Rodman Wannamaker, el gran promotor de la idea y quien aportó los fondos (2580 dólares para la bolsa) y el trofeo del evento, mismo que hoy lleva su nombre). El 10 de abril de ese año, nacería oficialmente la Professional Golfers Association of America (Asociación de Golfistas Profesionales de América) conocida hoy como PGA.

Medio año después, en Bronxville, NY, del 10 al 14 de octubre, se llevó a cabo el primer Campeonato de la PGA, en el campo del Siwanoy Country Club. El ganador del evento, bajo el sistema match play, fue el inglés James M. Barnes, quien derrotó a John Hutchinson por un hoyo.

Ese fue el verdadero nacimiento del profesionalismo golfístico en los Estados Unidos, una revolución con crecimiento exponencial que convertiría a este deporte en uno de los más importantes y populares del mundo.

Está a punto de iniciar la edición 94 del PGA Championship, en uno de los más bellos campos de golf de la costa este, Kiawah Island, espectacular diseño de Pete Dye en Carolina del Sur, que fue en 1991 sede de la Copa Ryder.

De los cuatro majors es este el que más sorpresas suele regalarnos. Allí han quedado para la historia los inesperados triunfos de John Daly en 1991, el de Rich Beem en 2002, Shaun Micheel al año siguiente o, sin ir más lejos, el del novato Keegan Bradley, actual campeón del torneo.

Pero lo más interesante de todo, quizá, es que este torneo coincide en tiempo con el del duelo por la supremacía en el ranking mundial, está más cerrado que nunca. Con Tiger Woods en el segundo sitio —poco más de un punto por debajo de Luke Donald y apenas 7 centésimas por arriba de Rory McIlroy— no será difícil pronosticar que al término del campeonato haya movimientos importantes en el top ten de esta codiciada lista. También vale la pena mencionar que seis de los 10 mejores del mundo no han ganado un torneo de grand slam.

Difícil pronosticar a un ganador, pero si nos basamos en las características del campo sede, un trazo tipo link que cuenta con 10 hoyos colindantes con el Atlántico y donde el viento será un factor predominante, las probables ventajas que hubiesen podido tener los jugadores locales desaparecerán irremediablemente, ya que los europeos están más acostumbrados a jugar en ese tipo de campos.

¿Algún favorito sentimental? Yo tengo tres: Donald, Lee Westwood y Adam Scott. Cualquiera de ellos sería un muy digno campeón.

fdebuen@par7.mx