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Óptimo rendimiento

Dejemos hablar al cuerpo

Dr. Alejandro Gómez Cortés


En artículos anteriores describimos la técnica respiratoria básica para el entrenamiento de la atención en el cuerpo, condición necesaria para alcanzar el estado psicosomático requerido para el óptimo rendimiento. Quien haya sido constante en los ejercicios recomendados puede atestiguar que ha mejorado en varios aspectos de su rendimiento, como la concentración, la capacidad para relajarse, calidad en el sueño y mayor estabilidad en el estado de ánimo, aunque es muy probable que le resulte difícil conservar estas condiciones en la vida cotidiana más allá de un breve período de tiempo ya que el cerebro tiende a repetir sus viejos hábitos.

En aquellas personas para quienes el trabajo se convierte en hiperactividad, el alerta en hiper-vigilancia y el estado de ánimo en ansiedad, es muy probable que los ejercicios le produzcan aburrimiento, sueño, desesperación e incluso angustia, ya que están acostumbrados a relacionar la quietud con pérdida de tiempo. Por otro lado, las de personalidad pasiva o dependiente, pueden estar esperando resultados sin poner verdaderamente todo su esfuerzo en seguir al pie de la letra las indicaciones (sugerimos consultar los artículos relacionados). En ambos casos es necesario ser perseverantes.
Lo que ahora se pretende es trasladar esta capacidad a la cotidianeidad. Convertir el llamado estado psicosomático en una nueva manera de ser y estar, para lo que se requieren algunas prácticas adicionales que vamos a describir en seguida.

No inicie las siguientes prácticas si aún no es capaz de realizar el ejercicio básico, consistente en contar la respiración por lo menos durante diez minutos sin equivocarse; si no lo ha logrado aún, no se desespere y persista, ya que si no cuenta con esa base, los circuitos neuronales relacionados con tal actividad aún no se encuentran facilitados. Gracias a su capacidad plástica, el cerebro verdaderamente se transforma habilitando funciones, estableciendo nuevas vías de comunicación y, de hecho, modificando su estructura anatómica.

Elija un lugar y una hora del día en la que esté seguro que no será interrumpido y que pueda disponer por lo menos de diez minutos; utilice una alarma de bajo volumen que le indique que ya terminó el tiempo del que dispuso. Sería ideal realizarlo como la primera actividad del día y, de ser posible, con la primera luz de la mañana, ya que esto favorece la introspección. El sitio puede ser la recámara, la sala o cualquier espacio en donde se pueda caminar lento. Estando de pie cruce los brazos sobre su pecho sin entrelazarlos y dirija su mirada unos dos metros adelante y hacia abajo sin fijar la atención en algún punto , realice tres respiraciones profundas suaves y sin prisa; como en el ejercicio básico, dese el suficiente tiempo hasta que su respiración tome un ritmo natural y placentero, después comience a caminar dando un paso suave y corto cada vez que realice un ciclo respiratorio completo, es decir, cada que inspire y expire, poniendo toda su atención en los movimientos del cuerpo, de ésta manera se está creando una conciencia de sí mismo corporal. Es normal que acudan a su mente pensamientos, emociones, recuerdos, deseos, etc. Simplemente déjelos pasar y permanezca concentrado en la actividad, no permita que la mente lo atrape, en ese momento lo único importante es lo que está realizando, si lo hace con prisa o desgano nunca verá resultados. En el momento que suene la alarma no se precipite, suelte los brazos de manera natural y continúe caminando algunos pasos acelerando el ritmo, ahora en cada inspiración deberá dar un paso y en cada expiración otro paso, hasta que juzgue conveniente dar por terminada la actividad, misma que debe concluir con tres respiraciones profundas. Pronto percibirá mejoría en su rendimiento general. En cuanto sienta que domina éste nivel por lo menos diez minutos sin distraerse por sus pensamientos, comience a utilizarlo en situaciones cotidianas como rasurarse, bañarse, comer o conducir un automóvil. Igualmente debe concentrarse en su respiración mientras realiza alguna de esas labores; pronto se percatará que muchas de esas actividades las realiza con prisa, ansiedad y tensión muscular.

La mente estructura al cuerpo con base en categorías, creencias, pensamientos e ideas, a la vez el cuerpo forma a la mente a través de las experiencias sensoriales y emocionales que la mente nombra. Sin sensaciones ésta no tendría nada que nombrar y de hecho ni existiría como estructura pensante. Es un proceso que nunca termina.

En el entrenamiento de óptimo desempeño se pretende crear un espacio subjetivo que nos permita escuchar el silencio del cuerpo, la calma atrás de los pensamientos; en medio de las demandas del entorno hay mucho más que descubrir, desde ese espacio las cosas surgen con mayor naturalidad y los pensamientos mismos adquieren un vigor, sentido y determinación de las que antes no nos creíamos capaces. Si se presta igual atención a la relajación durante los esfuerzos como al esfuerzo mismo, éstos últimos se harán más efectivos y naturales. En esto consiste el equilibrio psicosomático; nada que esté fuera de éste puede durar mucho tiempo, allí está la esencia interior que le ayudará a seguir avanzando.


Instituto Mexicano de Medicina Psicosomática
Institución Médica especializada en el tratamiento, enseñanza e investigación de los procesos mentales sanos y patológicos.

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Dr. José Juan Sánchez Báez / Director de procesos

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