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Óptimo rendimiento

Recuento (Parte II)

Dr. Alejandro Gómez Cortés


Continuando con el resumen que iniciamos en el número anterior; comenzaremos explicando que con el concepto de óptimo rendimiento nos referimos a las condiciones ideales de salud física y mental para que un individuo pueda vivir una vida plena, condiciones que están al alcance de cualquier persona. El punto central es el dominio de la atención y la vía regia para entrenar esta capacidad es por medio de la respiración.

En el número 344 de Par7, hicimos la distinción entre la atención de foco estrecho, eficaz para resolver problemas lógicos y habilidades constructivas; y la atención de foco abierto, íntimamente relacionada con la inteligencia intuitiva y la creatividad. Explicamos que en la época actual se estimula más la primera que la segunda, debido a las necesidades que imperan en nuestra sociedad.

Se trata de alcanzar un estado idóneo, y el motor principal para sostener el progreso en éste entrenamiento es la fuerza de voluntad, misma que se va desarrollando durante el tratamiento.

En los números 446 y 447 de la revista, compartí algunas experiencias personales de mi acercamiento a la práctica zen por medio de disciplinas como el Wing Chun y el Kyudo. La atención a la respiración abdominal es la base técnica de ésta práctica, es el vehículo para la elevación de la conciencia, para adquirir el control de la propia vida e intensificar la percepción propia, aprendiendo a vivir en el presente. Aplicando estos principios, nos liberamos de la preocupación, de la tensión y de la ansiedad acerca del ganar o perder, buscando la liberación del yo. También explicamos que cualquier entrenamiento, debe considerar el desarrollo de tres aspectos: shin (espíritu), wasa (técnica) y thai (cuerpo) y cómo es que el espíritu es el que decide el resultado.

La imaginación antecede al movimiento (Par 7, 349), sobre todo si las imágenes están cargadas de emoción y de deseo. Esto lo explicamos mediante la anécdota de cómo Milton Erikson, superó su paraplejia. Distinguimos entre fantaseo e imaginación y explicamos como es que el primero sólo conduce al desencanto, mientras que la segunda entra en contacto íntimo con el cuerpo, produciendo cambios verdaderos. Describimos entonces una técnica muy útil para mejorar el desempeño psicomotor por medio de la imaginación.

Posteriormente hemos hablado de los obstáculos psicológicos para el óptimo desempeño deportivo (Par 7, 352). Para adquirir dominio en cualquier deporte o arte se requieren básicamente dos condiciones, poseer aptitudes y dominio técnico. Con aptitudes nos referimos a las condiciones físicas y mentales idóneas para realizar la actividad. Con dominio técnico nos referimos a cualidades más intelectuales, específicas y de gran precisión. Trátese de la actividad de que se trate, lo que conduce un entrenamiento exitoso es el estado de la mente desde dos aspectos: las funciones cognoscitivas y la estructura de la personalidad. En nuestra experiencia clínica, hemos atendido a muchos atletas que han tenido prácticas de entrenamiento físico y técnico rigurosos y que se han estancado y retrocedido en sus logros por que han mecanizado su esfuerzo sin mediar la auto observación.

En el número 353 hicimos mención de la sombra señalando a esa parte oscura de la mente donde se ocultan nuestros miedos y frustraciones más íntimos, así como aquellos aspectos de la personalidad que preferimos mantener ocultos; no solamente hacia los demás, sino también a nuestra propia conciencia. El hecho de permanecer inconscientes, no los elimina. Por el contrario, desde ese espacio ejercen un poder constante y certero sobre nuestros actos, pensamientos y emociones, que en el caso del deporte se ven reflejados en una ejecución defectuosa. Explicamos entonces una técnica para ir superando esas manifestaciones de la sombra, teniendo la oportunidad de observarlas de cerca.
En el siguiente número abordamos dos tipos de inteligencia que están especialmente ligados con el tema que nos interesa, el desempeño deportivo.

Una es la inteligencia corporal —cinestésica— que implica la capacidad de emplear el propio cuerpo para resolver problemas o crear productos. La otra es la inteligencia espacial, que supone la capacidad de reconocer y manipular pautas en espacios tanto grandes como reducidos. Explicamos como se desarrollan estas capacidades y dimos ejemplos de habilidades relacionadas. Quedó por explicar, para nuestro siguiente número, diferentes técnicas de estimulación de las mismas.

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