«Desde 1934, año en el que se celebró la primera edición del Augusta National Invitational Tournament —que poco después se convertiría en el Masters Tournament o simplemente Masters—, la llegada de la primavera marca la cercanía del primero de los cuatro grandes torneos del año. Este jueves dará inicio un torneo que promete ser memorable.
No pudo llegar en mejor momento.
Hemos pasado meses o años especulando sobre la hegemonía europea en el golf mundial y lo que sucedería si a estos grandes jugadores del viejo continente se les pusiera enfrente un Tiger Woods en su mejor nivel. Con el triunfo del californiano hace poco más de una semana, y el interesante duelo que, en la punta del ranking mundial sostienen el inglés Luke Donald y el norirlandés Rory McIlroy, más el gran nivel de juego que están mostrando jugadores de la talla de Phil Mickelson o la comprobada madurez del doble ganador de 2012, Hunter Mahan, más la pléyade de grandes golfistas que estarán presentes en el estado de Georgia, es imposible no imaginar que estaremos viviendo una increíble semana de golf.
De casi cada uno de estos referentes —los que están en el foco de nuestra atención— tenemos una razón para pensar que tiene posibilidades de triunfo. Las cuatro victorias de Tiger en el campo de Bobby Jones, las tres del zurdo, un Rory que le debe al campo la victoria que no pudo concretar en 2011, por aquella terrible ronda final, un Donald que ha recuperado el primer sitio del orbe y, tanto él como su paisano Lee Westwood nos deben a todos un campeonato grand slam. ¿Y acaso podríamos dejar fuera al otro norirlandés Graeme McDowell o a Mahan o a los muchos que han probado que ser capaces de vencer al tiempo y gozan de la simpatía de los dioses del golf, como lo fue aquella increíble actuación de Jack Nicklaus en 1986, para ganar su sexto saco verde?
Son terrenos sagrados que han sido testigos silentes de una historia que suma ya 75 campeonatos anteriores y que se han dado el lujo de exigirle a los mejores del mundo su máximo esfuerzo para poder ganar este torneo. Ningún otro campo en el planeta ha sido sede en tantas ocasiones de un torneo grande, y ciertamente no lo será, al menos durante las próximas décadas.
La evolución del campeonato, de la mano del desarrollo tecnológico, más la exigencia de los propios socios del club sede —en el sentido de obligar a la cadena televisiva a trasmitir sólo un mínimo de cortes comerciales—, nos ponen ante un platillo excepcional que mezclará lo mejor del golf con la mejor forma de disfrutarlo. Si a esto le sumamos la afortunada coincidencia de que el torneo se lleva a cabo durante la Semana Santa, no darnos un espacio para formar parte de esta privilegiada audiencia, sería un terrible desperdicio.
¿No es ésta una oportunidad dorada para disfrutar al máximo de nuestro amado deporte?
Que tengan unas excepcionales vacaciones.
fdebuen@par7.mx
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