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Óptimo rendimiento

Preparando la ejecución

Dr. Alejandro Gómez Cortés


Todo parece indicar que el deporte de competencia representa un simulacro lúdico de la guerra y la cacería, en donde las reglas, que mantienen los límites, lo convierten en un evento social, en una ceremonia práctica para elaborar emociones por vías saludables.
El juego establece un vínculo entre lo real y lo imaginario, entre lo objetivo y lo subjetivo, por eso es un medio clave en el desarrollo emocional.

El ambiente de un partido de fútbol nos recuerda la lucha entre clanes portadores de figuras totémicas como águilas ó chivas. El ritual, las porras y los conjuros constituyen parte del festejo. Por su origen bélico, el cuerpo tiende a responder con sus funciones más elementales, en éste caso las de sobrevivencia que son la lucha ó huída mismas que pueden derivar en miedo, enojo o sometimiento. La identidad del sí mismo puede estar en sus límites y hasta perderse por completo en beneficio de la identidad con el grupo. Con mayor o menor reserva, dependiendo del deporte, el espectador puede volcar sus emociones tanto de júbilo como de decepción. Nada de lo dicho es ajeno al protagonista, al jugador mismo, a quien está a punto de tirar el penalti, ese que tiene un público a favor y otro en contra.

Para lograr la hazaña debe tener el temple suficiente para no dejarse controlar ni siquiera por la euforia de algún acierto. En la mente del atleta, quien controla todo éste escenario es la conciencia, gracias a que tiene la capacidad de enfocar la atención según las necesidades del momento. Antes de adelantar un pase, soltar una flecha o golpear una pelota de golf, trascurre un preámbulo característico con el que el deportista pretende recuperar un dominio particular sobre la atención, pues de no hacerlo todo estaría perdido; es aquí donde el juego y la técnica y ritual se confunden. El participante se acomoda, toma una postura como conciencia de uno mismo en el espacio, pondera distancias, rememora una experiencia de base, una condición mental correspondiente que lo prepara para el movimiento esencial. En éste instante es necesario escindir la atención alejando todo aquello que no favorece al objetivo. La proximidad con otros participantes, así como la expectativa de los observadores parecen desvanecerse al grado de producir un sentimiento de placentera irrealidad al difuminarse el campo visual; de no ser así, el cuerpo como encarnación del yo dejaría sentir en el aparato muscular su índole sensible y afectiva; volver unos instantes a un respirar armónico puede ser de gran ayuda en éstos momentos.

Ésta habilidad sin embargo, no es gratuita, o se aprende trabajosamente por ensayo y error, o se recurre a la llave maestra: la respiración (los detalles técnicos ya fueron descritos en números anteriores).

El primer beneficio de estos ejercicios se refleja muy pronto en la calidad de la atención en cuanto a dominio, enfoque, sostenimiento y dirección; la constancia por su parte desarrolla la voluntad, el control de impulsos y la tolerancia a la frustración (cualidades del carácter)
Pueden bastar cinco a diez minutos de atención a la respiración, tres veces al día, para lograr muy buenos resultados, tomando en cuenta que cada quien tiene un tiempo diferente para conseguir logros.

Como mencionamos en otro artículo: «Conforme se mueve el cuerpo, así se mueve la atención», todos los detalles del proceso deben ser atendidos con minuciosidad y esmero, en una oscilación constante entre el cálculo intelectual, al tomar nota de las circunstancias del medio y la sola experiencia del cuerpo al que la técnica ha proveído de un hábito perceptivo-motriz que se ha hecho propio.

Con el acierto o falla no se define el final, se impone una resolución, un tiempo de espera en el que el jugador analiza intuitivamente, recupera un estado somático saludable y da por terminado ese evento.

Experimentado como un sistema de desarrollo personal, cada deporte se convierte en un espejo en dónde observar nuestro comportamiento físico y mental para mejorar en el juego y en la vida.

No exageramos al insistir que: «El dominio preciso de la atención y la voluntad, con sus respectivos estados, es el objetivo central en el entrenamiento para desarrollar un óptimo rendimiento», porque son los soportes para orientar todos los recursos físicos y corporales, hacia una empresa u objetivo seleccionados. El común de las personas domina una gama muy limitada de estilos de atención en virtud de que los adoptamos por experiencia y se convierten en hábitos.

La manera de respirar de cada persona está íntimamente relacionada con la conciencia y los afectos. El ansioso (que respira rápido) y el deprimido (de frecuencia irregular), como estados inestables son una permanente amenaza, por lo que la práctica constante es la principal vacuna contra ellos. Nuestro óptimo rendimiento es un estado de variación en los diferentes momentos existenciales.

En el IMMP nos hemos referido como óptimo desempeño al conjunto de procesos psicosomáticos que las personas realizamos para eliminar los obstáculos conscientes o inconscientes que enfrentamos en nuestras acciones para lograr el mejor desempeño, y consideramos que las técnicas clásicas de motivación y asesoría psicológica resultan perjudiciales porque generan un conflicto entre lo que se es y lo que se espera de uno, responsable de la generación de ansiedad que altera fácilmente la atención en los momentos menos oportunos. Bajo este estado de conflicto es muy difícil vencer los obstáculos que nos impiden realizar acciones complejas y de alta precisión.

Nuestra propuesta sugiere una trasformación de la propia experiencia corporal, el movimiento transformado en acto voluntario, interiorizado y asimilado libre de conflictos y exigencias desmesuradas, dando lugar a comportamientos o patrones de conducta naturales propios y depurados, que se expresan por su sencillez y naturalidad.

El entrenamiento de la atención en el cuerpo permite identificar estados emocionales y sus comportamientos consecuentes con mayor sencillez; ello da lugar al desarrollo de una conciencia de sí mismo corporal.

Instituto Mexicano de Medicina Psicosomática
Institución Médica especializada en el tratamiento, enseñanza e investigación de los procesos mentales sanos y patológicos.

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Dr. Alejandro Gómez Cortés / Director Médico
Dr. José Juan Sánchez Báez / Director de procesos

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