A petición de algunos lectores, en este y los dos siguientes números, haré un breve recuento de lo que he venido publicando desde hace casi dos años en esta revista.
En el número 333 de Par 7 (septiembre del 2010) inicié el tema con la introducción del concepto de óptimo rendimiento, haciendo alusión a un estado de equilibrio mental, emocional y corporal; siendo la vía para lograrlo el desarrollo de una atención altamente eficiente. Todo movimiento corporal está influenciado por el carácter de cada persona, el conjunto de hábitos y creencias se expresan en conductas. El objetivo del entrenamiento es transformar los movimientos en actos voluntarios, fortalecer un yo para que se vaya desprendiendo de antiguos referentes para aprehender al cuerpo por medio de la voluntad.
Más adelante explicamos la diferencia entre el concepto de alto rendimiento y nuestra propuesta de óptimo desempeño, haciendo referencia al contenido imperativo del primero, que al traducirse en exigencia genera un estado de ansiedad al pretender tratar de alcanzar un estado ideal lejano a la propia realidad. (Par 7 núm. 335). Es entonces que, a partir del entrenamiento de la atención en el cuerpo, se crea una conciencia corporal, armoniosa, vinculada con la realidad, libre de conflictos y saboteadores.
Muchos deportistas utilizan como parte de su entrenamiento la orientación y motivación psicológicas, lo cual, desde nuestra experiencia, no solo no beneficia sino que puede generar un daño en el estado psicosomático y frustrar las aspiraciones de la persona. A lo que aspiramos nosotros es a transformar la propia experiencia convirtiendo los movimientos en actos voluntarios interiorizados.
En el número 337, explicamos el proceso y la importancia del control voluntario de la respiración. Esta función, es el mejor y primer recurso que utilizamos para el entrenamiento de la atención y la concentración. Al ser un proceso cíclico, incide en otros procesos biológicos como son los biorritmos. Además, respiración y afectos guardan una estrecha relación que facilita la percepción del sí mismo corporal. La manera de respirar es una expresión de nuestra personalidad, revela nuestra forma de responder a los estímulos, de enfrentar la vida e interpretar la realidad. Recomendamos entonces, un ejercicio que fue explicado en el mismo artículo.
La respiración es fundamental para la creación y desarrollo de estados somáticos (estados particulares y simultáneos de la mente y el cuerpo). Estos estados parten de mantener la totalidad de la conciencia en el cuerpo; son dinámicos, evolutivos, asimilables unos a otros y no surgen bruscamente. En el número 339 describimos cuatro momentos evolutivos-formativos, procesos psicosomáticos que van creando realidades diferentes cada vez que se avanza a través de ellos y una vez consolidada la experiencia somática final, significa que todos los procesos fueron adecuadamente asimilados. Estos cuatro momentos son: emergente, inestable, sostenido y de consolidación. Su evolución depende de cada persona, por lo que se requiere un programa de entrenamiento personalizado.
En el siguiente número hablamos del deporte como actividad lúdica que establece un vínculo entre lo real y lo imaginario, entre lo objetivo y lo subjetivo. El deporte como juego implica logros y para llevarlos a cabo se requiere de una conciencia capacitada para enfocar la atención según las necesidades del momento, que pueda escindir la atención alejando todo aquello que no favorezca al objetivo. Esta habilidad se puede desarrollar por medio del entrenamiento de la respiración. Además de mejorar la calidad de la atención, la constancia desarrollará voluntad, el control de impulsos y la tolerancia a la frustración.
El desarrollo psicomotor y sensorial es promovido en los primeros meses de vida por las actitudes de los padres. En el número 343, explicamos cómo se da este desarrollo y cómo es que se forma un súper-yo corporal, responsable de la ansiedad, el pánico escénico y otros factores que afectan la eficiencia de un atleta. Posteriormente, con la adquisición del lenguaje y dependiendo de cómo se dé este desarrollo, se corre el riesgo de que la corporeidad sea asimilada por el pensamiento lógico, creando esquemas de lo que se es y lo que se debe ser como persona y como deportista, dejando fuera la espontaneidad y la creatividad propias del juego como expresión libre. El entrenamiento de la respiración permite lograr ese estado psicofísico donde cada acto es dirigido únicamente por la autoconciencia sin que medien procesos reflexivos.
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