Ben Curtis y Matt Kuchar, dos historias, dos lecciones

Consistencia y confianza

Fernando de Buen


Ben Curtis en el Open británico (2003).

En ocasiones hablar de consistencia es referirse a la capacidad de mantenerse en muy alto nivel durante un periodo prolongado de tiempo. Pero cuando consistente es sustituto de victorioso, el término está a un paso de convertirse en crítica por incapacidad.

Después del tercer triunfo de su carrera, el Barclays en 2010 —coronando el año que lo regresó a los primeros sitios del golf en los Estados Unidos— no vimos ganar de nuevo a Matt Kuchar hasta el Players Championship, que concluyó el pasado domingo en el espectacular TPC Sawgrass, en Florida.

Pero en estas dos y media temporadas, el popular jugador de 33 años ha hecho las cosas demasiado bien. 5 top-ten en 10 torneos en lo que va del año, sumados a los 9 en 24 oportunidades en 2011 y a los 11 en 26 durante 2010, suman 25 grandes participaciones en este lapso. Fue segundo en el PGA Tour en 2010, sexto el año pasado y conserva el mismo puesto en este año. Parece que su sitio en la Copa Ryder está decidido por sus propios méritos y no por la decisión del capitán. Pero todo ello suele quedar atrás y se condena al olvido cuando no se accede al triunfo.

Ahora que ha ganado, habrá que sumarle a su indiscutible consistencia un factor que realmente puede marcar la diferencia: la confianza.

El caso de Ben Curtis es el más reciente entre aquellos jugadores que se reencuentran con el triunfo y la vida les cambia por completo. Ganó en 2003 el Open británico, en 2006 logró dos campeonatos, al año siguiente terminó en 114º y, tras una importante recuperación en 2008 —donde aun sin un primer lugar concluyó como noveno en la lista de ingresos— su carrera se volvió una pesadilla. Fue 102º en 2009, 119º en 2010 y 133º en 2011. Llegó al 2012 con estatus condicionado, jugando solamente torneos a los que accedía por lista de espera o mero desinterés de los líderes del circuito. Así llegó al Valero Texas Open, con tan pocas esperanzas que ni la familia viajó con él y, como por arte de magia ganó el torneo. Fue tan sorpresivo el evento que no pudo contener el llanto durante la entrevista en el green.

¿Qué vino después? La confianza en su capacidad fue el revulsivo que lo regresó en forma inmediata a los sitios de arriba en los siguientes torneos; de ser un jugador a punto de perder definitivamente su tarjeta, se volvió un protagonista de carne y hueso. A partir del certamen texano, logró el lugar 13 en el Zurich Classic, empató el quinto en el Wells Fargo y quedó segundo en el Players Championship. Si algunos pensaron que ganó un torneo gracias a la pobre calidad del field, queda muy claro que los siguientes tres fueron eventos de clase mundial, donde se compite contra los mejores de la Gira —en los dos primeros— y contra los mejores del mundo en el más reciente.

Ahora bien, si unimos los hilos de estas dos historias y medimos lo que la confianza está logrando en un jugador que estaba a punto de dejar el barco, imaginemos lo que podría lograr en uno de los más consistentes golfistas en el orbe. Kuchar Ya es número 5 del mundo y el segundo de su país en la clasificación, solo por debajo de Bubba Watson.

Consistencia y confianza, dos fuerzas que unidas pueden hacernos cumplir casi cualquier objetivo.

fdebuen@par7.mx