Dr. Robert N. Schnitzler. |
Capítulo aparte merece la grata experiencia que me produjo la visita al SA Wellness Institute, uno de los principales patrocinadores del torneo, a quienes visité para un chequeo médico general —el paquete básico—, pero especializado en temas cardiovasculares.
Bajo el concepto de medicina personalizada, el SAWI ofrece una evaluación médica integral, cuya finalidad es establecer estrategias para mejorar y mantener la salud de sus pacientes. El paquete de exámenes varía de acuerdo con los intereses del interesado y puede extenderse hacia casi cualquier terreno de la salud, pero siempre dedicando especial atención al tema cardiovascular, debido a que su fundador y director médico, el Doctor Robert N. Schnitzler, es uno de los cardiólogos más prestigiados de los Estados Unidos y reconocido a nivel mundial.
Tras una visita guiada por cortesía de la presidenta de la institución, la amabilísima María Cristina Rodríguez, donde pude conocer en detalle casi todos los rincones de la clínica situada en el corazón de la principal zona médica de la ciudad, comenzaron los estudios —peso, estatura, química sanguínea, electrocardiograma, ecocardiograma, prueba de esfuerzo y pulmones, entre algunos otros—, siempre supervisado por médicos especialistas cuya lengua natal es el español, lo que permite a los pacientes con un nivel medio o bajo de inglés, dejar de lado todas las dudas posibles.
Regresé dos días después para ser recibido personalmente por el Dr. Schnitzler, quien aparte de hacerme un largo cuestionario oral sobre mis antecedentes y costumbres, más un examen físico, me explicó con total claridad cuáles deberían ser los aspectos que he de cuidar para mantener mi salud en condiciones óptimas (¿quién demonios habrá inventado eso del colesterol bueno y malo? Tan a gusto que estábamos cuando nadie se fijaba en eso… ¡ya me partieron el queso con la dieta!).
La verdad sea dicha, estar tanto tiempo con la total atención de uno de los más prestigiados cardiólogos de los Estados Unidos es toda una experiencia, pero también la es el placer de escuchar a una voz tranquila y sincera que, más allá de aconsejar, parece determinar nuestro futuro con base en sus mandamientos de prevención. «Debo ser un pésimo hombre de negocios —afirma Schnitzler— pero lo que hago aquí es evitar que pacientes como tú me hagan ganar muchos miles de dólares, visitándome en un quirófano».
Debo aclarar dos cosas: una, siempre nos acompañó un médico mexicano —por si surgía la necesidad de una traducción—; y dos, la atención personal del eminente cardiólogo no fue un privilegio exclusivo del que fui objeto por el hecho de ser periodista; todos los contratantes de un paquete de servicios incluyen la atención personalizada de este incansable especialista.
En resumen, he regresado a México mucho más tranquilo de cómo me fui, con objetivos claros acerca del mantenimiento de mi salud que, me guste o no, debo cumplir. No quiero dejar de agradecer la atención de Ma. Cristina Rodríguez y Robert Schnitztler, los fundadores del SAWI, sino también de los doctores César Garza, Eduardo Salinas y la guapa Mónica González —importados de la Sultana del Norte— cuya amabilidad —así como la del resto del personal— fue permanente durante mis visitas. |