No somos pocos los que opinamos que si bien, los otros tres torneos del grand slam son venerables, emocionantes y de toral importancia en el calendario golfístico mundial, el Open Championship —conocido de este lado del mundo como British Open o Abierto Británico— es, por su historia el más importante evento golfístico de cada año.
Esa es, al menos, la opinión de grandes leyendas del golf como el sudafricano Gary Player —quien en una entrevista me mencionó tal preferencia, Jack Nicklaus, quien a pesar de ser un estadounidense ejemplar, decidió fijar su retiro definitivo del golf en el más importante campo del mundo —el Viejo Campo de Saint Andrews— y, precisamente, dentro de este mismo torneo. Cuando se le preguntó a Tiger Woods cuál era el trofeo que más estimaba en su vitrina, respondió que la inconfundible Jarra de Clarete o Claret Jug, nombre coloquial con el que se reconoce al Golf Champion Trophy, nombre oficial de la presea.
Se dice fácil, pero ningún torneo anual en el mundo ha celebrado 140 ediciones y está tan ligado a los orígenes y el crecimiento del juego como este campeonato nacional que se celebrará este año en el bello Royal Lytham & St Annes, en la ciudad de Lancashire, en Inglaterra.
Entre la primera celebración del Open en Prestwick, en 1860, hasta la que está a punto de iniciar, edición 141, el espíritu del juego está mucho más ligado a Escocia que a los Estados Unidos. Fue en esas tierras donde se desarrolló el golf como hoy lo conocemos, fue allí donde surgió el primer código de reglas y allí donde se fundó la asociación de la que dependen todos los países del planeta, con excepción de Estados Unidos y México: la Royal & Ancient Golf Club of Saint Andrews, o R&A.
Y si lo comparamos con los otros tres grandes, veremos que el Open británico no es más difícil que el de Estados Unidos o el Campeonato de la PGA, ni tiene el glamur del Masters. Pero tiene de su lado un bagaje de tradiciones que los otros carecen. Y quizá también ha sido el más favorecido por los dioses, pues muchos de sus campeonatos continúan siendo recordados entre los más emocionantes de la historia. Allí está el Duelo al Sol que brindaron Tom Watson y Jack Nicklaus en el 77, con triunfo del primero, la tragedia del francés Jean Van de Velde en Carnoustie, en 1999 o la inmortal actuación de Tom Watson, quien estuvo a un solo putt de ganar el torneo en Turnberry en 2009, a los 59 años de edad, pudiendo haber marcado lo que muchos consideramos la mayor hazaña deportiva de toda la historia y anotándose su sexto triunfo en el campeonato, algo solo conseguido en la historia por otro inmortal, Harry Vardon. Falló desde 8 pies el del triunfo, empató con Stewart Cink y perdió en desempate.
De Lytham, como coloquialmente se le conoce al campo sede, vale la pena mencionar que esta será la 11ª ocasión que funge como sede del Abierto; la primera fue en 1926 —con el triunfo del legendario Bobby Jones— y la última en 2001, donde vimos ganar a un sorprendente David Duval. Pero también destacan otras victorias como la del propio Player en el 74, o cinco años después, donde un joven español, extraordinario en cualidades, creatividad e imaginación, le daría al golf europeo una nueva dimensión; su nombre: Severiano Ballesteros, quien en la citada edición venció por tres golpes al Oso Dorado, incluyendo un inolvidable tiro desde un estacionamiento. El gran Seve regresaría en 1988 para ganar su tercero y último Open británico.
Vivamos este fin de semana el golf en su quintaesencia, disfrutemos del Open Championship, el Abierto Británico de Golf.
fdebuen@par7.mx
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