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Atención, voluntad y respiración en óptimo rendimiento

Dr. Alejandro Gómez Cortés


El dominio preciso de la atención y la voluntad es el objetivo central en el entrenamiento para desarrollar un óptimo rendimiento.

La atención es un proceso mental, útil para orientar todos los recursos  físicos y corporales, hacia una empresa u objetivo seleccionados, y se manifiesta  en un amplio abanico de estilos que se correlacionan con diferentes frecuencias cerebrales y estados psico-corporales, verificables por electroencefalografía  y otros métodos de monitoreo. La manera personal de concentrarse es producto de un aprendizaje en respuesta a las necesidades adaptativas a los diferentes ambientes (escolar, familiar, social, etc.),  por lo que el común de las personas domina una gama muy limitada de  estilos de atención, de manera que cuando la persona requiere leer, relajarse o descansar, es invadida por el sueño y la distracción, y si enfoca la atención hacia actividades como un examen, una entrevista o una competencia, inevitablemente tiende hacia la ansiedad, tensión muscular y aumento de la frecuencia  respiratoria.

 El control voluntario de la dirección y sostenimiento de la atención es el objetivo del entrenamiento para optimizar el rendimiento y, para lograrlo, el mejor recurso es la respiración y citaré dos razones: primera, respirar es un proceso rítmico, como lo es la actividad eléctrica cerebral, la frecuencia cardiaca y la mayoría de los ciclos hormonales, siendo la única función de éste tipo en la que podemos tener una influencia voluntaria. Los procesos cíclicos del organismo tienen una relación tan estrecha que si organizamos uno, incidimos en el resto; y segunda, respirar es el primer y principal vínculo de la persona con el espacio extrauterino, por tanto mantiene, en relación con los afectos, una gran relevancia. Además, el movimiento del aire del exterior al interior y viceversa facilita, en el mundo de las representaciones, la percepción del sí mismo corporal. Adentro-afuera; yo-otro, etc., es de primera importancia en el desempeño psicomotor.

La manera de respirar de cada persona es como una huella dactilar que revela aspectos íntimos de la personalidad, sobre todo los relativos al carácter, es decir, la forma habitual de responder a los estímulos,  de enfrentar la vida e interpretar la realidad. Una persona ansiosa respira con mayor frecuencia; un ataque de pánico suele ser precedido de una frecuencia irregular incluso con breves períodos de apnea y se podrían mencionar muchos ejemplos más. No es casual,  por lo tanto, que la primera práctica que recomendamos en el Instituto se refiera a enfocarse en la respiración; la describo a continuación:

a) prepare el ambiente con una luz de baja intensidad, los sonidos no importan tanto pero entre más silencio es mejor.

b) siéntese cómodamente en un asiento con un respaldo que mantenga vertical el tórax, afloje su cinturón, las manos  deben permanecer relajadas reposando sobre los muslos.

c) mantenga los ojos entreabiertos de manera natural, la boca bien cerrada sin hacer presión y la lengua pegada al paladar.

d) realice tres respiraciones profundas soltando el aire lentamente, después espere a que se establezca, naturalmente, un ritmo cómodo y placentero.  Ahora, dirija toda su atención a la respiración, particularmente en el movimiento abdominal, acompañando mentalmente cada inspiración con la palabra «adentro» y cada expiración con «afuera». Si se percata que se distrajo simplemente regrese al ejercicio cuantas veces sea necesario.

Este ejercicio básico debe practicarse en sesiones de 10 minutos de una a tres veces al día. Quien lo practica concienzudamente logra un alto nivel de concentración en un estado psicosomático muy relajado.  Con algunas variantes se utiliza en la migraña, el estrés, el insomnio y algunas otras situaciones sanas y patológicas de las que hablaremos en próximos artículos.

Aunque el ejercicio es bastante sencillo, quien lo comienza a practicar rápidamente se percata de la obstinación de la mente por mantener vigentes sus viejos hábitos en el pensar, sentir y  reaccionar, bloqueando la concentración con aburrimiento, somnolencia, recuerdos o  asuntos pendientes.  «La fuerza de la costumbre se resiste al cambio». Es aquí en donde entra en juego la voluntad para volver una y otra vez a la tarea, a la vez que es retroalimentada por la sensación de progreso.

Instituto Mexicano de Medicina Psicosomática
Institución Médica especializada en el tratamiento, enseñanza e investigación de los procesos mentales sanos y patológicos.

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Dr. Alejandro Gómez Cortés / Director Médico
Dr. José Juan Sánchez Báez / Director de procesos

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