Charles Schwartzel
y Phil Mickelson |
Para continuar con la racha de primeros ganadores, iniciada a partir del U.S. Open 2010, en 2011 surgieron otros cuatro campeones que debutaron en las listas de exclusividad del grand slam profesional. Así se traspasa cierto umbral y se adquiere una dosis de inmortalidad, tal y como lo han vivido Charl Schwartzel (Masters), Rory McIlroy (U.S.Open), Darren Clarke (British Open) y Keegan Bradley (PGA Championship). Cada uno de ellos desplegó destrezas y cualidades que los elevaron a la grandeza en los momentos decisivos. Con sus victorias, son siete ganadores de majors debutantes consecutivos y… contando. Ello nos hizo recordar el año de 2003 cuando Mike Weir, Jim Furyk, Ben Curtis y Shaun Micheel lograron saltar a la palestra como ganadores de estos cuatro, pero también es motivo para meditar que, paradójicamente, ninguno ha repetido la suerte, por lo menos hasta ahora. Hoy, casi nadie apostaría por Weir, Curtis o Micheel, probablemente sólo por Furyk.
Masters
En el Masters se vivió un drama muy emotivo, en donde aparentemente finalizaba el hechizo para los australianos —incapaces de ganar— con Adam Scott y Jason Day aportando los fuegos artificiales. Pero al final, Charl Schwartzel nos vino a mostrar cómo se pueden hilar cuatro birdies consecutivos para ganar el blazer verde como nadie lo había hecho. El joven sudafricano se disparó a nuevas alturas con este resonante triunfo y, de hecho, es el mejor jugador en el año en los majors si se considera un acumulado del menor número de golpes en la suma de los cuatro. Con 1,118 superó a Sergio García y Steve Stricker, quienes sumaron 1,128. Enseguida, con 1,130 finalizó Rory McIlroy, otra de las figuras relevantes del 2011. Pero no debemos dejar fuera una consideración del buen Masters que disputó Tiger Woods, quien con una tremenda racha de birdies provocó la locura por momentos, más no fue suficiente. Está más que demostrado, el Masters tiene la magia de sacar lo mejor del incomparable Tiger, que sabe que este torneo siempre presentará la gran oportunidad de hacer el regreso increíble. Fue lo mejor que pudimos rescatar en un año de lesiones, ausencias y retornos.
U. S. Open
En el Congressional, Rory McIlroy tejió una gran obra de arte, dominando de principio a fin el U.S. Open. Tras el descalabro en el Masters, cuando Rory encabezaba tras tres recorridos, el regreso al primer plano fue tan rápido como sorprendente. Atacando un campo que muchos no ubicaron como auténtico de U.S. Open, McIlroy se dedicó a imponer marcas y a disfrutar un triunfo rotundo, por margen de ocho golpes sobre Jason Day, quien hiló su segundo major como subcampeón. Indudable apuntar que, de aquellos jugadores que no ganaron uno de los cuatro grandes, Day es una de las revelaciones notables de la temporada. Rory selló la victoria más importante de su carrera y atrajo los reflectores, presentándose como el nuevo valor, competitivo y con gran carisma. Para algunas publicaciones de renombre, este triunfo de gran contundencia le valió el nombramiento de Jugador del Año.
Open Championship (British Open)
Pero si bien la proeza del norirlandés fue impactante, lo que siguió por parte de su compatriota Darren Clarke no fue menos. Para muchos, los mejores días de Clarke ya habían pasado, pero quizá no registraron que hubo un torneo en España jugado en primavera, el Iberdrola. Darren fue el ganador y probablemente las señales enviadas no fueron interpretadas correctamente. Pues bien, inspirado por lo que habían hecho McDowell en 2010 y McIlroy en este año, Clarke dominó el difícil Royal St. George’s del British Open, venciendo en el camino a dos poderosos pegadores estadunidenses, Phil Mickelson y Dustin Johnson. Éste volvió a cometer un grave error en la recta final, lo que le impidió aspirar a ganar su primer major. Mickelson, en cambio, sorprendió a muchos mostrándonos que sí sabe y es capaz de conquistar un British Open. Es cierto que aun no lo logra, pero fue su mejor actuación en la competencia de mayor tradición en el golf. Mickelson le puso de ingrediente al British lo que Tiger al Masters, si vale este paralelismo.
Pero lo que conmovió a millones en el mundo fue la enorme estatura y el gran respeto que Clarke había construido a lo largo de su carrera. Pero así como había disfrutado las mieles de la victoria, también sufrió lo amargo de haber perdido a su esposa, víctima del cáncer, apenas en 2006. La gente que celebró los triunfos más resonantes del de Irlanda del Norte (como cuando derrotó a Tiger Woods en el World Match-Play) y su sublime actuación en la Copa Ryder de 2006, también lo acompañaron en esta gran pena. Por ello y pensando que probablemente nadie creía que Clarke algún día ganaría un British Open a estas alturas de su carrera (42 años), este excepcional logro fue la historia más conmovedora del año, una conquista que muchos estuvieron orgullosos de adoptar como propia.
PGA Championship
El último de los cuatro grandes nos deparó otra gran sorpresa: Keegan Bradley, quien mostró algo de lo que nos esperaba cuando en el importante Byron Nelson (primera victoria), libró un duelo sensacional con Jason Dufner y Anders Hansen para capturar el Campeonato de la PGA. Fueron muchas volteretas, primero Bradley haciendo un inesperado triple-bogey y después Dufner echando por la borda una ventaja cómoda de tres golpes para mandar el torneo a desempate. El nivel y las emociones en los hoyos de desempate nos recordaron el duelazo Woods-May en 2000 y la enjundia y la casta que sacó Bradley lo convirtieron en una de las figuras que trascendieron en este 2011. Fue, sin duda, un candidato serio a ser considerado Jugador del Año en la Gira de la PGA. Su primer año en el circuito seguramente enalteció el orgullo golfístico de su familia, de la cual forma parte la legendaria Pat Bradley.
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